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Lim y la confusión de la palangana

Es muy tentador dar por bueno el plan improvisado de convertir a Pako en gran estandarte de los Lim. Ayestarán, si acaba muy bien la temporada, seguirá.

22/04/2016 - 

VALENCIA. Cuando vengan los valenciólogos a impartir su clase magistral y a descerrajar su caja de estereotipos críticos sobre el valencianismo, recomendaría que se les proyectara en pantalla gigante (siempre que Colau lo consienta) los instantes del Valencia-Eibar en los que Mestalla se pone a hacer la ola al constatar que su equipo se ha salvado ya sí o sí a ritmo de 4-0. ¿Afición difícil? Já. Una afición que celebra rebasar los 40 puntos cerca de acabar la temporada. La afición del Valencia es fácil, de hábitos sencillos, solo que inflexible ante un pecado mortal: la falta de pasión. Quien no enardece los bajos instintos de estas nuestras gradas habrá buscado su condena. No es tan complicado, solo hay que saber eso. No es una afición gustosa de la monotonía. 

José María García ha salido a pasear. Un señor mayor prodigio del periodismo patrio convertido en un souvenir de sí mismo que allá donde va repite los mismos tópicos justicieros (normalmente confunde la justicia con sus intereses propios), populistas (qué paradójico que condene a los políticos cuando ha convivido con alguno de ellos en intimidad), cargados de tic machistas, tan viejuno y letal que resulta extremadamente seductor. El libro de Vicente Ferrer sobre su figura es fascinante. 

En el paseo que este fabricante de frases gordas trazó por Valencia dejó una muy descriptiva: “Lim distingue con dificultad una palangana de un balón”. Esto que parece un ataque al limismo (un movimiento ideológico en horas bajas muy asociado al Síndrome de Estocolmo) es en realidad un ataque benevolente porque atribuye todos los males de Lim a la ignorancia y el desconocimiento. No, butanet, no es cuestión única de ignorancia, es de falta de profesionalismo, de soberbia, de gestionar el club como un cortijo privado. No por no conocer la distancia entre palangana y balón, sino por querer imponer intencionadamente la palangana al balón. 

No era ese partido ante el Eibar para hacer la ola, sino para girarse antes quienes ejercen de gobernadores civiles de Limlandia y acusarles por su negligencia. Atender a la metamorfosis del VCF en los últimos tres partidos es evidenciar el delirio norcoreano en el que se ha estado viviendo tantos meses. Qué hubiera pasado teniendo a un entrenador de verdad en el banquillo...

Resultará patético acabar la temporada con las mieles del repunte, dejados llevar por el aliciente de observar a un equipo entrenado, y olvidarnos pronto de quienes se cargaron la temporada. Claro que la plantilla no está bien hecha, claro que la inversión ha estado plagada de desatinos, pero con el simple hecho de haber elegido a entrenador en lugar de palangana, estos jugadores hubiesen sido mejores. En lugar de dinamitarle la liga a los demás estaría compitiendo por arriba.

Es muy tentador dar por bueno el plan improvisado de convertir a Pako en gran estandarte de los Lim. Ayestarán, si acaba muy bien la temporada, seguirá. Será entonces cuando se agite el argumento de que el club ha encontrado a su hombre tras una apuesta arriesgada. No dejará de ser eso, una improvisación. Si Pako gana y gana y gana es normal que continúe. Habrá aprovechado la oportunidad por la que lleva batallando desde hace años. Enhorabuena al premiado. 

Pero los procedimientos de quienes gobiernan este club seguirán siendo una chapuza, merecedora de una ola… de recriminación. 

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