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opinión

El 'Brexit' y el nuevo orden mundial

El socio director de la consultora valenciana AVD Consultores invita a reflexionar sobre lo sucedido en el Reino Unido con el 'Brexit, tomando en cuenta el nuevo orden mundial al que nos dirigimos bajo una nueva realidad

15/07/2016 - 

VALENCIA. Tras la victoria del 'Brexit' del pasado mes de junio, seguimos en estado de shock analizando desde todos los puntos de vista posibles las consecuencias de la salida de Reino Unido de la Unión Europea (UE). 

Más allá de los miles de análisis de los más avezados economistas y 'geopolíticos' del mundo, desde mi punto de vista la reflexión debe ir un poco más allá e intentar entender el 'Brexit' como un elemento más de cómo el nuevo orden mundial al que nos dirigimos cambiará la manera de relación entre estados, organizaciones y lobbies de toda índole. La victoria del 'Remain' no es más que una consecuencia de esta nueva realidad de relaciones 'supraestatales'.

Todo esto contrasta con la realidad del mundo y hacia donde nos dirigimos. Estamos entrando en un mundo postglobalización. La integración de Europa central y del este y China en la economía mundial durante el último cuarto de siglo ha provocado una expansión comercial récord, transformando las bases de las relaciones comerciales a través de cadenas de suministro flexibles, flujos marítimos masivos de mercancías  y propuestas comerciales transhemisféricas como la Asociación Transpacífico y la Asociación de Comercio e Inversión Transatlántica. 

Sin embargo, el crecimiento del comercio mundial ha estado en un relevante declive estructural desde el inicio de esta última gran crisis. Frente a esta desaceleración en el crecimiento, los países en vías de desarrollo y el mundo desarrollado todavía seguirán buscando nuevos mercados. Pero este camino será más lento y complejo debido a una mezcla tempestuosa del conflicto político dentro de los estados, las divergencias geopolíticas entre ellos y, a más largo plazo, los cambios tecnológicos que seguirán transformando, cada vez más rápidamente la manera en que consumimos, construimos y comerciamos a nivel internacional. El concepto 'westafaliano' de frontera política, vigente durante estos últimos cinco siglos, dejará de tener relevancia. Estamos en una sociedad basada en 'puentes' (conectividad) y no de fronteras políticas. 

La dimensión política es ya evidente en el aumento de las voces antisistema en todo el mundo y en las divergencias geopolíticas existentes. El 'Brexit' ha sido un catalizador para la fragmentación de Europa, aunque ni mucho menos el desencadenante. El continente o más concretamente la UE ya estaba en proceso de división. El Reino Unido, una isla que siempre se ha caracterizado por mantener a una distancia considerable de 'maquinaciones' continentales, ha sido la primera en separarse aunque no olvidemos que su situación dentro de la UE siempre ha sido un tanto 'especial' por estar fuera del euro y de la Zona Shengen.

En los próximos años, bloques de países con intereses afines se unirán para conformar de nuevo el mapa europeo  y mundial. Un nuevo mapa basado en la 'conectividad' entre estados. La principal realidad de la era en la que vivimos se fundamenta en que cada país, cada mercado, cada medio de comunicación o cada recurso natural está conectado y esos flujos de conexión son los que marcan sus relaciones más allá de las fronteras políticas.

Vulnerabilidades

Rusia sigue inmersa en una contínua confrontación con Occidente consecuencia de sus propias vulnerabilidades geopolíticas; está en proceso de aislarse económicamente del oeste mientras intenta buscar vínculos con economías emergentes de tintes políticos afines, espacialmente China. Pero China, de manera inteligente, se está integrando de manera cautelosa con Occidente desde un punto de vista económico pero sin dar la espalda por completo al bloque ruso. 

China sabe que las reservas energéticas árticas son claves para su futuro y en ello Rusia tiene una situación geográfica clave. A pesar de que todavía se centra en el comercio exterior, Beijing está trabajando en un plan a largo plazo para ascender en la cadena de valor y ser más autosuficientes en la alimentación de su amplia base de consumidores: al mismo tiempo que buscan crear alternativas a las instituciones de 'lending' dominadas por Occidente, así como instituciones legales y regulatorias.



El cambio gradual en el perfil económico de China es parte de un cambio tecnológico más amplio que transformará el mundo. Como Corea del Sur y Japón, China ha seguido un camino tradicional en la escala de producción, aprovechando un mundo que opera en relación a largas cadenas de suministro y mano de obra barata para producir componentes y ensamblar piezas de productos de bajo valor con la vista puesta hacia una producción de mayor valor añadido. Pero los avances en la automatización, la robótica avanzada y tecnologías de software están dando forma a un futuro basado en cadenas de suministro más cortas para hacer más productos en menos lugares más cerca del consumidor. 

Estados Unidos, Europa del norte y parte de Asia llevarán a cabo esta transformación tecnológica en las próximas décadas; mientras a gran parte del mundo en desarrollo les resultará cada vez más difícil alcanzarlos. Las cadenas de suministro regionalizados encajan en un mapa del mundo más dividido en el que los países desarrollados tendrán más opciones para desarrollar sus economías a través de bloques comerciales más pequeños y tal vez políticamente compatibles. 

Hacia el equilibrio

Y así, con el tiempo, los patrones familiares del mundo globalizado postGuerra Fría van a cambiar hacia ese mundo post globalización. A medida que los conflictos en el mundo en desarrollo continúen, y que los países tratan de equilibrar los retos demográficos con presiones sociales, las naciones desarrolladas serán mucho más selectivas con quién deciden aliarse a todos los niveles. Las ambiciones de los acuerdos comerciales interregionales serán más atemperadas, y los méritos de los proyectos de integración entre países, desde la Unión Europea hasta la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático se llevarán a cabo bajo criterios más selectivos.

Algunos entenderán esta proyección del mundo como una regresión después de décadas de progreso. Pero desde mi punto de vista no deja de ser una selección natural dentro de unas reglas de juego que han cambiado en muy poco tiempo. Europa ha oscilado desde el extremo horrible de la guerra al otro extremo, uno que trata de convencerse de que las cuestiones de soberanía e identidad nacional fueron fricciones que podrían ser suavizadas a través de la unión federal. China ha oscilado de la agitación económica a un nivel de destreza global. 

El mundo en general ha oscilado desde un comercio atemperado hacia un mundo globalizado. Como sugería Friedman, pensemos en un péndulo oscilante. Cuanto mayor sea la oscilación, más tiempo se tarda en llegar al centro. Entre dos extremos siempre se encuentra un punto de equilibrio. Tal vez hacia ahí es donde se dirige el péndulo mundial.

Ignacio González Ochoa es socio director de AVD Consultores

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