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AL OTRO LADO DE LA COLINA / OPINIÓN

La venganza de la Geopolítica

Existen muchas expresiones sobre la repetición de la Historia, pero parece que nos encontramos en un nuevo y recreado cruce de caminos en el Medio Oriente

7/04/2018 - 

VALÈNCIA. Los clásicos han repetido muchos mantras sobre la repetición de la Historia, por ejemplo Carlos Marx afirmaba que “La historia se repite primero como tragedia después como farsa”, por otra parte, en una expresión adjudicada a muchas personalidades, el filósofo George Santayana aseveraba que "aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo", o el intelectual Ramón Menéndez Pidal también aseguraba "Los hechos de la Historia no se repiten, pero el hombre que realiza la Historia es siempre el mismo", y podríamos seguir así con una innumerable retahíla de frase hechas, que lo que nos transmite es que el actor protagonista de la historia se repite siempre y es el mismo - el ser humano -.

Pero en los tiempos modernos, dado los avances tecnológicos y los nuevos aires de la Globalización, se pensó que el ser humano no dependía para nada de su entorno (ni geográfico ni histórico), de ahí que algunos como Francis Fukuyama (en su libro de 1992 The End of History and the Last Man) llegaba a hablar del fin de la historia y de las ideologías. Pero el ser humano es muy tozudo, y en muchas ocasiones tropieza dos veces en la misma piedra, que por cierto se encuentra en un espacio, en una localización concreta (geográfica); y es por eso que Robert D. Kaplan escribió su libro The Revenge of Geography (La Venganza de la Geografía), con un subtítulo muy sugerente “Lo que los mapas nos dicen acerca de los conflictos venideros y las batallas contra el destino”, y que reutilizo para el título del artículo, !gracias míster Kaplan¡.

Y porque les hago toda esta introducción historicista, a cuenta de qué, pues ha sido la reunión, y la consiguiente imagen juntos, de tres líderes internacionales, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, el presidente de la República Islámica de Irán Hasan Rohaní, y el presidente ruso Vladímir Putin, celebrada en Ankara este miércoles pasado, para tratar la guerra de Siria, y (esto lo añado yo) ver como se reparten o establecen en aquella región zonas de influencia, cosa por cierto que no es nueva en la Historia.

 

Y no es nueva, porque en los siglos anteriores, tras diversos conflictos y enfrentamientos, esas tres potencias, Rusia, Turquía e Irán, se han repartido esa región del mundo Cáucaso/Kurdistán/Armenia en numerosas ocasiones, por ejemplo, en el Tratado de Paz de Istambul de 1736 entre los otomanos y los persas, o el Tratado de Adrianópolis de 1829 entre el Imperio otomano y el ruso, y el posterior Tratado de Unkiar Skelessi de 1833 entre los mismos, o el Tratado de Gulistán entre el Imperio persa y el ruso de 1813 y el posterior Tratado de Turkmenchay de 1828 otra vez entre los mismos, y así una larga lista de tratados, encuentros o desencuentros hasta nuestros días para repartirse aquel trozo de la Tierra, que por cierto, para el politólogo Zbigniew Brzezinski era uno de los pivotes estratégicos del mundo.

En esta ocasión las tres grandes potencias regionales y mundiales han alcanzado el compromiso de trabajar por el fin de la guerra en Siria (defendiendo el proceso de Astaná), y luchar contra los terroristas. Lo malo es que cada uno de ellas tiene una percepción distinta del terrorismo, como se ha manifestado en la propia reunión, parar Rohaní los terroristas son herramientas de los Estados Unidos (en teoría aliados de los turcos), para Putin los terroristas sin duda son los miembros yihadistas del Estado Islámico (muy cercanos en otros tiempos a posiciones turcas, recuerden el caso de la venta del petróleo), y para Erdogan los principales terroristas son las milicias kurdas (aliadas en muchos momentos de los USA y puntualmente del régimen sirio de Bashar al-Ássad a su vez aliado de Rusia e Irán), como ven una compleja madeja, que ni con la estrategia gordiana-alejandrina parecería tener solución.

Y por cierto sobre el tema en cuestión, la guerra de Siria, nuestros socorrido (por lo transcrito en estas líneas) presidente USA Donald Trump, también ha puesto su granito de arena esta semana, pues habló de sus ganas de salir de ese conflicto ya que según manifestó “no sacamos nada de ello”, además de muerte y destrucción, teniendo que ser matizado al día siguiente de esas declaraciones por personal de la Casa Blanca, aunque quedando en el aire claramente su petición de colaboración a sus aliados y sobre todo a los países del Oriente Medio, beneficiados por su presencia. Esta directa referencia a Arabia Saudí, a la que pide apoyo financiero ha sido muy a su estilo pues declaro que “Arabia Saudí estaba muy interesada en su decisión, bueno, ya sabes, quieres que nos quedemos, tal vez vas a tener que pagar".

 

Esta clara petición a los saudís ha coincidido con la visita que, durante tres semanas ha realizado a Estados Unidos el príncipe heredero Mohammad bin Salmán bin Abdulaziz Al Saud, que será el primero que ocupe ese cargo sin ser hijo del fundador el Rey Abdulaziz bin Saúd, dado que el actual Salmán bin Abdulaziz (nacido en 1935) es todavía hijo del primer rey saudita.

Del proactivo Príncipe Salmán, ya en alguna ocasión les he hablado, parece que está emprendiendo profundas reformas en aquel reino como, la lucha contra la corrupción con la detención de otros príncipes, la posibilidad de que las mujeres puedan conducir el coche, también se acaba de inaugurar el primer cine de una lista de 40 que se abrirán en los próximos 5 años… Pero entre las grandes decisiones o declaraciones del Príncipe, en los últimos tiempos, ha sido una referida a Israel la que ha tenido en aquellos lares más repercusión, incluso con el matiz del Rey.

La afirmación ha sido como consecuencia a ser preguntado por periodistas americanos durante esa visita respecto al problema Palestino, pues dio a entender en su respuesta, que ambos pueblos (judío y palestino) tenían derecho a tener su propia nación, y esta declaración en los países que niegan a Israel su derecho a existir ha causado estupor. Así ha sido como Irán ha considerado responsable al Príncipe saudita de la muerte de los 16 palestinos en los últimos enfrentamientos en Gaza por esos pretendidos apoyos y relaciones entre Israel y Arabia Saudí.

Lo que parece evidente es que en cuanto las relaciones judío-sauditas-norteamericanas funciona el viejo aforismo internacional del “enemigo de mi enemigo es mi amigo”; y es lo que tiene Irán, que niega a Israel su derecho a existir, quiere ser la potencia principal del golfo Pérsico/Árabe a costa de los Sauditas y de los intereses occidentales, en el enfrentamiento Chií-Sunní quiere aprovechar la guerra de Siria, con el factor Hezbollah incluido, para erigirse líder o referente al menos del mundo musulmán, en fin una beligerancia tan grande tan grande, que espero no se fije en Al-Ándalus, porque ahora mismo era ya lo único que nos faltaba en esta atormentada piel de toro.

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