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cuando lo bueno y lo malo es relativo

El idilio entre la serie B y los tiburones: las 10 mejores peores 'shark-movies'

Grabo, luego existo, sería el lema de esta categoría. Los directores graban primero y en postproducción piensan la lógica de la cinta, por lo que gazapos, agujeros en el argumento y planos metidos con calzador se suceden ante los ojos de un espectador incrédulo, que no puede apartar la vista del sinsentido

19/08/2016 - 

VALENCIA. La serie B rescató a una industria cinematográfica estadounidense arrasada por la Gran depresión y este formato comercial, de poco presupuesto y efectos especiales que horrorizarían a un estudiante de diseño gráfico, todavía tiene fieles seguidores que lo mantienen a flote. Este escenario solo se da con este género, no necesita estrellas de Hollywood como las comedias románticas o documentación como el thriller psicológico, ni siquiera la ciencia tiene cabida en estas películas, cuanto más absurda, mejor. 

Clásicos como Tiburón o Jaws se quedan cortas en nuestros días, porque hay cintas tan grotescas donde las situaciones más dramáticas son totalmente desvirtuadas, como si Luces de Bohemia fuera llevado al extremo. Los tiburones no son los únicos que navegan en las profundidades del género, pero al margen de las serpientes, son los animales más explotados. Birdemic, esperpento de Los pájaros de Hitchcock, es una película amateur sobre águilas y buitres asesinos que ha encontrado un hueco en Internet gracias a sus efectos rudimentarios; o Zombeavers, castores y zombies en una misma amenaza; también podrían ocupar varias tardes de verano. Títulos que son bromas prolongadas que pueden resultar muy cargantes si no se entra en su juego. Los amantes del cine ochentero están de suerte, pues los estereotipos del cine de terror de la época plagan estas obras. 

Un bodrio dorado, oscarizado

Sharknado y sus secuelas se han convertido en un parangón del género, durante hora y media consiguen estirar una trama quimérica. Un nuevo fenómeno meteorológico mitad tiburón, mitad tornado, que inunda (de agua y tiburones antropófagos) la ciudad de Los Ángeles. ¿El resultado? Mucha sangre, platós encharcados y exteriores secos e imágenes de archivo, repetidas, de catástrofes reales. La primera entrega fue una joya, se convirtió en la película más tuiteada de la historia. Su director, Anthony C. Ferrante también ha dirigido las siguientes tres descendientes y todo nació bromeando con su amigo Jacob Hair, que por aquel entonces trabajaba como guionista en Padre de Familia. La cinta, encargada por la cadena de televisión SyFy y bajo la productora The Asylum, conocida por financiar tesoros del terror; acaba con un final apoteósico, donde todo espectador acaba aplaudiendo entre lágrimas. 

Sharknado 4. 

La segunda ronda, también tenía diálogos irrisorios:  "¿A qué huele un tiburón? Yo creo que tiene que oler a pollo, salmón o arenque". Salvando a Nueva York de esta tormenta animal, renueva parte del elenco y Fin (Ian Ziering) -aleta en castellano- continua siendo el héroe salvador. El cast son actores principiantes o estrellas de décadas anteriores venidas a menos, Ziering se dio a conocer en la televisión, en Sensación de Vivir; y Tara Reid (April) en American Pie, también fue participante del Gran Hermano Vip inglés en 2011. 

Sin duda, la mejor de la saga es la tercera parte, Sharknado 3: Oh hell no!. Con un arranque in media res, los tiburones amenazan la presidencial Washington desde el primer minuto y Fin ya tiene trabajo, "Señor Shepherd, el presidente quiere verle enseguida". Las frases patrióticas y las banderas se combinan con la mofa, retratos de George Washington y Abraham Lincoln como tablas de surf para que la primera dama sorteé los tiburones, bustos de expresidentes como escudos contra las fauces o escualos en el regazo del monumento a Lincoln. El conflicto es cada vez mayor, pues se trata de una tormenta tropical en el Mar Atlántico que amenaza la costa este del país, desde D.C. hasta Florida, haciendo una parada obligatoria en el parque de atracciones de Orlando. Entre un presidente cuya máxima preocupación es el clima y la creación de la Orden de la Motosierra (arma principal contra las criaturas digitales marinas), el matrimonio protagonista viaja a la luna con David Hasselhoff para luchar contra la invasión desde el espacio. El aterrizaje en la Tierra no es nada fácil, dentro de uno de los tiburones que ha sobrevivido sin oxígeno y fuera de la atmósfera. Además, uno de ellos también se convierte para April en un paritorio improvisado, no tiene desperdicio y es genial para una conversación entre amigos y mucha bebida alcohólica.  


Una boda en Las Vegas desde un helicóptero y un tornado de arena, son el sumario de la cuarta entrega. La crítica ha sido como en el resto negativa, si hablamos de la crítica seria, no obstante, los aficionados al cine B no le han dado una valoración tan buena como al resto, pues el desgaste del argumento ya es acusado. Durante el rodaje, los actores tenían que imaginar los ataques, puesto que los tiburones eran añadidos en postproducción gracias a la magia del croma. 

Los veteranos también dan guerra

Producida también por The Asylum, Megashark vs GiantOctopus es la primera entrega de una saga que enfrenta a criaturas gigantes que vuelven locos a científicos y ciudadanos. Un accidente de avión descongela a dos criaturas prehistóricas, un tiburón Megalodon y un pulpo colosales, que luchan entre ellos y acaparan la mayor parte de los planos. Planos negros en las profundidades del mar, en los que los espectadores pueden entrever aletas y tentáculos, bueno, y burbujas. Ambos animales de millón y medio de años combaten durante toda la película, pero la dirección mantiene vivo al escualo, por lo que fue necesaria una segunda ronda, Megashark vs Crocosaurus, más hilarante si cabe que la anterior. La cinta de 2010 comienza en la República Democrática del Congo y su protagonista, a modo de Cocodrilo Dundee, caza a un cocodrilo gigante que había sido desenterrado en una excavación ilegal de diamantes. La denuncia social tiene todo un escenario por explotar en la serie B. Este va cambiando de tamaño según la escena de la que se trate y lo hace con unos efectos secundarios maravillosos. El cocodrilo con una cabeza de cinco metros pasa luego a ser más grande que una montaña y atravesarla como si fuera cartón piedra. El animal es trasladado a California en un buque donde también se guardan sus huevos, y sin previo aviso, el Megalodon reaparece y ataca la nave. 

Las odiseas continúan en 2014 y en 2015 con nuevos rivales, Mechashark y Kolossus. La primera se trata de un nuevo tiburón gigante, mucho más agresivo que en las dos primeras versiones, que lucha contra un tiburón robótico creado por el gobierno para detener su amenaza. En la última secuela, el monstruo se trata de un robot de la Guerra Fría que ha sido activado accidentalmente por Rusia mientras buscaba una nueva fuente de energía. Películas con planos totalmente aleatorios del ejército estadounidense y con un tiburón que tiene pelear con todo lo que esté a su alcance. En definitiva son argumentos que bromean con películas de culto como Godzila o King Kong, a quienes les dedican guiños constantemente.

Guiño a otro clásico, JurassicPark

En 2010, SyFy también lanza Sharktopus vs Pteracuda, la secuela de Sharktopus, cuyo nombre orienta a la perfección el hilo argumental: un tiburón con tentáculos modificado genéticamente por la Marina estadounidense que siembra el pánico en las playas de Santa Mónica. La secuela tiene lugar porque los restos del tiburón, que es destruido, se quedan flotando en el mar y una bióloga rescata uno de los huevos. Se enfrentará con otra creación que pretendía ser arma biológica, una barracuda con ADN de dinosaurio que puede atacar por mar, tierra y aire. El humor negro es la clave de la escena estrella del filme, el debut de Conan O'Brien, cómico estadounidense habitual en los late-shows. La cabeza de un O'Brien asesinado por el sharktopus sirve como pelota de volleyball, y cuando el enfoque es claro, la esfera de plástico no tiene nada que ver con la cara del actor, el realismo es superficial para estos directores. 


Después del bronce, todavía quedan siete más

Un vigilante de seguridad bebía su café sin saber que el protagonista de Ghost Shark, obviamente un tiburón, se encontraba dentro de su vaso. Es una de las muertes hilarantes por las que destaca esta película, donde el animal es un ectoplasma que se formó en una cueva con actividad paranormal, tras haber sido torturado por un pescador y su hija. Parece que la lucha por el medioambiente ha encontrado un nuevo canal de protesta. De nuevo, se trata de una película original del mayor precursor del género, la cadena SyFy.

No todas tienen denominación de origen norteamericano, Snow Shark se trata de un telefilme canadiense de hace cuatro años que también tiene como protagonista a un animal prehistórico. Un escualo que puede nadar entre la nieve, que se descongeló tras un terremoto, sembró el pánico en Nueva York y desapareció sin dejar rastro convirtiéndose en una leyenda urbana. Los protagonistas tendrán que desmantelar este mito reformado del hombre de las nieves, aunque uno de ellos comienza a creer en la historia cuando su hijo es devorado por el monstruo mientras orinaba en la nieve.

Terror, chistes verdes, bikinis y sexismo se combinan en El ataque del tiburón de dos cabezas. La cinta de 2010 está protagonizada por la exvigilante de la playa Carmen Electra y en su secuela se renueva el elenco y se suma una nueva cabeza al animal. En la primera película se pensó poner la segunda cabeza del tiburón en la frente, pero el director debió de pensar que una al lado de la otra era más lógico.

Si ya no es suficiente con el terror que provocan estos argumentos, a esta cinta se le suma el miedo que infunde un reality show. Jersey Shore Shark Attack, es un filme que parodia la esencia del cine y los personajes que acudieron al programa de MTV, con un ataque de tiburones en la ciudad de Nueva Jersey. En esta misma localidad se desarrolla La playa del terror, una producción basada en hechos reales, frase que tanto les gusta a los consumidores ver en pantalla. Ambientada en 1916, relata la ola de ataques que sufrió la playa del municipio estadounidense durante doce días. Piernas amputadas, caras de sobresalto con sonrisas reprimidas y dramatismo son los ingredientes de este "docudrama" realizado con ambición histórica para Discovery Channel.

Como está tan de moda los avistamientos de tiburones en las playas del Levante, no podía faltar Sharks in Venice. Una producción que mezcla la desaparición de un hombre buceando por los canales italianos, la camorra, los secuestros, la fortuna perseguida de la casa Medici y los escualos en la superficie urbana atemorizando a turistas, que ya tienen suficiente con esquivarse entre ellos. Marina Monster (2008) es fantástica por la escenificación y su cartel, no por sus créditos, inexitentes en apertura y cierre. La escena con la que abre es sencilla, pero maravillosa, siempre dentro del género claro. Un hombre pesca con un salabre cuando su amigo le arroja desde el muelle a las aguas tranquilas y estancadas de un pequeño puerto, donde solo reflota la red y la sangre en un plano repleto de nostalgia. Los científicos del pueblo estudiaran cómo inexplicablemente un barquero ha traído a la marina un tiburón adolescente demasiado sediento. Como en todas, hay un gran trabajo en la selección del reparto, quizás una treintena de actores que van turnándose en pantalla y que mueren antes de que el espectador se quede perplejo por tan mal espectáculo, que resulta siendo bueno.


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