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poemas contra la exclusión

Hay un pájaro azul en Casa Caridad

Foto: KIKE TABERNER
26/11/2017 - 

VALÈNCIA. Son las diez menos cuarto de la mañana del jueves. Nacho Torres, responsable del Centro de Día de Casa Caridad, está en la planta baja. Los primeros usuarios comienzan a acercarse al edificio. En Casa Caridad no se emplea la palabra indigente. Tampoco mendigo. Sin hogar es un poco más común. Lo habitual es llamar a las personas que allí acuden como 'usuarios'. La terminología tiene un fin. Se pretende resaltar que están allí por una necesidades (alojamiento, comida…) y su condición es temporal. El objetivo final es que todos ellos sean autónomos y, pese a sus enfermedades, sus problemas de conducta, sus historias, puedan salir adelante por ellos mismos y llevar vidas lo más estructuradas posibles. Que dejen de ser usuarios.

Foto: KIKE TABERNER

Los usuarios se acercan a la entrada, presentan su tarjeta y pasan dentro. Torres está desde primera hora preparando el Taller de Teatro y el Taller de Poesía que, como cada jueves, reunirá a una veintena de personas. Desde hace cuatro años es una de las actividades más singulares del centro. “En ocasiones hacen reflexiones que te dejan de piedra” comenta. Casa Caridad forma parte de su vida desde hace diez años. Responsable del contenido de los talleres, intenta que, además de propuestas más pragmáticas como el taller de cocina, hayan otras que sirvan también para alimentar el alma. Ahí entran el de Historia, el de Teatro, que tanto éxito tiene, y el de Poesía. La poesía es un arma cargada de futuro, escribió Gabriel Celaya. ‘(...) Poesía necesaria/ como el pan de cada día,/ como el aire que exigimos trece veces por minuto,/ para ser (...)’

Foto: KIKE TABERNER

Este jueves Torres ha seleccionado cuatro poemas: ‘Hay un pájaro azul en mi corazón’, de Charles Bukowski; ‘No te rindas’, de Mario Benedetti; ‘Els amants’, de Vicent Andrés Estellés; e ‘Isla ignorada’, de Gloria Fuertes, que por cuestiones de tiempo aplazará a la siguiente sesión. Las semanas previas han estado analizando poemas de Pablo Neruda. El contenido erótico de algunos de ellos les ha permitido aligerar las sesiones con comentarios irónicos sobre lo que, eufemísticamente, llaman ‘bongo bongo’. El poema de Bukowski ya lo analizaron hace unos años pero, por la historia personal del escritor estadounidense nacido en Alemania, sigue siendo una apuesta segura. Todos entienden a Bukowski, sus circunstancias, su vida, y muchos comparten con él un enemigo: el alcohol. 

Foto: KIKE TABERNER

Antes de empezar el taller los usuarios se agrupan en torno a las mesas centrales donde se colocan dos ollas: una con café y otra con leche. Enrique Martínez, 62 años, de Burjassot, se coloca en el centro y se dedica a servir a los compañeros. Uno de ellos, Vicente Marín, 64 años, el cuarto de seis hermanos, de Aldaia, hace unos años participó en un taller literario junto a otros dos usuarios, Anahí Alonso, ahora en la residencia de Carlet, y Jacobo Bayarri, que falleció al poco tiempo a causa de un cáncer. El fruto del taller es un libro, Vivencias, que se presentará este jueves que viene en Casa Caridad con la presencia de la directora general de Cultura de la Generalitat, Carmen Amoraga. Aunque son más los nacionales, entre los usuarios hay también foráneos como Grzegorz Jankiewicz, oriundo de Cracovia, quien lleva ya 15 años en España. O Dahhi Batti, una joven marroquí, procedente de Rabat, que sólo habla en susurros. Las mujeres son minoría. Entre ellas se encuentran la valenciana Paqui Serrano y la castellonense Luna Fenollosa, inseparables desde que se conocieron hace un año en el albergue. “Míralas, Pili y Mili”, dice Torres al verlas, y ambas se ríen cómplices mientras beben sus cafés.

Foto: KIKE TABERNER

Fundada en 1906 por el entonces alcalde José Sanchis Bergón, Casa Caridad es un caso singular en España. Se trata de una de las primeras ong’s del país. Aunque está patrocinada por el Ayuntamiento de València, la entidad es independiente y se sostiene por las aportaciones de numerosos valencianos anónimos, ya sea como voluntarios o como benefactores que han permitido que la asistencia se haya profesionalizado. Casa Caridad pertenece a los valencianos. Es suya. Su servicio más conocido es el comedor social, junto con el albergue con capacidad para 70 personas, pero también tiene escuelas infantiles, el centro de día, y hasta subsedes como las de Benicalap o Torrent. La sede situada junto al viejo cauce del río Turia, en el Paseo de la Pechina, inaugurada en 1909 por Alfonso XIII, la de referencia, da servicio de comedor diariamente a 200 personas; de esas, 70 viven allí. Asimismo hay 30 niños que van a la escuela infantil.

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En la radio que tiene como música de fondo Torres termina de sonar una canción de Aerosmith (‘I don’t wanna miss a thing’) y comienza una de Jefferson Airplane (‘Somebody to love’). Poco antes de acabar ésta, Torres para la radio y da las primeras indicaciones a los usuarios para que se sitúen en torno a él. Antes de comenzar el taller les recuerda que ese viernes harán una pequeña merienda con motivo del Día Internacional de las Personas sin Hogar, que se conmemora este domingo 26 de noviembre. Hay bromas con respecto a la merendola. “Nosotros ya solo vamos a sitios selectos”, dice Torres. Después, conversaciones sobre cómo organizarse para estar allí.

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Torres enciende el ordenador. Recuerda las últimas sesiones del taller y les comenta los poemas sobre los que van a hablar este jueves. Para comenzar proyecta un vídeo con animaciones de Monika Umba, disponible en Youtube, en el que se representa el poema de Bukowski leído por el propio autor. Todos prestan atención; todos menos uno. A unos metros de allí, en silencio, Svetan, un joven búlgaro de 26 años, residente en València desde hace dos, con el rostro marcado por cicatrices, dibuja en silencio sentado delante de una gran mesa. Dibuja sin parar. Todos los días. Hoy toma como punto de partida la portada de un viejo ejemplar de Elemental, doctor Freud, de Nicholas Meyer. Cuando dibuja Svetan se concentra tanto que su presencia pasa desapercibida. Tiene una carpeta con centenares de ilustraciones de lo más diversas que le gusta mostrar.

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Antes de hablar del poema Torres contextualiza a Bukowski. Hablan de la crisis del 29, “un poco más grande que la que hemos tenido”, comenta. “La que tenemos”, apunta Francisco Fuster, al que todos llaman Pacorro. “Me mola mucho tu chaqueta”, bromea Torres señalando su prenda de color chillón. Se fijan en el poema. Hay un pájaro azul en mi corazón que quiere salir/pero soy duro con él,/le digo quédate ahí dentro, no voy/a permitir que nadie/ te vea. ¿Qué es el pájaro azul? “No tenía esperanza”, reflexiona Grzegorz. José, sentado en un lateral, levanta la mano. “Está escrito en inglés; recordad que azul es blue, que significa triste”, comenta. Torres asiente. “Estás hoy brillante”, le sonríe. Reflexionan sobre el estilo de vida de Bukowski. Sobre la noche. En ella se encuentra “inspiración”, afirma Ascensión Valladolid, a la que todos llaman Chon. Luna recuerda una experiencia cuando trabajaba en clubs. Para Jesús todo es una alegoría que dice que “una persona de buen corazón tienen que ir de cabrón”. Carmen Calvillo habla sobre la soledad. “Todos tenemos un pájaro azul”, reflexiona Torres. “El mío lo tengo muy oculto; no lo saco ni de noche”, ironiza Vicente Marín. “No tienes un pájaro; tienes un águila”, se burla Enrique.

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Tras el estadounidense, llega la hora del uruguayo Benedetti. Como en el anterior caso, Torres emplea un vídeo en el que se recita el poema. Varios usuarios miran al suelo y dejan de ver el vídeo cuando la voz en off recita por primera vez la estrofa ‘aunque el frío queme,/ aunque el miedo muerda,/ aunque el sol se esconda,/ y se calle el viento,/aún hay fuego en tu alma,/ aún hay vida en tus sueños’; escuchan. El vídeo, de apenas 2’ 11’, subido en el canal de Víctor Andrés Rojas, incluya una melodía de piano muy efectista y efectiva. Llega el final. La voz recita: ‘Porque cada día es un comienzo nuevo./ Porque ésta es la hora y el mejor momento./ Porque no estás sólo, porque yo te quiero’. Se produce un silencio y, finalmente, una voz dice: “Joder, qué bonito”. Calvillo se adelanta y asegura que se siente muy emocionada. Martínez asiente y asevera: “Es muy chulo”. ¿A quién va dirigido el poema? “Se lo dice a sí mismo”, apunta Pacorro. Una idea que gusta. “Es un poema para sí mismo”, sostienen varios, un poema de lucha y no de amor, de no abandonar la vida. “¿Qué hacéis para ilusionaros cada día, para no rendiros?”, pregunta Torres. “Vivir cada día como si fuera el último”, se adelanta Carmen. “A mí me ilusiona pensar que voy a ver a mi perra, que hace tres meses que no la veo”, confiesa Luna; “la echo de menos”. “Pues a mí escuchar música mientras paseo”, explica Chon“me pongo mis cascos, ando mucho rato y cuando llego a casa me siento nueva”.

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Le corresponde el turno al poema de Estellés. En este caso el vídeo es la versión musical de Ovidi Montllor ilustrada con una fotografía del actor y cantante alcoyano. Torres le pregunta a los usuarios si conocen a Montllor. Le citan como actor de Con el culo al aire (Carles Mira, 1980). Martínez recuerda su participación en Furtivos (José Luis Borau, 1975) y la polémica por la secuencia de Lola Gaos matando a un animal. Hablan del poema, del ‘bongo bongo’. Le corresponde leerlo a Toni, de Riola. La pasión, el sexo, la fogosidad… “si los probadores de El Corte Inglés hablaran”. La conciencia de la locura del amor. ‘Comprenem que som bàrbars, i que això no deu ser,/ que no estem en l’edat, i tot això i allò’. El amor es un tema también infalible. Como había señalado poco antes Grzegorz, “en la vida hay pocas cosas tan especiales como el amor”.

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Son pasadas las doce del mediodía. Ha llegado la hora del taller de Teatro. La obra que están preparando la han citado de tanto en tanto. Gastan bromas internas con algunas de las frases del texto. Llega el “rato del pitillo”, quince minutos de descanso, pero antes de que se vayan Torres les da deberes. Apunta en la pizarra tres ideas y se las enumera. “Vuestras tareas son éstas: Amar, no rendirse y cuidar vuestro pájaro azul”. Los usuarios asienten. Bromean entre ellos. Se disgregan yendo a sus rincones, formando grupos de dos y tres. Regresan los que han estado en el taller de estimulación cognitiva. Paqui se reincorpora y se va a fumar con Luna, inseparables, Pili y Mili. Torres recoge el ordenador, el proyector y sus apuntes. Svetan sigue dibujando en silencio. Mientras, en la planta baja, llegan los primeros usuarios del comedor.

Foto: KIKE TABERNER

No existe un censo fiable de cuantos sin hogar duermen en València. La estimación que se maneja es que son más de 400, comenta Torres, a los que hay que unir los 204 sin techo que pernoctan en albergues como el de Paseo de Pechina; más que una isla, un puerto. Allí, entre esas paredes, bajo ese techo, todos se sienten seguros. Así lo ha asegurado Martínez durante el taller de este jueves. Hacia el final de la sesión ha comentado que estar ahí es “sentirse parte de una orquesta que está sonando”. Y eso le anima.

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