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LOS RECUERDOS NO PUEDEN ESPERAR

Hoteles, entrevistas y, además, Iggy Pop

13/05/2018 - 

VALÈNCIA. A muchos de los personajes con los que soñaba los he conocido en hoteles. Los músicos que me impresionaron en mi juventud y que me inspiraron en muchos casos. Personas que proceden de otro rincón de la realidad sentados en el hall de un hotel, la cafetería de un hotel, la habitación de un hotel. Lo que separa lo imaginado de lo verdadero puede ser simplemente una puerta de cristal. Ahí está el artista, esperando a ser entrevistado aunque acabe de ser entrevistado.

Un guardaespaldas enorme, una jefa de prensa antipática y todo un hotel de lujo invadido por periodistas de todo el mundo. Y se abre una puerta y aparece Madonna, te saluda y contesta con cierta desgana le preguntes lo que le preguntes y veinte o treinta minutos más tarde se despide diciéndole a nadie en concreto lo cansada que está. A continuación salgo de la suite de ese vetusto edificio inglés en el que Madonna ni siquiera se dignaría a dormir y salgo a la calle en busca de otro hotel donde pasaré la noche antes de volver a casa con algunos discos más, con otro paseo más por una ciudad tan inabarcable que siempre me desconsuela.

Entrevistas redrum

Contemplados desde el presente, muchos de esos periplos por pasillos de hoteles en busca de la habitación donde aguarda el entrevistado se parecen a los recorridos que hace la cámara de Kubrick en El resplandor. Entonces se abre una puerta y ahí está Lou Reed. Un suntuoso hotel madrileño y Lou Reed con toda su chulería y mi cuestionario, que no tardará en ser reducido a fosfatina porque hoy Lou no tiene ganas de contestar. Mira, Rafa, dice mirándome muy serio, tú y yo  nos vemos muy poco (lo dice como si fuésemos amigos de la infancia, el muy cabrón), vamos a hablar de cosas interesantes. Salgo de la suite, camino por el pasillo de ese mismo hotel. La memoria es un hotel. Alguien abre otra puerta muy amablemente. Dos o tres miembros de Metallica me saludan con desconfianza. Metallica es otro hito profesional, fruto de unos minutos de charla de hotel. Apenas recuerdo nada, ni siquiera conservo la casete. El hotel de mi memoria tiene muchas habitaciones fuera de servicio. Algunas de sus plantas están en obras. Perdonen las molestias.

Iggy y las tortugas

Un hotel madrileño, un Holiday Inn. Iggy Pop se deja colocar un pequeño micro cuyo cable hay que deslizar bajo su camiseta. El cámara está listo. Iggy me estrecha la mano, pregunta cómo me llamo. Refiel, dice. Como las Tortugas Ninja, apostilla sonriendo sin maldad, él es así, como un niño travieso. Es educado, es profesional, es divertido. Estar delante de Iggy es un sueño hecho realidad en un hotel impersonal, con un tapizado verduzco, en una habitación fea, con unos ventanales feos. Desde uno de ellos se ve un amplio edificio de veinticinco plantas. Una mole en la que yo mismo estaré viviendo otra vida, mi misma vida, mi vida real en un escenario diferente tan sólo cuatro años después.

Iggy y los contestadores

Desde la ventana de la que fue mi segunda casa en mi periplo madrileño, veía el Holiday Inn. Instalé mi mesa de trabajo bajo un ventanal que daba a la calle. Mientras escribía o hablaba por teléfono o enviaba faxes, veía el Holiday Inn. Me acordaba de Iggy Pop, de cuándo lo conocí y de lo joven que era yo y la ilusión que me producían esas cosas. Nunca más volvía a entrevistar a nadie en aquel hotel, como si al a comenzar a vivir yo frente a él hubiese vulnerado algún tipo de ley extraña. Pero una tarde, desde la planta dieciséis de aquel edificio que durante dos años fue mi hogar, hablé con Iggy Pop. Una entrevista telefónica. A veces, cuando se realiza una entrevista telefónica con alguien que está en el extranjero, es su mánager o su discográfica quien llama y te conecta con el artista. Ese día sonó el teléfono una hora antes de la entrevista. Era invierno, casi de noche. Saltó el contestador automático y, después de mi voz, sonó la de Iggy. Hey Rafa, are you around? Cogí el auricular precipitadamente. Pregunté si ocurría algo. No, contestó, es solamente que me he despertado de buen humor y me apetece salir a dar una vuelta por Nueva York, ¿te importa si hacemos la entrevista ya?

El Grammercy

Una entrevista a Brandon Flowers en un hotel en el que décadas atrás se alojó Lou Reed. Un hotel boutique, lo llaman ahora, lujoso. Un edificio en el que Humphrey Bogart se casó y donde James Cagney solía ir a almorzar; el hogar fugaz de muchos otros nombres históricos como los de Captain Beefheart o Bob Dylan. Lou vivió una temporada en el Grammercy Park Hotel. También Debbie Harry y Chris Stein. El establecimiento ha sido reformado y transformado en un hotel de lujo, decorado por artistas y diseñadores de renombre, bajo la dirección de Julian Schnabel. Sus corredores y habitaciones son de una perfección estremecedora. En la habitación de un hotel similar, aunque con menos historia sobre sus cimientos, supongo, conozco a Debbie Harry y Chris Stein. Una habitación de hotel de París. Estoy con Debbie Harry. Es febrero y hace mucho frío. Debbie accede a fotografiarse conmigo, que es lo único que importa una vez ha concluido la entrevista y el trabajo ya está hecho. Acabo de acordarme que a Julian Schnabel lo conocí en el hall del Palace de Madrid. Compareció para la entrevista con uno de sus habituales pijamas. Hablaba sobre su debut cinematográfico, Basquiat. Le pregunté por el papel de Dennis Hopper. Dennis está conmigo, ¿quieres hablar con él?, dijo. Minutos después, improvisaba tres o cuatro preguntas, paralizado aún por la sorpresa, preguntas que Dennis Hopper contestaba cortésmente.

En el pasillo que da a un lujoso salón de convenciones de un hotel madrileño, me recibe Courtney Love, viuda y bella. Amable, relajada. Está con el resto de su grupo. Un par de plantas del lujoso hotel –ya he estado allí otra veces, con Metallica, con Lou Reed, con alguien más- están ocupadas por su séquito. Peluquera, niñera, secretaria. Las entrevistas son con todo el grupo, no quiere hablar ella sola, así también distrae la atención sobre su figura. Las entrevistas son compartidas entre tres o cuatro medios. Courtney es tan locuaz como siempre. Da la impresión de que el hotel  es suyo. Tantos encuentros importantes que han tenido lugar en hoteles. Y todos esos hoteles que me han recibido después de haber vivido encuentros importantes. París, Milán, Nueva York, Chicago, Miami. Londres. Londres. Londres. Debería hacer una lista de hoteles ingleses en los que he estado. Tricky, PJ Harvey, Elvis Costello, Chrissie Hynde. Pasillos como los de El resplandor. Habitaciones y recibidores. Puertas giratorias, agentes de prensa, ascensores. Y todos esos artistas, estrellas en algunos casos, esperando igual que lo hago yo, hablando con personas que creen saber mucho de ellos pero de lo que ellos no saben prácticamente nada. Es un ritual inquietante. Es la alquimia que transforma en realidad algunos sueños. Casi siempre sucede dentro de algún hotel.


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