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ANÁLISIS DE LA PRÓXIMA TEMPORADA

Luces y sombras enmarcan la programación de los dos 'palaus'

11/06/2018 - 

VALÈNCIA. A la vista de las programaciones que ya se han hecho públicas, tanto en el Palau de la Música como en el de Les Arts, puede afirmarse que continúan, en líneas generales, la trayectoria actual, aunque hay, en ambos casos, aspectos a destacar. Y contextos preocupantes que pueden influir mucho.

En el Palau de la Música, será esta la primera vez que Ramón Tebar actuará plenamente como titular de la Orquesta de València. En la temporada anterior, aunque ya se dio a conocer su nombre desde el principio, sólo tenía asignados dos conciertos, que al final se convirtieron en tres. La próxima dirigirá 10 programas, aunque dos de ellos se repiten, dando un total de 12 sesiones. Yaron Traub, en su última temporada como titular, dirigió a la orquesta en 13 programas distintos. También es cierto, sin embargo, que Tebar se ha hecho cargo, asimismo, de una actuación de la Orquesta de Valencia en el festival de jazz (junto a Nachito Herrera), así como de la gala de presentación que tuvo lugar el pasado día 6. Según se anunció el miércoles, dirigirá también otra actuación el 13 de julio en la playa de la Malvarrosa.

No es esta la primera vez, sin embargo, que la Orquesta de Valencia participa en un festival de jazz. En 2017, sin ir más lejos, lo hizo junto al quinteto de Paquito D’Rivera, aunque no estuvo dirigida por el titular, sino por Vicent Alberola. Y el año anterior, lo hizo junto a Sedajazz, con dirección de Jesús Santandreu. En cualquier caso, y ligado al tema, aparece como novedad la gestión del festival de jazz por parte del propio Palau, que ha querido aprovechar los conocimientos de su personal, encomendando a Enrique Monfort, archivero documentalista de la orquesta y gran aficionado al jazz, la orgauización del mismo.

Monfort, a la izquierda, junto a Tello y Ros (Fotos: EVA RIPOLL)

También tiene tintes de novedad la creación, en el Palau de la Música, de la figura del compositor residente (compositor vinculado a una orquesta, auditorio o festival, que escribe música para éste e imparte allí clases o talleres). La responsabilidad recaerá durante las dos temporadas próximas en el jovencísimo -pero ya muy conocido, en el ámbito internacional-, Francisco Coll. Es posible que el contacto frecuente con un músico de su talla haga más por la comprensión de la música actual que la relativamente escuálida –a pesar de las declaraciones- proporción de la música contemporánea en la programación. Ciertamente, el Palau de la Música ha vuelto a abrir sus puertas al festival Ensems, tras un larguísimo periodo de darle la espalda. Pero es la presencia de lo contemporáneo en la programación habitual lo que más pesa en su conocimiento y valoración, y Francisco Coll tiene un gancho indudable para atraer nuevos públicos.

Junto a la del compositor, se crea también la figura de artista residente, que será este año el renombrado violonchelista Gautier Capuçon. Habrá clases magistrales de este y otros grandes solistas (como la clarinetista Sabine Meyer). Cabe recordar que Meyer fue una de las primeras mujeres que se postuló para ser admitida en la Filarmónica de Berlín (¡en el año 1983!), con el apoyo de Herbert von Karajan, provocando el tema un grave enfrentamiento entre el director y los profesores. Aunque –-todo hay que decirlo- influyeron otras cuestiones además del machismo indudable. En lo que al Palau respecta, el 8 de marzo tendremos a una mujer directora (Alondra de la Parra, importante batuta mexicana) al frente de la Orquesta de Valencia. Como solista en el violonchelo estará Allisa Weilerstein.

El apoyo a la música valenciana ha vuelto a figurar en las declaraciones de los responsables, como cabía esperar, pero el asunto da de sí lo que puede dar, y encima se repiten nombres mientras otros permanecen apartados. De Carles Santos, por ejemplo, (fallecido el pasado mes de diciembre), posiblemente no se haya vuelto a escuchar nada en el recinto desde febrero de 2001, cuando se montó “L’adéu de Lucrècia Borja”. 

El lector podrá encontrar más detalles sobre la programación en el artículo recientemente publicado por Valencia Plaza (El Palau invierte definitivamente su gasto en favor de la OV). 

Tebar, Tello y Ros, en la presentación de la temporada 2018-2019 del Palau de la Música

Recordaremos, sin embargo, algunas sesiones a destacar. Entre otras, las encomendadas a Gregory Kunde, que cantará La Canción de la Tierra de Mahler, junto a Zandra McMaster, Tebar y la Orquesta de Valencia, en sesión doble  (8 y 9 de febrero). Kunde es un tenor que estuvo muy vinculado a Les Arts, pero esta temporada se le escuchará en el Palau de la Música, y no allí. A cambio (serán casualidades), el pianista Lang Lang, muy vinculado al Palau de la Música, actuará en Les Arts. Acompañado, además, por la orquesta del recinto, el 23 de febrero.

Volviendo al auditorio de la Alameda y a su programación, tendremos la presencia del pianista Murray Perahia, que no venía a Valencia desde 1999, y que tocará un programa todavía no determinado. Al igual que Sokolov, que actuará el 24 de febrero y, como siempre en estas fechas, no lo ha revelado todavía. Aunque la gente, en estos casos, no se espera a saberlo para comprar las entradas. A Gustavo Gimeno, el director valenciano que sube como la espuma, se lo disputan los dos Palaus, y esta temporada actuará en ambos (13 de noviembre en el de la Música y 25 de mayo en Les Arts). Emmanuel Pahud volverá a encantarnos con su flauta (y no es un chiste malo) el 20 de enero. Es toda una tradición en el país vecino la maestría en la familia de las maderas. El veterano Adam Fischer, con grandes éxitos en su historial, dirigirá el 15 de enero a la Düsseldorfer Symphoniker en su primera actuación en Valencia. 

Los del Mariinski con Gergiev también vienen por aquí, acompañados esta vez por otro gran pianista ruso, Daniil Trifonov. Ya ha tocado en el Palau  y se quedó bien grabado en la memoria del publico. También lo han hecho las violinistas  Hilary Hahn y Janine Jansen, imborrables asimismo. London Philharmonic, BBC Symphony, Martin Fröst, María Rubio, la Orquesta Filarmónica de Radio France dirigida por Mikko Franck, Jurowski con la Orchestra of the Age of Enlightenment, William Christie haciendo La Pasión según San Juan, Juan Diego Flórez, Piotr Beczala, el Grup Instrumental de Valencia dirigido por Joan Cerveró, con un programa de clásicos del XX, Sakari Oramo, y muchos otros nombres visitarán el auditorio, en solitario, con agrupaciones foráneas o con la Orquesta de Valencia, configurando una programación llena de intérpretes atractivos.

El director del Palau, Vicent Ros, señaló el objetivo de llegar a una plantilla de 100 músicos. Cabría discutir un planteamiento estrictamente cuantitativo, y los músicos lo saben muy bien. La Orquesta de Valencia, con más de setenta profesores en plantilla, no es de las que más ha sufrido la crisis, y basta compararla con la de Les Arts, que apenas supera la cincuentena. Ello no obsta para que la creación de algunas plazas sea absolutamente necesaria. Por poner un ejemplo, en ninguna orquesta que maneje el repertorio habitual, debería haber sólo dos fagots, o dos oboes, o dos flautas, porque siempre se utiliza, como mínimo, una pareja, y cualquier baja accidental obliga entonces a contratar refuerzos de fuera, sin cohesión con el grupo. Pero no hay la misma urgencia con todos los instrumentos, ni en todos los puestos de cada sección.  Deberían marcarse entonces una serie de prioridades para enfrentarse a la famosa tasa de reposición de Montoro,  y presionar en la dirección justa ahora que ya no está. Declaraciones como las que llegó a hacer Traub hace un tiempo, cuando dijo que “la Orquesta de Valencia está desapareciendo”, resultan tan exageradas que restan credibilidad a las reivindicaciones.

La Orquesta, su titular y la dirección del Palau

Ramón Tebar (Foto: ESTRELLA JOVER)

Se ha hablado al principio del contexto en el que se desarrollará la temporada próxima. En el caso del Palau de la Música, dicho contexto tiene que referirse, necesariamente, a las relaciones de la orquesta con su nuevo director, Ramón Tebar, apenas iniciadas. También de las que –algo más antiguas- tiene la agrupación con los responsables del auditorio. Empezaron con mal pie las primeras por la forma en que la concejalía de Cultura dio a conocer, a modo de “dedazo”, el nombre de Tebar, cuando los músicos aún esperaban un periodo de prueba y evaluación de varias batutas. Aquello, que ya es agua pasada, se habría ido olvidando, pero, al parecer, los contactos más recientes no han servido para crear ese feeling indispensable entre un titular y su orquesta. Es posible que la preparación de un concierto de corte jazzístico, campo en el que ni el uno ni los otros son especialistas, no favorezca el trabajo en común. Tampoco la gala de presentación –novedad de este año- con movimientos y fragmentos aislados de las partituras, permite un lucimiento en profundidad de la batuta. Pero lo cierto es que hay, al parecer, cierto desánimo en la agrupación valenciana, que el joven maestro deberá tratar de resolver.

Otro motivo de malestar entre los profesores se dirige hacia los responsables del Palau de la Música, por dos cuestiones que llevan tiempo coleando. La primera es el cobro de los derechos por grabaciones, asunto sin resolver pero que los músicos han puesto ya en manos de abogados, y que fuentes del comité de empresa aseguran van a ganar, pese a la negativa del Ayuntamiento (debe recordarse que, tanto el Palau de la Música como la Orquesta de Valencia, que tiene allí su sede, dependen administrativa y económicamente del consistorio valenciano) La segunda cuestión se refiere al complemento de productividad que, según el comité, debería acompañar a las escasas dietas que cobran en los viajes. La negativa a pagar dicho complemento por parte del Ayuntamiento estuvo a punto de provocar una huelga en la actuación de la agrupación con Juan Diego Flórez en el Palau de la Música  Catalana (17 de abril), aunque al final fue la dirección quien cedió. Pero ahora está abierta de nuevo la polémica en lo que respecta al viaje que harán en julio, para actuar en China, un grupo de quince músicos de la orquesta, así como al que está previsto para Soria en otoño. Algunos profesores, por otra parte, manifiestan sentirse desinformados o menospreciados en la toma de decisiones.

Incertidumbre en Les Arts: el Coro

Antes de valorar la programación, de la que ya se informó  en estas páginas (Entre el continuismo y la transición: más producciones propias, trazas valencianas, 'Turandot''Rigoletto') conviene referirse a la huelga convocada –y ayer desconvocada– por el Cor de la Generalitat, uno de los cuerpos estables de la ópera valenciana y que hubiera afectado a las primeras representaciones de ‘La damnation de Faust’ (20 de junio) y ‘La clemenza di Tit’ (24 de junio).

El Cor de la Generalitat Valenciana (antes denominado Cor de València) se ha convertido, al igual que la orquesta, en una de las piezas insustituibles de Les Arts. Se trata del único coro verdaderamente profesional con el que cuenta la ciudad, y a su larga trayectoria anterior (se creó en 1987) se unen ahora los diez años de prestaciones en nuestra ópera, donde su presencia es requerida en la mayor parte de los títulos. Han sumado, pues, a la experiencia musical, la de tipo teatral, modelada en muchos casos por relevantes directores de escena. La huelga se había planteado contra la aplicación, en su caso, del acuerdo para reducción de la temporalidad del servicio público. Niegan su consideración como interinos, pues han tenido que hacer pruebas para la admisión y llevan muchos años trabajando (hasta 30 en algunos casos). Por eso, la huelga podría trasladarse a la pretemporada de Les Arts tras el verano.

El coro ha destacado siempre por su versatilidad estilística, que les permite afrontar un repertorio muy diverso, desde polifonía del siglo XVI a música recién salidita del horno. Y sus miembros reivindican el patrimonio acumulado por la formación a lo largo de todos estos años. Manifiestan su negativa a tener que opositar a estas alturas, y no les convencen las promesas verbales de solucionar su estatus laboral hechas por el conseller Vicent Marzà y el secretario autonómico de Cultura, Albert Girona, exigiendo un compromiso escrito para garantizar la estabilidad de la formación. La demanda continúa, pese a los paros desconvocados.

Es la suya una situación compleja donde se mezclan requerimientos de corte administrativo difícilmente aplicables –al menos sin flexibilidad- a una actividad artística, y que ya ha tenido precedentes en Les Arts. Baste recordar aquellas pretensiones de concurso público para contratar a grandes figuras cuyos cachés superaran la cantidad estipulada para adjudicar, sin concurso, un contrato. Imagínense a Zubin Mehta concursando y compitiendo para poder interpretar ocho funciones de La Valquiria, o a La Fura dels Baus por su montaje escénico. Por ejemplo. Ahora sólo cabe esperar que la Generalitat tenga la sensatez de no arruinar ni despedazar uno de los pilares en los que se sustenta Les Arts: el coro.

Necesidad de ilusionar a la Orquesta de Les Arts

Del otro pilar, la orquesta, Valencia Plaza ya valoró hace poco su situación (Rápido, salven a la orquesta). Añadimos hoy que los profesores permanecen expectantes ante el nombramiento del nuevo director artístico para el recinto, del que esperan un proyecto no sólo para la ópera, sino también para la orquesta, un proyecto que tenga la capacidad de ilusionarlos. De lo contrario, añaden, se van a ir todos. Reclaman también que se les tenga en cuenta en la elección del director musical, y en la confección de la programación. Asimismo, que se cubran plazas y se reemplacen algunos cargos, y señalan que los políticos están para resolver ese tipo de problemas. El contar con la plantilla suficiente, indican, saldría a la larga más barato que la constante contratación de refuerzos. Se quejan de que la orquesta ha estado abandonada estos dos años. También de que no haya un solo músico en el nuevo Patronato, aunque parecen satisfechos con la implicación mostrada por la presidenta del mismo, Susana Lloret.

La temporada 2018-19

La programación de Les Arts para la temporada que viene se la toman los músicos, al igual que el público aficionado, como una programación de transición, fruto del descabezamiento del recinto, que obliga a tener en cuenta la inseguridad en que, por enésima vez, se mueve la ópera valenciana. Incluso habría que agradecer el trabajo hecho por quien no tenía la responsabilidad de hacerlo. Valencia Plaza informó del contenido en su día.

Con todo, hay cosas que quizá hubieran podido evitarse, como esa tercera reposición de Turandot, siempre con la escena de Chen Kaige, la disminución del número de títulos (siete óperas en lugar de las nueve de este año), o el abandono casi total de la música barroca y del clasicismo menos conocido (hemos pasado de los excesos de Livermore al polo opuesto).

El secretario autonómico de Cultura, Albert Girona, la presidente del patronato de Les Arts, Susana Lloret, y el maestro Roberto Abbado

Tampoco gusta la ausencia del Britten anual al que nos había acostumbrado el director turinés (son estas las dos aportaciones que más cabe agradecerle), el asomarse a la música rusa precisamente con Iolanta, (Chaikovski), título ya ofrecido en Les Arts, aunque fuera en versión de concierto, ni la sobreabundancia de zarzuela, y música española (no en términos absolutos, sino en relación a lo exiguo de la programación). Es el gran repertorio, también, el que han echado a faltar los profesores de la orquesta en las temporadas pasadas, y si se sustituye ahora el exceso de barroco por el exceso de zarzuela (deben tenerse en cuenta los conciertos, no sólo las óperas), no se habrá adelantado mucho. En realidad, no se habrá adelantado nada. Porque el interés de la música no se determina por su origen.

Los aciertos, que también los hay: 1.-el mantenimiento de los precios populares en la pretemporada (localidades que oscilan, para la ópera, entre los siete y los 50 euros, y en los conciertos entre 10 y 20): esa es la verdadera vía para que nuevos públicos se acerquen a la ópera. 2.-La incorporación de los títulos menos representados de grandes compositores como Verdi: en este caso, I masnadieri (Los bandidos). 3.-Las grandes voces, el tercer gran pilar, junto a la orquesta y el coro, de cualquier ópera que se precie, se queda en mínimos, pero algo hay. Tendremos a Jennifer Wilson, gran wagneriana, batiéndose ahora con Puccini. Tendremos a Dmitri Korchak (que emocionó más como Lenski en Yevgueni Oneguin (Chaikovski), que como Don Ramiro en Cenerentola (Rossini). Interpreta esta vez el Pamino de La flauta mágica (Mozart), personaje cuya línea de canto exige una pureza absoluta. Y tendremos también, entre otros, a Jessica Pratt, a Celso Albelo y a Leo Nucci, como Lucia di Lammermoor, Duque de Mantua y Rigoletto, respectivamente. 4.- Continúan los programas de acercamiento del público nuevo al coliseo operístico: entre otros, Les Arts volant, Nit a Les Arts y Mozart Nacht und Tag.

Esos tres pilares (solistas, coro y orquesta) hay que mantenerlos a toda costa si se quiere que perviva una ópera de calidad en València. Sin duda, habrá que presionar a Madrid para que ocupe los dos puestos que han reservado al gobierno central en el Patronato de Les Arts. Y para que aporten, claro, como mínimo, lo mismo que reciben Sevilla y Bilbao.

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