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LOS RECUERDOS NO PUEDEN ESPERAR

Intercambiando canciones valencianas o de cómo Raimon sonó como Nirvana

9/10/2016 - 

 VALENCIA. En 2009 y 2010 organicé un ciclo llamado Intercanvis en el Centre de Cultura Contemporània Octubre. Por él desfilaron 12 artistas y grupos que prepararon un repertorio exclusivo para aquellos conciertos, pensados como una celebración de la música valenciana.

 La idea era propiciar eso mismo que el título del ciclo proclamaba, un intercambio musical entre músicos de diferentes estilos y generaciones. Conseguir que se traspasaran barreras a la vez que se le hacía justicia a nuestro legado musical. A Emili Payá le gustó la idea y la pusimos en marcha en el Centre de Cultura Contemporània Octubre, en 2009. En la primera parte del ciclo, durante seis semanas de aquel otoño, actuaron seis artistas y bandas; al año siguiente se repitió la experiencia con seis nombres más. 

Celebrando desde el rock a la cançò

Electroshock taronger

La pauta era que cada  invitado tenía que escoger canciones hechas por otros artistas de la Comunidad Valenciana. No había que preocuparse ni por épocas o estilos, la libertad era absoluta. El valenciano tenía que estar presente aunque no fuera de forma absoluta. Se buscaba reivindicar nuestra música, algo que nunca viene mal para un pueblo que a veces se quiere muy poco y a veces, cuando se quiere, se quiere mal. La gran mayoría de los repertorios elegidos solo sonaron en el correspondiente concierto. En casi todos los casos fueron realizados de cara al ciclo, lo cual refleja la generosidad de  los artistas involucrados ya que el caché que se ofrecía era más bien humilde. Cada uno de los participantes elegía canciones ajenas de otros artistas de Valencia, Castellón o Alicante, los ensayaban y después los interpretaban durante una noche ante un público que, por desgracia, no siempre fue todo lo numeroso que debería. Fue una pena que no se pudieran registrar aquellos conciertos. Hubo tantas sorpresas como capítulos memorables. Eso fue Intercanvis, un acto de amor hacia nuestra música y nuestros músicos.

Arthur Caravan

Lo millor de cada casa…

A lo largo de las dos temporadas que duró el ciclo, por el salón de actos del Octubre pasaron Dwomo, Maderita, Serpentina, Guillemka y Gilbertástico, Senior i El Cor Brutal, Miquel Gil, Arthur Caravan, Caballero Reynaldo, Los Radiadores, Amanida Peiot, Nestor Mir & The Survivors y Bertomeu. El Octubre está en pleno centro de Valencia, las entradas costaban 5€. Las actuaciones tenían lugar a partir de las ocho de la tarde. Rara vez conseguimos llenar una sala cuyo aforo es de unas 100 butacas. Cada concierto era un pequeño acontecimiento en sí mismo. Ninguno de los repertorios iba a ser repetido en su totalidad fuera de aquel contexto. En algunos casos, había invitados especiales, autores o intérpretes de algunas canciones originales que eran invitados a subir al escenario a cantar o tocar. Manolo Bertrán, por ejemplo, acompañó a Néstor Mir en El paraíso (a dos pasos de mí), composición de Doctor Divago

Mezclas y combinaciones

Hubo combinaciones de todo tipo. Miquel Gil y Albert Ortega –Bertomeu- reivindicaron el folclore local; sus conciertos fueron el broche del primer y segundo ciclo, respectivamente, aunque bien podrían haber actuado juntos porque comparten raíces artísticas. Albert Ortega tocó sin grupo e interpretó temas de Ovidi Montllor, Rafa Xambó, Al Tall –grupo en el que estuvo Gil- y Enric Ortega, su padre y miembro también de Al Tall. Los alcoyanos Arthur Caravan estrenaron en el ciclo Si t’arriba el dematí, un proyecto audiovisual que repasaba la historia de la música valenciana, donde se recordó a nombres como Pep Laguarda y Carles Barranco junto a otros más afines al rock como Karmas Kolectivos u Obrint Pas. Y no hay que dejar de destacar que Ovidi Montollor fue el artistas más versionado tanto por los cantautores como por quienes no lo eran, por Serpentina, por Dwomo…


Dúos y versiones

Guillemka y Gilbertástico, que por aquel entonces se unían de vez en cuando al más puro estilo Caetano Veloso y Gilberto Gil, optaron por mezcla a Raimon con Nirvana y transformar Al vent llevándola a un terreno a todas luces inusitado aunque perfectamente natural dados los resultados. Los Radiadores optaron por reivindicar el rock & roll local en casi todas su vertientes. Rescataron a Bruno Lomas –con Manolo Bertrán en el escenario una vez más-, Las Máquinas, Una Sonrisa Terrible, La Gran Esperanza Blanca, Morcillo el Bellaco, La Resistencia, Interterror, Toni Gominola y Sir Edward, compañero de Raúl Tamarit en Una Sonrisa Terrible, que se fue repentinamente, demasiado pronto.

Intercanvis, el disco

El único documento no registrado de manera amateur que atrapó parte de la magia de aquellas noches son dos discos. Uno de ellos se llamaba como el ciclo y se vendía directamente en el puesto de merchandising de Caballero Reynaldo, que registró en su estudio  las canciones que sonaron durante su concierto. Todas ella eran adaptaciones country, yo más bien diría que campestres, de las originales. Especialmente memorable resultaba su Cómo hemos cambiado, de Presuntos Implicados, que en su versión se transformaba en Cómo hemos cambiao. También se acordó del Imágenes de Glamour, del Comerranas de Seguridad Social, de grupos unidos a su factoría musical, Hall of fame, como son Serpentina y Señor Mostaza. Tampoco faltaron los nombres afines a su pasado ruidoso -Noviembre Rojo, Carmina Burana- y dos formaciones a las que el propio Luis perteneció: Mar Otra Vez y Amor Sucio. Además, hizo Puerta del amor de Nino Bravo y como buen defensor que es de las causas imposibles, se acordó de los alicantinos Mediterráneo.

Y el otro disco…

El otro disco vinculado a Intercanvis es Electroshock taronger. Lo firman Dwomo, dúo madrileño afincado en valencia desde hace más de 10 años. Los incluimos en el cartel como grupo adoptivo y fueron los encargados de abrir el ciclo. Intercanvis tuvo así un estreno espectacular. Toni y Jorge hicieron un estudio concienzudo de la música. Hice lo posible por darles acceso al material menos convencional, es decir, aquel con el que podían identificarse mejor, aunque al final ellos se identifican bien con prácticamente todo lo que sea música. Carecen de prejuicios, no ven límites. Sacaron una versión de Congo, de Esgrima, un grupo de principios de los ochenta que nunca sobrepasó el estatus del culto local. Fieles a su idiosincrasia, que responde a la mezcla de estilos, culturas y lenguas, optaron por hacer también el Latino de Francisco en italiano, y La noche no es para  mí, el éxito de Vídeo, pasó a ser The Night Is Not For Me. Tres años después del concierto, y dispuestos a que aquel trabajo quedara documentado, se metieron en el estudio y grabaron las selección de canciones de su concierto. 

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