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análisis vp - un buen candidato, un mal momento

El problema de Rodríguez: se olvidó del PSPV y el PSPV se olvidó de él

18/10/2017 - 

VALÈNCIA. El presidente de la Diputación de Valencia, Jorge Rodríguez, decidió este martes dar un paso atrás en su intención de liderar el PSPV en la provincia de Valencia tras varias semanas de reflexión. Un aspirante con buena imagen, proyección y temple que, sin embargo, ha naufragado en su primer intento serio de labrarse una carrera orgánica independiente.

Cierto es que, en esta fase de tanteo, ha recogido palabras de ánimo y soporte en comarcas importantes como las dos Riberas, disponía de cierto asentamiento sobre todo en Horta Sur y buenas prestaciones en varias comarcas del interior, pero a priori no presentaba números claros que invitaran a otorgarle un papel de favorito pese a tener a su espalda la Presidencia de la Diputación; esa institución que los alcaldes miran con respeto a sabiendas del poderío económico que emana.

Precisamente Rodríguez -él mismo lo suele admitir en privado- no posee experiencia ni trayectoria destacada en batallas orgánicas. Una característica que, hoy en día, podría considerarse incluso un elemento positivo dado el hastío generalizado de la militancia -así logró el triunfo Pedro Sánchez- con los aparatos "de siempre". No obstante, y ese defecto le señalan hasta algunos de los que estaban dispuestos a apoyarle, el presidente de la Diputación no ha trabajado lo suficiente el ámbito orgánico en estos más de dos años que lleva al frente de la corporación.

Este punto coincide con otro de sus errores en el camino. Aunque a toro pasado, todos toreros; lo cierto es que Rodríguez no ha parecido tener un objetivo orgánico claro marcado en su hoja de ruta: tardó mucho en anunciar su respaldo a Susana Díaz -y por tanto a Ximo Puig-, luego tomó la delantera en la campaña de reelección del presidente pero pisó algunos callos en el proceso, y finalmente salió del cónclave con un puesto orgánico de portavoz en la Ejecutiva del PSPV. Un cargo del que pocos han sacado provecho en el pasado como ocurrió con el propio Manolo Mata -lo ostentó en su día con Ignasi Pla de líder- o, en la última etapa, Francesc Romeu. Si Rodríguez hubiera tenido desde el inicio de legislatura un objetivo claro como el liderazgo provincial y hubiera trabajado para ello creando alianzas y sinergias, sus opciones habrían crecido notablemente.

Además, ya en las últimas semanas, con la perspectiva de Ábalos prolongando su dominio provincial e incluso perfilando un acuerdo con el entorno de Puig para ello; Rodríguez entendió que el proceso podría terminar dejándole en una posición de debilidad de cara al futuro, empezando por el objetivo de repetir como presidente de la Diputación. Más aún teniendo en cuenta que algunos compañeros -y rivales- generacionales como el alcalde de Mislata, Carlos Fernández Bielsa, o el propio José Muñoz, habían salido mejor parados del congreso del PSPV.

A partir de ahí, la habilidad de Caballero presentándose por sorpresa contrastó con un Rodríguez quizá en exceso reflexivo. El presidente de la Diputación hubiera tenido, posiblemente, más respaldo si en ese instante hubiera dado el salto: con el paso de los días, sus adversarios -con muchas horas de vuelo en estas lides- se ocuparon de tocar puntos clave que talaran su candidatura. Es más, varios dirigentes de peso pasaron en pocos días de ver con buenos ojos su candidatura a preferir evitar el conflicto.

Ximo Puig, en la toma de posesión de Rodríguez en la Diputación. Foto: EVA MÁÑEZ

Todo ello indica que Rodríguez, en el plano orgánico, no ha estado bien asesorado en estos dos años. Una conclusión evidente ante el resultado de su intento fallido de candidatura: ausencia de un objetivo claro, descuido de las relaciones con referentes del PSPV, falta de decisión en el momento clave, mala coyuntura general -dos procesos duros previos- y el surgimiento de enemigos relevantes.

Con este escenario, la última carta que le quedaba al presidente de la Diputación era un apoyo -con implicación- del propio Puig, Un deseo demasiado ambicioso y que en otros casos no se ha producido, dado que la propia Caballero no tenía la bendición del presidente para presentarse, de la misma manera que otros aspirantes han anunciado sus intenciones sin contar con el beneplácito del líder del PSPV.

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