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Estampas idílicas de aire vintage y sobre genocidio, esclavitud y contaminación

27 letras para describir el racismo europeo

Una obra que parte del alfabeto para, en sus propias palabras, “denunciar el actual sistema de control migratorio y reivindicar las luchas pasadas y presentes de resistencia al colonialismo”

6/03/2018 - 

VALÈNCIA. Muchos de quienes ahora deambulamos por la vida como humanos adultos tuvimos nuestro primer acercamiento al mundo de la lectura a través de alguno de los clásicos libros para aprender el abecedario que unían cada letra con palabras que la contenían. Así, a una B azul y reluciente le acompañaba la palabra ‘burro’ y el dibujo del orejudo animal. La P de ‘pan’, por su parte, venía acompañada de la ilustración de una baguette de aspecto crujiente. Ahora, la artista Daniela Ortiz (Cuzco, 1985) se basa en esas publicaciones de carácter supuestamente inocentón para crear El ABC de la Europa racista (Pensaré Cartoneras, 2017), una obra que parte del alfabeto para, en sus propias palabras, “denunciar el actual sistema de control migratorio y reivindicar las luchas pasadas y presentes de resistencia al colonialismo”.

De esta manera, a lo largo del libro Ortiz se cuestiona conceptos como los privilegios de poseer un pasaporte, la idea de Estado-nación o el turismo siguiendo un recorrido que va de la A la Z. En algunos casos, las palabras elegidas concuerdan con las de los manuales infantiles convencionales. Por ejemplo, la A de ‘avión’. Sin embargo, si en los ejemplos tradicionales esas aeronaves aluden a inocuas vacaciones familiares en lugares lejanos, aquí se emplean para hacer referencia a los vuelos de deportación. Otras veces, los términos elegidos por Daniela Ortiz para representar determinadas letras distan mucho del naíf imaginario que a menudo (y quizás erróneamente) asociamos con la infancia. Así, la M se usa para hablar de las los migrantes que mueren en el Mediterráneo (según Naciones Unidas, más de 3.000 durante el pasado 2017), mientras que la F hace referencia a Frontex, el sistema de control de fronteras exteriores de la Unión Europea.

Este contraste que encontramos entre forma y contenido se hace presente también en las ilustraciones del propio libro. Estampas idílicas de aire vintage y dibujos de candorosos chiquillos con mejillas sonrosadas acompañan a textos sobre genocidio, esclavitud o explotación de recursos naturales.

 

Infancia y racismo

A estas alturas del siglo XXI, afirmar que lo personal es político podría equivaler a adjudicarse la autoría del huevo frito. Por ello, no resulta sorprendente que esta creadora peruana residente en Barcelona comenzase a desarrollar este proyecto a raíz de su maternidad. “Suelo vincular el trabajo artístico que realizo al momento vital en el que estoy y, durante mi embarazo, me di cuenta de cómo los procesos migratorios afectaban a los menores”, explica.

Con la perspectiva de ser madre en el horizonte, Ortiz comenzó a recopilar materiales infantiles y descubrió que, en ese universo sin aparentes connotaciones ideológicas que es la niñez, habitan en realidad multitud de elementos cotidianos “vinculados al racismo”. Nombra, por ejemplo, un libro inglés llamado El Abc para los bebés patriotas, “que todavía se vende y en el que se reivindica el colonialismo inglés precisamente mediante el aprendizaje del abecedario” o el volumen De la A la Z con Cristóbal Colón, que puede encontrarse en las librerías españolas. “A través de ese tipo de creaciones pensadas para ser utilizadas durante edades muy tempranas se van construyendo narrativas que refuerzan un determinado sistema de entender el mundo”, apunta Ortiz. Su ABC de la Europa racista adoptaría por tanto el mismo formato que esa clase de publicaciones, pero desde una perspectiva completamente distinta.

Este acercamiento al mundo de la infancia tampoco es ajeno a Pensaré Cartoneras, la editorial responsable del proyecto, “nosotras mismas hemos trabajado en talleres con menores, haciendo libros desde sus imaginarios propios (por ejemplo, hicimos talleres en Oaxaca y en el barrio de Orriols)”, explican desde Pensaré Cartoneras. “De hecho, contamos con una colección llamada Hemos decidido dejar de ignorar este hecho que recupera textos de referencia anticoloniales, antipatriarcales y antirracistas, ante esa especie de silencio -cuando no violencia explícita- que hay en España sobre estos temas”, añaden.

 
No es el primer trabajo en el que Ortiz vincula infancia y racismo, ya en su anterior libro Hay un monstruo debajo de mi cama la artista reflejaba la traumática experiencia que supone para muchos menores el contacto con el sistema burocrático migratorio y episodios como el paso por de las oficinas de extranjería. “Mis obras pretenden contribuir a otros trabajos e iniciativas (por ejemplo, el Espacio Afroconciencia) sobre menores y jóvenes migrantes que se están llevando a cabo desde hace un tiempo y que buscan generar debate”, apunta. “Muchos niños racializados viven situaciones violentas desde muy pequeños: insultos, desprecios, amenazas… Y en numerosas ocasiones, esa violencia se minimiza o normaliza”, explica Ortiz .

En ese sentido, la autora tiene muy claro en quién pensaba cuando confeccionaba este libro. Según cuenta a CulturPlaza, tenía en mente por una parte “a los niños migrantes y jóvenes racializados, que probablemente se sentirán identificados con algunas de las situaciones a las que aludo precisamente por todas esas experiencias a las que han tenido que enfrentarse” y por otra a “esos euroblancos que no están muy familiarizados con estas cuestiones y a los que quizás incomode lo que aquí muestro”.

 

“El mismo monstruo”

Cuando se habla sobre colonialismo, surge siempre el interrogante sobre si se deben juzgar hechos acaecidos hace siglos desde los principios morales que manejamos en la actualidad. Daniela Ortiz es tajante en este punto: “lo que ahora vivimos es la reformulación y adaptación del racismo que se perpetró en el pasado y que todavía se mantiene. El hecho de que España construya su identidad nacional en torno al 12 de octubre de 1492 es una muestra ello”. “Las formas sociales de presentarlo son nuevas, pero sigue siendo el mismo monstruo”, resalta la creadora.

“Es siempre la población blanca la que decide si algo es o no es racista. Se relega el racismo a los comportamientos de la extrema derecha, parece que racismo solamente es que te peguen en la calle o que te llamen ‘sudaca de mierda’, pero todo lo que sucede por detrás y lo que sostiene esas situaciones también es racismo”, recalca Ortiz, quien ya exploró estas cuestiones en la muestra Blanca Europa, exhibida en las atarazanas de València durante el pasado año. “Sufrimos un sistema claramente diseñado para dirigir la violencia de forma legal sobre la población migrante”, subraya.

El ABC de la Europa racista puede descargarse de forma directa en la web de Pensaré Cartoneras o bien adquirirse en las distintas librerías que colaboran con la editorial. Ante todo, Ortiz reivindica la vocación pedagógica de este libro: “hace falta que la perspectiva decolonial entre en los espacios educativos porque en la actualidad todavía se viven muchas situaciones de racismo en las propias aulas”. En este sentido, apunta a que “de vez en cuando se da algún taller o alguna charla al respecto”, pero es algo ocasional, “se trata de un tema que no forma parte del currículo escolar y debemos asumir que toda decisión que se toma en la escuela también es política”.

Y es que, según denuncia la autora, “a Europa le cuesta reconocer su propio racismo y eso es algo que podemos ver, por ejemplo, en los debates que se realizan sobre migración en época de elecciones”. “Se critica mucho a Donald Trump, pero Europa lleva más de 500 años valiéndose de un sistema racista”, añade. De momento, Daniela Ortiz propone 27 letras para repensar el mundo que nos rodea. 27 letras para cambiarlo todo.

 

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