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ENTREVISTA

Alberto Montero: Mediterráneo sombrío

El músico valenciano presenta este miércoles su cuarto disco Arco Mediterráneo en la sala 16 Toneladas con Ramírez como acompañantes

15/12/2015 - 

VALENCIA. Nació en Valencia, vivió durante muchos años en Port de Sagunt y ahora reside en Barcelona. La trayectoria vital de Alberto Montero dibuja un Arco Mediterráneo que ahora da nombre también a su cuarto disco en solitario –el músico formó parte anteriormente de la banda de rock psicodélico Shake–, publicado a finales de octubre por el sello BCore. “El Mediterráneo ha sido un elemento muy importante en mi vida cotidiana, es un recorrido que siempre he tenido muy presente”, explica Montero.

Más allá de los aspectos biográficos, el nombre del álbum remite de manera clara a la exigencia del corredor mediterráneo, una demanda descentralizadora que han enarbolado algunos miembros del actual gobierno valenciano como el secretario autonómico de Vivienda, Obras Públicas y Vertebración del Territorio Josep Vicent Boira, quien fuera profesor de Montero durante su paso por la Universitat de València como estudiante de Geografía.

En su etapa académica, el músico se empapó del discurso de unos docentes que reclamaban la importancia de este tipo de infraestructuras que romperían con la lógica estatal centralista. Sin embargo, el Arco Mediterráneo del músico tiene más que ver con lo personal que con lo político: “hablo de mi corredor particular, aunque la del tren es una reivindicación a la que también me sumo”.

De la misma manera que las ciudades donde ha vivido vertebran la biografía de Montero, tres canciones homónimas ponen orden a Arco Mediterráneo en un intento de conceptualización del álbum que se fue diluyendo durante su proceso creativo. Los tres temas, variaciones de una misma melodía, responden a la idea de la mediterraneidad no como un componente refulgente, sino desde una oscuridad que remite a algunos elementos de la Grecia clásica o a ciertos rituales paganos. “Siempre se ha hablado de mi música como algo mediterráneo, pero yo nunca he visto esa luminosidad”, afirma el músico.

Otras etiquetas recurrentes a la hora de hablar de la obra de Montero son el folk, la psicodelia, el pop de base anglosajona, la música clásica e incluso los cancioneros medievales. Una amalgama de géneros cuyo uso el músico no considera desacertado. “Es difícil definir mi música, están muy presentes en ella las cosas que me gustan y a veces puede sonar un poco raro combinar todos esos elementos”.

En esa mescolanza estilística la música popular latinoamericana tiene un notable peso. El músico mantiene una relación especial con Sudamérica en lo personal –su mujer es de Santiago de Chile– y en lo artístico –la influencia del cantante y guitarrista argentino Luis Alberto Spinetta fue, junto a la de otros referentes como Vainica Doble, determinante en el paso del inglés al castellano que Montero realizó en su segundo disco–. “Spinetta es muy importante en Argentina y aquí no ha tenido prácticamente ninguna repercusión. Hay un continente casi entero que habla nuestro idioma y en España le damos la espalda”, protesta.

Los lugares geográficos son un motivo constante en los temas de Montero, que se considera antes músico que letrista. “Me muevo mucho en el campo de la abstracción, los paisajes me sirven como herramienta para evocar sensaciones e imágenes. Mis canciones a veces tienen mucho de banda sonora”. Quizás por ese componente intimista, el músico prefiere tocar en espacios pequeños y autogestionados que en salas comerciales o grandes festivales. “La gente que lleva esos sitios se dedica a ello con mucho amor y cariño, de una manera muy alejada del simple negocio, allí te sientes muy bien tratado", explica el artista, que pone como ejemplo el Liceo Mutante de Pontevedra.

No en vano, Montero ha desarrollado gran parte de su carrera en ambientes cercanos al punk i al hardcore y eso se nota en su filiación discográfica y en las compañías de las que se rodea. Sin ir más lejos, el batería de su banda no es otro que Marcos Junquera de Betunizer. Por ello no es de extrañar que su propuesta haya llegado a locales del circuito independiente de Valencia como La Llimera o Magazine. Aún así, puesto que vive en Barcelona, a Montero le resulta difícil sentirse miembro del panorama local: “al final parece que no formas parte de ninguna escena, pero Valencia y Barcelona son mis dos ciudades y eso también se nota a nivel de público, que suele responder de manera más entusiasta en estos sitios”. La presentación de Arco Mediterráneo este miércoles en la sala 16 Toneladas, donde además de Montero tocarán los también valencianos Ramírez, es una buena oportunidad para comprobarlo. 

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