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80 años del congreso de intelectuales

Cuando València fue la capital cultural del mundo libre

4/07/2017 - 

VALÈNCIA. No fue el primero. Fue el segundo. Sin embargo para el imaginario colectivo el Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura tiene su alfa y omega en València. 110 delegados de 28 países se dieron cita para convertir a la ciudad en la capital cultural del Occidente libre. Anna Seghers, Heinrich Mann, Pablo Neruda, Vicente Huidobro, Nicolás Guillén, Antonio Machado, Jacinto Benavente, María Teresa León, José Bergamín, Rafael Alberti, Juan Gil-Albert, Miguel Hernández, María Zambrano, Ramón Gaya, Anna Louise Strong, André Malraux, Tristan Tzara, W. H. Auden, Silvia Townsend Warner, Octavio Paz, César Vallejo, Alexis Tolstoi… la nómina es impresionante. El presidente de la República Juan Negrín hablaba en el hemiciclo municipal, y ellos le escuchaban. Los ojos del mundo estaban sobre la ciudad que tomaba el relevo de París, donde dos años antes se había celebrado el primer congreso.

Este martes se cumplían ochenta años de aquella cita, ocho décadas de un momento único en la historia de la ciudad y clave en el devenir del siglo XX. La efeméride, de hondo alcance, de reconocimiento internacional, fue recogida por medios como la BBC. Pero también era día para recordar el tributo posterior, el que se realizó en 1987 en València. Cuentan quienes le conocieron que mediados los años ochenta el productor valenciano Ricardo Muñoz Suay se obsesionó con organizar una edición homenaje a aquel congreso, que tendría lugar con motivo del medio siglo del encuentro. Él sabía la importancia de aquella cita histórica. Él era consciente de su valor simbólico. Con ella la ciudad se presentaba de nuevo al mundo. La guerra había quedado atrás; la dictadura, muerta con el dictador. En el “recién estrenado Palau de la Música”, recordaba el alcalde de València, Joan Ribó, se daba fe de aquel instante en la historia, ese momento que ha llegado hasta nuestros días en viejas fotografías, imágenes de noticiarios, y en los párrafos de las memorias de muchos de sus protagonistas.

El evento conmemorativo 80 Anys en Defensa de la Cultura, celebrado este martes en el Ayuntamiento de València, sirvió pues de doble tributo: primero al congreso original y después a su memoria. El acto, presidido por el alcalde de València y por el President de la Generalitat, Ximo Puig, y que contó con la presencia, entre otros, de Carmen Negrín, la nieta de Juan Negrín, fue primero un tributo y después un recordatorio. Entre los asistentes, los conselleres Vicent Soler y Gabriela Bravo, el ex president de la Generalitat Joan Lerma, el ex alcalde de València, Ricard Pérez Casado, el ex conseller de Cultura, Ciprià Ciscar, además de descendientes de asistentes a aquella convocatoria. Junto a ellos buena parte de los concejales y concejalas del Govern de la Nau, representantes de los grupos políticos de la oposición municipal, y escritores como Ferrán Torrent, Fernando Delgado, Vicente Muñoz Puelles, Francesc Pérez i Moragón o Alfons Cervera, entre otros. 

Pérez i Moragón, comisario de la conmemoración, habló de las actividades previstas dentro del ciclo, que incluyen cine, exposiciones, edición de libros, etc., y presentó el único documento audiovisual que queda de aquel congreso que se inició el 4 de julio de 1937: un noticiario ruso. Tras él tomó la palabra el escritor Muñoz Puelles, sobrino de Ricardo Muñoz Suay, quien recordó los ataques que en la actualidad sufre el mundo de la cultura “que hubieran entusiasmado a los cínicos de la antigua Grecia” y habló de cómo los asistentes al Congreso “lucharon por sus ideales con los herramientas que les proporcionaba su oficio.” No todos, claro, porque como recordó Paul Preston en un vídeo, algunos parecían más turistas que otra cosa. Fueron los menos. La norma fue el comportamiento de escritores como Malraux, quien se implicó tanto aquellos años, les tenía tanto afecto, que siempre encontró un momento para hablar con sus amigos de entonces. Incluso cuando fue ministro con De Gaulle, tuvo siempre un hueco en su agenda para su querido Max Aub.

Dentro del simbolismo de la jornada, como hace 80 años los asistentes a la conmemoración acudieron este martes a una representación de la obra Mariana Pineda, de García Lorca, y recordaron el bombardeo que acompañó el inicio del congreso con una visita al refugio recién rehabilitado en el propio Ayuntamiento. Flotaba en el aire el recordatorio a la magia que hizo que ese espacio, que días antes había sufrido un bombardeo, mutase en sitio de encuentro de la intelectualidad occidental. “Creo que en esta conmemoración en el mismo lugar donde comenzó aquel congreso en medio de una guerra”, dijo Ribó “se han puesto de manifiesto algunos valores como la necesidad de la defensa de la cultura, la defensa de la libertad, la defensa de los valores republicanos”. “Eso es algo muy importante”, añadió. 

Una importancia a la que también aludió Puig, quien hizo un recordatorio a aquellos días en los que la ciudad fue “la capital mundial de la  lucha contra la barbarie, de la cultura frente a la intolerancia”, para añadir que este momento histórico “tenemos que verlo también como un símbolo de lo que quiere ser València, de un nuevo paradigma de la Comunitat Valenciana que tiene que ver con la cultura, con los valores de la justicia y la libertad, con la voluntad de acabar con las nuevas barbaries que nos amenazan y nos atenazan, como el cambio climático, los populismos proteccionistas o la actitud de tantos agentes movidos por el odio en el mundo”. 

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