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 EL PEOR DE LOS TIEMPOS / OPINIÓN

Alfabetizar en tecnología: una tarea pendiente

Que los jóvenes de hoy en día sean nativos digitales y grandes consumidores de tecnología no significa que estén realmente formados en ella y puedan crearla

24/01/2016 - 

Basta echar un vistazo a una parada de metro o de autobús para observar que la mayoría de los que allí esperan han sacado su dispositivo móvil y se encuentran enfrascados en alguna actividad relacionada con el uso de la tecnología. Si juzgásemos por estos y otros parámetros semejantes, podríamos pensar que el grado de alfabetización tecnológica de la población española es elevada. 

En realidad esto no es así o, al menos, cabría matizarlo. Resulta bastante claro que los ciudadanos españoles tenemos la costumbre de abrazar con entusiasmo los nuevos gadgets tecnológicos, seríamos lo que se conoce como “early adopters”. No obstante, concluir que eso implica que saquemos partido y manejemos con soltura dicha tecnología es otra cosa muy distinta. Y no digamos su uso profesional, como herramienta de trabajo que contribuya a aumentar nuestra productividad. En eso, lamentablemente, nos situamos bastante a la cola de nuestros socios de la OCDE: según un reciente estudio titulado 'Informe Diagnóstico sobre la Estrategia de Competencias de la OCDE. España 2015', a pesar de que un 40% de la población joven (entre 24 y 35 años) tiene estudios universitarios, “son pocos los que han adquirido el alto nivel de cualificación necesario para integrarse en la economía y en la sociedad” (página 19 del resumen ejecutivo). Asimismo, los trabajadores jóvenes españoles hacen un menor uso de dispositivos informáticos en el entorno laboral que sus homólogos de otros países. En gran parte porque los puestos de trabajo en España, comparados con otros países, aplican pocas técnicas innovadoras. 

Frente a una media del 95.8% de la OCDE, el 97.9% de los hogares ESPAÑOLES tenía, al menos, un ordenador

Por lo que se refiere a la alfabetización digital de los jóvenes, otro estudio de la OCDE se centra en este aspecto. En el informe titulado 'Estudiantes, Ordenadores y Aprendizaje: Conectando' se presentan, entre otros, los resultados de PISA 2012 relacionados con la lectura y las matemáticas utilizando ordenadores y aplicados a escolares de 15 años. España no está equipada de forma deficiente: frente a una media del 95.8% de la OCDE, en España el 97.9% de los hogares tenía, al menos, un ordenador y cada estudiante pasa algo más de 100 minutos al día usando internet en casa, también por encima de la media. Lo mismo ocurre en el colegio: la media de la OCDE es 25 minutos al día y en España se sitúa en 34. Países como Finlandia, con altos resultados educativos, dedica sólo 18 minutos en la escuela al ordenador y 99 en casa.

Sin embargo, los resultados de los alumnos españoles se asemejan mucho a los que suelen obtener en las pruebas regulares de PISA: en lectura digital, 466 puntos (497 es la media de la OCDE) y 475 en matemáticas. También proporciona otros datos más generales: por lo que se refiere a los jóvenes de entre 16 y 29 años, los españoles no poseen las capacidades suficientes para usar eficientemente Internet (más del 12.5% no sabe dónde acudir para informarse). También se sitúan por debajo de la media en las habilidades informáticas. Sin embargo, 9 de cada 10 jóvenes de 16 años tiene un “smartphone”. 

Cómo mejorar

¿Qué se puede hacer para que mejore la formación digital de nuestros jóvenes? Es interesante el artículo que ha publicado Gavin Patterson, director ejecutivo de BT en Project Syndicate. Señala la paradoja antes apuntada: que los jóvenes de hoy en día sean nativos digitales y grandes consumidores de tecnología no significa que estén realmente formados en ella. No basta con que sean usuarios pasivos, deben tener capacidad creativa. Precisamente la alfabetización digital consiste no sólo en tener acceso a la tecnología, sino también estar familiarizado con los fundamentos de su funcionamiento y beneficiarnos del impacto social que ésta tiene en todos los ámbitos: educación, trabajo y relaciones interpersonales. Asimismo, valorar este conocimiento como otro más de los necesarios para manejarnos en la sociedad actual y desarrollarnos de forma plena. De la misma forma que se ha erradicado el analfabetismo gracias al acceso universal a la educación, nuestro sistema tiene que ser capaz de que, gracias al sistema educativo, no haya analfabetos digitales.

Dado que la mayoría de los jóvenes se interesan por la tecnología y están dispuestos a aprender más, se cuenta con una ventaja. ¿Qué se puede hacer? El sistema educativo español ya ha ido incorporando progresivamente el uso de tecnologías en la enseñanza, pero para el salto desde el uso pasivo de dispositivos al activo (es decir, escribir código) hace falta algo más. En Gran Bretaña, país mejor situado que el nuestro en alfabetización digital, se encuentran inmersos en una campaña para mejorarla basada en tres ejes: motivar a los niños, ayudar y formar a los profesores y dotar tecnológicamente a las escuelas. Y en esta campaña participan no sólo los poderes públicos implicados, sino las propias empresas tecnológicas británicas, las familias y la sociedad civil en general, es decir, todos los implicados. 

es fundamental convencernos de que los jóvenes deben adquirir técnicas PARA beneficiarse de las  tecnologías

Por todo ello, es fundamental convencernos de que los jóvenes deben adquirir y dominar las técnicas que les permitan beneficiarse de las nuevas tecnologías. De hecho, en el futuro, lo que va a distinguir a los trabajadores altamente cualificados de los carentes de cualificación será la capacidad para diseñar soluciones digitales, así como crear algoritmos que las adapten a sus necesidades. Para que esto sea posible, el sistema educativo deber proveer la necesaria capacidad de razonamiento avanzado, así como herramientas para la resolución de problemas que requieran el manejo de lenguaje simbólico y formal. Y esto implica una buena formación matemática. Pero, cada vez más, también es necesario que los jóvenes no sólo usen internet como medio de comunicación, sino también (y ya lo hacen) para adquirir información. Lo más difícil es que puedan navegar de manera crítica por la red y que sepan diferenciar las fuentes fiables de las que no lo son. También esto debe aprenderse en las escuelas. Y ello no se consigue simplemente estando más expuesto a internet, sino usándolo de forma crítica y habiendo adquirido previamente habilidades cognitivas avanzadas y pensamiento abstracto. 

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