GRUPO PLAZA

ENTREVISTA A Ramón Jáuregui, eurodiputado y experto en RSE

“El gran reto de nuestra sociedad es hacer compatible productividad y cohesión social”

3/11/2015 - 

VALENCIA. Mitos y verdades de la Responsabilidad Social de la Empresa junto al reto actual que representa el modelo de la Economía del Bien Común. Un panel de expertos encabezado por el eurodiputado Ramón Jáuregui analizaron en Valencia el presente y el futuro del papel social de las empresas en un marco de globalización donde las corporaciones tienen cada vez un mayor impacto social y ecológico. Jáuregui abrió el debate en el marco de la jornada organizada por la Fundación Novaterra, dedicada a la inserción laboral de personas en riesgo de exclusión y cuya labor depende, en buena medida, de la contribución de las empresas en materia social.

-¿Qué opina del modelo de la Economía del Bien Común frente a la Responsabilidad Social de la Empresa (RSE)?

-Yo pienso que la EBC es una estadio evolutivo de la RSE más avanzado, con un fondo filosófico mayor, con una ambición conceptual más interesante en la medida en que se plantea como un modelo alternativo a la economía de mercado sin cuestionar el mercado y aceptando en gran parte el rol de la empresa en la economía. En mi opinión es un proceso más avanzado de responsabilidad social que trata de impregnar al conjunto de la sociedad en la idea de la economía porque exige a la empresa unos valores prioritarios al propio beneficio. Valores como el empleo, la innovación, el combate de la exclusión, etc. Coloca a la empresa frente al espejo de su responsabilidad con la sociedad, y concreta más que la RSE la intervención pública y la obligatoriedad de ser responsables. Sin embargo, los problemas  que puede tener para su desarrollo real creo que son muy parecidos a los que hemos tenido en la RSE. Es un tema para el debate. Con todo, el  gran reto de la sociedad en la que estamos es hacer compatible productividad y cohesión social, y esta ecuación tan difícil y tan bella por otra parte es la que guía la EBC.

-¿Todo lo que parece Responsabilidad Social de la Empresa lo es realmente?

-Absolutamente no. De hecho, estamos sufriendo un problema de devaluación de la idea en gran parte porque ha habido una confusión conceptual muy grande y ha habido mucha acción social y poca responsabilidad social. La confusión entre acción social , considerada como una aspecto colateral de la actividad de la empresa ha perjudicado la concepción de una responsabilidad integral de la empresa que tiene que configurar toda su actividad. Hay una frase que creo que lo define bien, “no me digas qué haces con tus beneficios, dime cómo los obtienes”. Pienso que esta frase explica realmente la confusión conceptual que se ha producido y que en mi opinión ha devaluado peligrosamente la idea de la responsabilidad social.

-¿Qué obstáculos observa usted actualmente para que esa responsabilidad se implemente realmente en la sociedad y en las organizaciones empresariales?

-En primer lugar,  creo que no hay una sociedad civil suficientemente vertebrada que premie y castigue los comportamientos responsables e irresponsables. Para mi, este es el núcleo del problema. Cuando las compañías no obtienen resultados de su esfuerzo por la responsabilidad social, sean estos económicos o sean reputacionales, cuando la empresa no percibe que sus esfuerzos en esta materia son premiados por la sociedad, su estímulo para seguir trabajando en responsabilidad social decae. Este es el problema principal. Yo añadiría en la misma linea que los comportamientos irresponsables no están suficientemente castigados por el mercado, y eso nos hace pensar en la conveniencia de que haya observatorios, índices objetivos con capacidad y credibilidad para dirigirse a la sociedad y denunciar los comportamientos reprochables. A mi me parece que esto nos falta. Porque seguramente, la sociedad no tiene suficiente confianza y tampoco hay mucha colaboración de los medios de comunicación con esta idea. Este podríamos decir que es el núcleo más problemático de estas ideas, sea la RSE o la EBC. La sociedad no es receptora de esos valores.

-Respecto a las grandes multinacionales corporativas, usted sostiene  que “una ciudadanía empobrecida por la crisis no puede encima ser burlada con una ingeniería fiscal diseñada para eludir los impuestos de sociedades”. Parece más bien una lucha entre David y Goliat.

-En parte, sí. Las multinacionales se han hecho muy grandes, superadoras del estado-nación y de sus mecanismos limitados. El tema de la fiscalidad es probablemente uno de los escándalos más grandes que se han producido en los últimos tiempos y finalmente se ha puesto de manifiesto algo que ya intuíamos, y es que las multinacionales tenían una ingeniería fiscal muy agresiva contra las haciendas públicas y obtenían acuerdos de los estados que competían entre sí para atraerlos y relocalizarlos. En el seno de la propia Unión hemos comprobado que estamos haciéndonos competencia desleal unos a otros en perjuicio de las haciendas públicas y de los ciudadanos. 

Efectivamente, los ciudadanos, con la crisis han elevado su nivel de indignación contra el sistema. Esto es una evidencia. La crisis ha puesto de manifiesto muchas cosas que están muy mal y a la gente esto le cabrea cada vez más. La fiscalidad agresiva de las multinacionales ha sido la gota que ha colmado el vaso. Este contexto de indignación, general en Europa,  por lo que yo llamaría la devaluación del contrato social clásico de la segunda mitad del siglo XX, es lo que genera un contexto de reclamación a las compañías de un comportamiento social. Eso es lo que la EBC quiere aprovechar como palanca de impulso hacia esa idea.

-Hablando del contrato social al que hacía referencia, ¿cree que es necesaria una revisión o más bien una refundación del sistema económico y social?

-Yo soy muy poco adanista en el sentido de que haya que crearlo todo nuevo. España vive en estos momentos una preocupante tentación de hacerla toda de nuevo pensando que lo que hemos hecho en estos 35 años, el estado autonómico, la constitución,  tiene que cambiarse de raíz. Esto no es posible. Las teorías evolutivas o reformistas son las razonables en mi opinión, y con el contrato social europeo que se diseñó en la segunda mitad del siglo XX pasa lo mismo. Está sufriendo una erosión enorme, el modelo laboral está en una depauperación progresiva, en la globalizacion económica y en el dumping social que se genera. La sostenibilidad de las prestaciones públicas está en riesgo. Entonces, todo esto que ha configurado una manera de ser de Europa, una manera de ser faro civilizatorio, derechos humanos, más democracia etc, está sufriendo por el crecimiento de la desigualdad y por la devaluación del marco de protección de las clases menos favorecidas. ¿Cómo se reconstruye eso?

Pues esa es la gran tarea del momento. Yo, para decirlo en dos palabras, creo que no podemos prescindir de las empresas como aliadas de una reforma social inteligente. No creo en modelos alternativos a la economía de mercado, no los conozco, no sé dónde existe eso, y por tanto, desconfío enormemente de esos panfletos y sin embargo, valoro las experiencias como Novaterra. Y creo que el contrato social en Europa requiere muchas reformas que el nuevo mundo nos impone. 

-Ha citado usted la Fundación Novaterra. ¿Qué opinión le merece su labor en el campo de la inserción laboral vinculada en buena parte a la responsabilidad social de las empresas?

-En primer lugar, creo que Novaterra está haciendo un trabajo extraordinariamente importante en relación con las personas más excluidas socialmente y con más dificultades de inserción laboral y por tanto social. Incorporar la responsabilidad social como parte de su proyecto me parece muy inteligente y muy pragmático porque incorporar a la empresa desde su perspectiva de responsabilidad social con el entorno puede facilitar esa inserción laboral.

Noticias relacionadas

next

Conecta con nosotros

Valencia Plaza, desde cualquier medio

Suscríbete al boletín VP

Todos los días a primera hora en tu email


Quiero suscribirme

Acceso accionistas

 


Accionistas