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EL TINTERO / OPINIÓN

Ellos son España

Muchos lectores, con gran acierto, consideraron un trato excesivamente benévolo por mi parte el dado en el anterior Tintero a la clase política otorgándole el bronce. Tras esta semana en la que nuestros deportistas han triunfado y nuestros políticos han fracasado, creo que no merecen ni una simple mención, salvo para criticarles

21/08/2016 - 

Menos mal que tenemos los Juegos Olímpicos las 24 horas del día en todas las televisiones del grupo RTVE porque así pueden evitarse tener que abordar con mayor detalle y profundidad las lamentables circunstancias políticas que se están produciendo. Desde el sí pero no de Mariano Rajoy al Rey, las diferentes situaciones que se han ido sucediendo parecen propias de una novela del surrealismo, el esperpento del Madrid de Max Estrella que nos relató Valle-Inclán. Le ha faltado decir al presidente en funciones tras una semana en la que todos pensamos que su partido estudiaría y valoraría las seis condiciones que le propuso Albert Rivera: “yo no dije que en el Comité ejecutivo fueran a valorarse las condiciones sino que valoraríamos las canciones del verano”.

"Desde el 26 J Mariano consigue ser el campeón de la tautología, arte en el que se encumbró en su famosa alocución de un vaso es un vaso y un plato es un plato”

Esto no es serio, y el problema es que puestos a hacer humor, no veo en el gallego que camina con los brazos como si fuera un robot, el mejor protagonista de una comedia de enredo. Desde el 26 J Mariano consigue ser el campeón de la tautología, arte en el que se encumbró en su famosa alocución de “un vaso es un vaso y un plato es un plato” en una entrevista en la TV de Gerona. La habilidad del presidente en funciones para decir todos los días lo mismo, con la apariencia de quien realmente va a transmitir un mensaje concreto, me recuerda a la famosa escena de ‘Una noche en la ópera’ donde el genial Groucho Marx leía en repetidas ocasiones y con la misma intensidad: “Dice que la parte contratante de la primera parte será considerada la parte contratante de la primera parte…”. Las comparaciones pueden ser odiosas, como ésta entre Groucho y Mariano, pero las calurosas noches de agosto no dan para más.

Ante tanto busto parlante que golpea nuestras conciencias y que adormece nuestra ilusión, emergen rostros anónimos que nos emocionan, nos hacen estar pendientes de sus actuaciones y para muchos nos consiguen devolver la fe en nuestros compatriotas. Anna Cruz y su canasta en el último segundo; Orlando Ortega y sus 110 metros vallas; Marcus Walz y su oro a bordo de la piragua; Ona Carbonell y Gemma Mengual que nos regalan acrobacias imposibles en el agua, y por supuesto Rafa Nadal. El tenista obra el milagro y en un país divido por sus patéticos políticos, logra la unanimidad hacia su persona en cualquier conversación, post en redes o comentarios de barra de bar donde se elogia y admira su actitud y comportamiento, así como su entrega y abnegación.

Estos hombres y mujeres son España, son la demostración de que hay vida más allá de la gris y casposa política. Ellos son España porque además de representarnos y lograr que nuestra bandera se ice en lo más alto mientras suena el himno nacional –algunos podrían esforzarse en poner un gesto más serio y trascendental en esos instantes–, son personas que luchan, se esfuerzan hasta la extenuación, se sacrifican por ser los mejores en su actividad y nos dan el ejemplo de la constancia, el trabajo, la disciplina y tantos otros valores que nuestra sociedad elimina o al menos relativiza.

Estamos asistiendo a una curiosa situación, mientras los atletas se baten el cobre en busca del oro [valga la expresión] a cambio de un éxito relativamente efímero, nuestros representantes se reúnen de tarde en tarde, de semana en semana o incluso ni se reúnen y ya amenazan con que tengamos que volver a votar en Navidad, estaría bien botarles de una vez. Es triste que los políticos sean el anti-ejemplo frente a nuestros deportistas que son un modelo para que los niños y jóvenes encuentren la motivación necesaria para estudiar, formarse, entrenar y alcanzar los objetivos y metas necesarios. 

Me permito recomendarles, para los que aún tengan el privilegio de disfrutar de unos días de vacación, que desconecten de la actualidad política, sigan por unas horas enganchados a las Olimpiadas –no se preocupen que unos días llegan los todavía más apasionantes y motivadores Juegos Paralímpicos– y si durante el curso se han dejado algo en el Tintero, vuelvan a él y reléanlo.

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