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entrevista

Hortensia Roig: "El fracaso forma parte del proceso de aprendizaje"

Tras cuatro años en Mercadona, Hortensia Roig logró combinar 
su gusto por la formación con su sangre empresarial: en el año 2005 se convirtió en secretaria general de la escuela de empresarios EDEM

| 19/09/2015 | 14 min, 34 seg

VALENCIA. Licenciada en derecho, con Premio Extraordinario Fin de Carrera, Hortensia Roig trabajó en Uría y Menendez y en Mercadona, la empresa familiar, hasta que descubrió el mundo de la enseñanza con la escuela de empresarios EDEM, fundada, entre otros, por su padre, Juan Roig. Confiesa que, recién licenciada, descartó preparar una oposición porque no consideraba justo jugárselo todo a una carta: «En EDEM hay varias pruebas, es más completo y global», explica, con una sonrisa que confirma su felicidad por dedicarse a lo que más le gusta.

—¿Qué necesidad se detectó para crear EDEM?
—La gente, para hacer un buen MBA tenía que irse a una capital europea. Y las que se podían ir eran personas de un determinado sector económico-social. Nosotros somos una fundación privada sin ánimo de lucro, por eso decidimos becar el talento y hacer un programa 100% becado con la intención de insertar a gente muy buena en las empresas de nuestro entorno. EDEM y la empresa becante pagan la beca y el alumno hace prácticas en la empresa que tiene una necesidad real, con lo cual el maridaje es perfecto.

—¿Cuál es el valor añadido de EDEM en el mundo de la enseñanza?

—Nuestro valor añadido es ofrecer formación empresarial pura y dura. Aquí nacemos desde la empresa, nuestros clientes, patronos y miembros son empresas. Los empresarios y directivos dan clases. Aquí se respira empresa. EDEM aporta conocimientos empresariales pero muy cercanos y reales, no son planteamientos teóricos. No somos una escuela de negocios, sino de empresarios. EDEM se constituye como fundación en el 2002, yo me incorporo en el 2005, junto a Antonio Noblejas y Manuel Palma. Teníamos claro que queríamos meter al empresario en el aula.

—Sin embargo, han creado un grado de ingeniería...
—A lo largo de nuestros diez años de existencia nos dimos cuenta de- que el ingeniero tiene una alta demanda, pero muchas veces tiene que hacer un MBA para saber algo más de gestión antes de incorporarse a una empresa. La ingeniería es técnica, amuebla muy bien la cabeza, pero le hacen falta determinados complementos, desde finanzas hasta liderazgo. Habíamos creado ADE Emprendedores, pero vimos que era necesario que un ingeniero conociera todos los procesos productivos de la empresa. En este grado se le habla de costes, finanzas, creatividad...

—¿Está dirigido a ingenieros con vocación empresarial?
—No necesariamente. Es algo nuevo, por lo que no sabemos lo que va a salir. Sí sabemos lo que entra: gente a la que le guste la ingeniería pero también la empresa, con capacidad analítica, pero que también pueda entender, por ejemplo, cómo llevar personas... Hay cosas que las carreras no cuentan.

"La gente siempre postula al departamento de marketing, nunca al de ventas, cuando lo más importante en una empresa es vender"

—¿Se refiere a coaching y psicología?

—No, es más completo. Se trata de habilidades directivas: saber hacer una presentación, un discurso, liderar, motivar a tu equipo, ser empático... Eso no lo enseña una carrera. También técnicas de ventas, porque nadie enseña a vender. La gente te dice que quiere el departamento de marketing, nadie postula al departamento de ventas, cuando lo más importante en una empresa es vender. Todos nos dedicamos a vender. Un médico es vendedor de sus servicios profesionales. Yo me dedico a vender EDEM.

—¿Cómo es el proceso de selección de estudiantes de grado?
—Para la formación senior no hay proceso de selección, pues se trata de ver que el perfil encaje. Para optar al curso 15x15 hay que tener un puesto de responsabilidad, es una formación executive. En la formación junior sí que hay un proceso de selección en todos nuestros programas para ver la capacidad intelectual y las potencialidades de la persona. En el MBA y grados hay pruebas psicotécnicas y de personalidad porque en los grupos interesa tener a gente heterogénea pero complementaria. Buscamos game players, porque aunque tú metas el gol, lo mete todo el equipo. Eso lo inculcamos.

—¿Qué nivel de inglés se pide?
—Alto. En el MBA, al tratarse de personas con una media de edad de entre 25 a 30 años que se incorporarán a la empresa de manera inmediata, pedimos un B2. Pero normalmente son C1 y C2. El nivel es alto, de hecho hay clases en inglés y de inglés. Eso sí, en la mayoría de formaciones exigimos el nivel C1 al salir. No queremos que la entrada sea un problema, porque ya sabemos cuál es el nivel de inglés en España. No queremos que excluya a nadie que tenga el perfil de persona proactiva, con ganas...

—¿Las formaciones están realmente al alcance de todos?
—No queremos que una persona con perfil emprendedor no pueda hacer esta carrera por no tener recursos. El MBA junior está 100% becado, y en las demás formaciones hay un comité de becas que beca o financia al 20-25%.

—¿Como se decide la asignación de una persona a una empresa determinada para las prácticas?
—Eso es también parte de mi trabajo, y lleva mucho tiempo porque no todo el mundo pega en todos los sitios. Hay que tener un cono- cimiento de lo que son los alumnos y las empresas. Hay empresas más formalistas, otras más ácratas... Nosotros hacemos el maridaje.

—¿Las prácticas son remuneradas?
—Las de grado sí, pero las del MBA no, porque la empresa es la que paga el máster.


—¿Por qué se trasladan a la Marina Real?


—La Marina Real nos convenció por capacidad, así como por la presencia de Lanzadera y Angels en las bases que están al lado, lo que permite producir muchas sinergias. Lo bonito de tener al lado un vehículo de inversión y una aceleradora es que todos nuestros alumnos pueden beneficiarse, tanto los que están en emprendimiento como los que no. Un equipo de Lanzadera puede necesitar un ingeniero y contratarlo, y éste último finalmente no convertirse en empresario... Las salidas profesionales son impredecibles, ya veremos cada uno en qué deriva. Los conocimientos pueden quedarse rápidamente obsoletos, pero la actitud, la forma de trabajar, el liderazgo y el inglés no cambian. Esas herramientas están siempre presentes en todos nuestros programas.

—¿Qué tiene de Mercadona este 
proyecto?

—Mercadona es un patrono, que
además ahora nos ha hecho una
donación sin la que no podríamos
 trasladarnos a la Marina Real. Estamos muy agradecidos a Mercadona.
 Esta forma de compartir y donar es
tá mucho más institucionalizada en
 Estados Unidos. Al final se trata de
generar riqueza y colocar a la Co
munitat en el sitio que toca. También de poner en valor la figura del
empresariado, que trabaja mucho,
 sufre, se preocupa por sus trabajadores, al menos en nuestro mode
lo. Aquí queremos irradiar determinadas formas de hacer las cosas. No todo vale para llegar alto. Hay que trabajar duro, esforzarse, hacer equipo.

—¿La donación la ha hecho Mercadona o Juan Roig?
—A EDEM la donación se la ha dado Mercadona, que es Patrono. Lanzadera y Angels son dos proyectos que impulsa Juan Roig a título personal.


—¿Hasta qué punto influye Mercadona en el contenido de la enseñanza?
—Se respira una determinada forma de sentir y hacer las cosas. Son muchas cosas que me han funcionado y que tengo interiorizadas por mi padre y por ser miembro del consejo de administración de Mercadona. Por ejemplo, en el 15x15 vienen primeras espadas de la economía española contando su modelo de negocio. Manuel Palma dice que al cliente hay que tratarlo como al rey, y puso un ejemplo: al cliente que, tras dar vueltas al concesionario, no compra el coche y se va a la competencia, le manda una carta de agradecimiento poniéndose a su disposición para recibirle en cualquier otro momento. Aquí se traslada una cultura empresarial, una determinada forma de sentir y dirigir las empresas. En EDEM dan clases directivos de todos los sectores, representando a 90 empresas.


—Usted confiesa que el mundo de la enseñanza le gustó siempre, pero ¿cómo decidió cambiar Mercadona por EDEM?
—La formación me encanta. Durante un congreso en Canarias con Manuel Palma, le comenté que tenía pensado pasarme a recursos humanos y formación. Me preguntó si me gustaba la enseñanza, le contesté que sí y me dijo que EDEM era un sitio para mí. Al día siguiente ya quería una respuesta pero necesitaba consultarlo con mi padre. Al principio sólo iba a ir por la tarde, siguiendo en Mercadona por las mañanas, pero vine una tarde y todavía no me he ido...

—¿Descarta asumir la dirección de Mercadona?
—Sinceramente, no lo sé.

—¿Consulta mucho a su padre?
—Por supuesto. Es vicepresidente y mecenas de EDEM.

"Cuándo mi padre opina sobre algo, lo inteligente es escucharle, tanto por su carisma como por su reconocimiento social"

—¿Y él opina sin que le consulte?
—Mi padre tiene un carisma y un reconocimiento social muy importantes, así que no voy a negar lo evidente. Los sábados, Juan Roig da clases en grado a jóvenes de 19 años. Hay que ser muy agradecido. Cada uno tiene que saber dónde está, quién le arropa... Cuándo opina sobre algo, lo inteligente es escucharle, faltaría más. Mi padre es una persona muy inteligente que sabe cuándo se debe meter y cuándo no, pero si opina sobre una cosa hay que tener la inteligencia de pensar «a lo mejor está viendo más que yo».

—¿Usted también imparte clases?

No asumo cursos completos, pero sí algunas clases relacionadas con liderazgo, comunicación, cultura del esfuerzo y motivación en sesiones puntuales.

—¿Tienen intención de crear más grados?
—No. Por ahora tenemos que asentarnos. Puede que haya más grados, pero paso a paso. Ya dimos un paso importante creando la carrera de ADE porque constatamos que los jóvenes querían ser funcionarios o trabajar por cuenta ajena. En nuestra formación impulsamos a la gente que, en vez de trabajar para una multinacional, quiere construir su propia empresa y ser dueña de su futuro.

—¿Ya han salido graduados del ADE?
—Todavía no. Será el año que viene, porque ahora es el tercero. Ha habido intercambios este año en tercero: Trece alumnos han ido un semestre a Chile, México e Irlanda, han venido mejicanos... El de tercero se presta mucho a eso porque todas las asignaturas del semestre se imparten en inglés.

—¿En qué consiste el máster de emprendimiento y liderazgo?
—Pongamos el ejemplo de un licenciado en odontología que ha detectado una necesidad y quiere innovar trabajando por su cuenta. Ninguna carrera enseña a emitir facturas, contactar con la gente, motivar a su auxiliar dental... Los MBA tradicionales están muy enfocados a trabajar para otros. Este máster de 60 créditos está concebido para pensar, determinar la competencia, el valor añadido... Un negocio no es sólo levantar la persiana. Además de la enseñanza, ponemos al alumno en un ecosistema emprendedor gracias al apoyo de Angels y Lanzadera.


—Usted habla de ecosistema, otros de burbuja del emprendimiento
—Hay que diferenciar lo que es emprendimiento de lo que no lo es, porque ahora se pone todo dentro del mismo saco. Diría que emprendimiento es aportar un valor a la sociedad, que no necesaria- mente sea un enriquecimiento inmediato, como vender su compañía... Lo que pasa es que en Estados Unidos eso está visto de otra manera. El emprendedor vende y con eso compra o monta otra. No estoy a favor de determinadas culturas especulativas. Al final un emprendedor siempre quiere generar empleo, riqueza y también enriquecerse propiamente, pero sin especular, sin usar mal determinadas cosas.

—¿Cómo ve el ecosistema formativo universitario? Hay muchas universidades privadas y se habla de que las públicas tienen una reconversión pendiente...

—Creo que hay que adaptarse al mercado. Las instituciones tienen que evolucionar, estar motivadas. Tenemos que ir rápido, tomar decisiones, no vale lo de «siempre se ha hecho así», la tradición... Pero es el sector público el que debe tomar decisiones y ahí no puedo entrar.

—Usted forma parte del consejo asesor de Berklee: ¿Está poco valorada esta institución por la sociedad valenciana?
—Yo creo que sí, porque la de Valencia es la única sucursal de Berklee fuera de Boston. Esto se debe a que cuesta dar a conocer las cosas.

—¿Habría que adoptar medidas para favorecer el emprendimiento?
—Creo que son cuestiones más bien culturales. Para mí todo nace de la educación. A los niños pequeños hay que invitarles a que se sientan creativos, a que sepan lo que es el intercambio de dinero. Por ejemplo, mi hijo va a clase de pintura. En Pascua él y su hermana vendieron a la familia los dibujos que hicieron durante todo el año. Ahora tienen su cajita con su dinero. Saben que un dibujo es igual a un euro y que un euro es igual a un paquete de papas. Esto es lo que hay que hacer, saber como tú puedes generar. A veces, los padres tendemos a encorsetar a los hijos, cuando lo que hay que hacer es darles herramientas para que sepan en qué son buenos. Se trata de fomentar desde la educación el emprendimiento, y más que eso, la actitud proactiva y resolutiva: un problema, una solución.

—Eso supone cambiar radicalmente el sistema educativo.
—También digo una cosa: no es coherente acometer reformas tras reformas educativas sin tiempo para que alguna se consolide. Al final hay que enseñar lo mismo. Lo que hay que hacer es enseñarlo bien y que la gente que enseñe esté motivada. Y pensar más en todo lo que podemos aportar cada uno en nuestro sector. Y no quejarnos. Y que se enseñe inglés en España, que estamos en el siglo XXI... Todos los niños, desde pequeños, deben aprender inglés. Cuanto mejor seamos todos, mejor es el país, mejores compañeros de viaje tendremos.


—¿Cómo ve a los jóvenes?

—El problema que tenemos hoy en día con la gente joven es que termina los estudios y, en demasiados casos, no sabe lo que es trabajar, ni tener un horario, ni tiene experiencia... Es el learning by doing, a cocinar se aprende cocinando. No existen cosas fáciles. Hay que hacer muchas tortillas de patata para ser un especialista.

—¿Es complicado descubrir una vocación?

—Sí, es complicado, sobre todo por la irrupción en los últimos años de nuevos puestos de trabajo. Antes no existían community managers o analistas de web. Las empresas buscan gente bien formada, no sólo analítica e intelectualmente, sino en actitud, que es lo que va a resolver un problema. La solución no está en la página de un manual. Reconocer un fallo, pedir perdón o dimitir cuando toca te hace honorable. Nadie dice «lo siento». El fracaso forma parte del proceso de aprendizaje. Buscamos gente bien formada, en EDEM nos gusta combinar la formación intelectual con la actitud y los valores.


—¿Ha sido un reto combinar las facetas de madre y directiva?
—Sin duda fue una de las cosas más difíciles que hice en mi vida. Mi primer embarazo fue el de mis gemelos. Como me gustan las cosas difíciles... (risas). Durante el embarazo el cuerpo domina a la mente, y después hay que reestructurar muchas cosas para poder viajar, ir a congresos y que el matrimonio funcione bien. Se aprende mucho siendo madre: a tener plan B, a sonreír pese a los contratiempos...

—¿Practica el running?

—Vengo de correr la 8K de Formentera. Me encanta. Cuando tengo tiempo en verano juego al pádel. Lo que me gusta es que no necesito tenerlo en agenda, puedo correr en cualquier momento y en cualquier ciudad.


—¿Lee libros de management como su padre? ¿Cuál recomendaría?

La isla de los cinco faros, de Ferrán Ramón-Cortés, aunque más que de management es de comunicación y de saber vender. Se suele pensar que lo importante es el «qué», cuando en realidad es el «cómo». Por ejemplo, para preparar una clase, es importante la puesta en escena, los ejemplos que vas a dar... La actitud es lo que marca la diferencia. En mi equipo no quiero a gente que me diga: «es que...». Todos metemos la pata: problema-solución. No hay que creerse perfecto, pero siempre buscar la perfección. Y no agobiarse.


(Esta entrevista se publicó en la revista Plaza de junio de 2015) 



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