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el peor de los tiempos / OPINIÓN

El futuro de Europa

El pasado día 1 de marzo la Comisión Europea presentó el Libro Blanco sobre el Futuro de Europa con la vista puesta en 2025. Dicho documento tiene mayor relevancia de la que se le ha dado hasta ahora

12/03/2017 - 

Jean Monnet, uno de los padres fundadores del proyecto de unidad europea, provenía de Cognac, donde su familia se dedicaba al comercio de licores. Sin terminar el bachillerato fue enviado por su padre a Londres, primero, y después a Estados Unidos, donde hizo prosperar su negocio familiar. Sus contactos internacionales y su habilidad lo situaron en lugares estratégicos durante las dos guerras mundiales. Fue impulsor de la colaboración franco-británica en el aprovisionamiento, gestión y coordinación del esfuerzo aliado en ambas confrontaciones. Pero, conocedor como nadie de lo infructuoso del conflicto, participó en los años 20 en la creación de la Sociedad de Naciones y luchó, desde el final de la Segunda Guerra Mundial por la colaboración entre Francia y Alemania para evitar que el enfrentamiento se repitiese. Impulsó la CECA, Comunidad Europea del Carbón y del Acero, de la que fue el primer presidente. Se enfrentó con De Gaulle por su oposición a la Comunidad Europea de la Defensa, rechazada por el parlamento francés en 1954 y, en fin, creyó que los intereses económicos comunes podrían traer paz duradera a Europa.

Jean Monnet pensaba que las crisis eran la oportunidad perfecta para poner en práctica iniciativas valientes, imposibles en otras circunstancias. Y creía que la Unión Europea debía ser un área abierta al mundo y socio clave en las negociaciones internacionales. Muy lejos del proteccionismo y el aldeanismo que aqueja hoy en día a los gobernantes (que no líderes) que nos han tocado en suerte (o más bien en desgracia), Monnet supo combinar altas dosis de pragmatismo y de visión política, invocando la integración económica como mecanismo para tejer la unión política a largo plazo.

El pasado día 1 de marzo la Comisión Europea presentó el Libro Blanco sobre el Futuro de Europa con la vista puesta en 2025. Dicho documento tiene mayor relevancia, en mi opinión, de la que se le ha dado hasta ahora. Se trata de la respuesta al Brexit y, en general, a la incertidumbre política, por parte de la Comisión, la institución europea que tiene la responsabilidad de llevar la iniciativa en la UE. La propuesta contiene, como puede verse en el carrusel de imágenes justo debajo de estas líneas, cinco escenarios posibles sobre la dirección a tomar en el proceso de integración europea. Cada uno de ellos tiene diferentes implicaciones no sólo en la vertiente económica, sino también en los ámbitos de política exterior y defensa, así como en política interior. Simbolizado por la forma y tamaño de las banderas europeas situadas sobre cada una de las columnas, los efectos de un rumbo u otro son bien distintos. 

La primera propuesta supone continuar al ritmo actual, con un progreso moderado y condicionado por los límites presupuestarios y de capacidad de decisión. La segunda opción, la más limitada, implica consolidar el Mercado Interior, pero sólo en sus vertientes de libre circulación de productos y capitales. Se volvería a la bilateralidad en la política exterior y de seguridad, así como en la circulación de personas, servicios e inmigración. El tercer escenario se podría llamar enfoque “a varias velocidades”, de manera que aquéllos que quieran profundizar en la integración lo hagan, mientras que los demás se mantendrían al ritmo actual (como el primer escenario). Una cuarta opción supondría limitar las áreas comunes pero profundizar en ellas. Sin embargo, en otras áreas (como empleo o política social), el papel de la UE se reduciría. Finalmente, el quinto escenario significa hacer mucho más juntos, esto es, reforzar y avanzar en todas las áreas, creando no sólo la Unión fiscal, Financiera y Económica, sino también la Unión Europea de la Defensa, el viejo proyecto abandonado en los años 50.

En mi opinión, el documento ha sido injustamente criticado por parecer que en lugar de plantear una hoja de ruta clara, genera más incertidumbre. Sin embargo, no se trata, como puede dar la impresión a primera vista, de plantear diversas opciones abiertas igualmente válidas para el futuro de la UE en un momento de desconcierto y desmembración. Muy al contrario. Aunque de forma muy concisa, en el documento se ponen ejemplos concretos de las implicaciones que tendrían la aplicación de cada una de las opciones descritas y, de forma bastante clara, la Comisión opta por el quinto escenario: completar el proceso de integración, siguiendo las líneas ya planteadas en el Informe de los Cinco Presidentes de 2015. De hecho, durante los próximos meses se publicarán otros documentos sobre los asuntos clave: la dimensión social de Europa (en abril), aprovechar la globalización (mayo), la Unión Económica y Monetaria (también en mayo), el futuro de la defensa en Europa (junio) y el futuro de las finanzas en la UE (finales de junio).

Tampoco coincido completamente con la interpretación que se ha dado a los resultados de la cumbre de Versalles del pasado martes: más que optar directamente por una Europa a varias velocidades, lo que los jefes de estado o de gobierno de Alemania, Francia, Italia y España han declarado es que ellos quieren profundizar en la integración, anticipando su posición sobre el Libro Blanco antes de que comience el debate. Es más bien un aviso: que se acabe optando por varias velocidades sería, llegado el caso, responsabilidad de otros países que no quieran o no puedan tomar las decisiones necesarias para culminar el proceso de unión política que Jean Monnet, entre otros, inspirara allá por mitad del siglo pasado.

Han pasado muchos años y los europeos hemos olvidado, al menos en parte, las razones que llevaron a Churchill y a Monnet a compartir la idea de que un proyecto federal era la única opción de futuro para Europa. Tal y como ha evolucionado la situación social y política en los últimos años, no puedo sino pensar que los ciudadanos europeos estamos huérfanos de estadistas de la talla de los que vivieron en aquella época convulsa.

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