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OPINIÓN

No es Neville, eres tú

La responsabilidad, hola obviedad, es de Peter Lim. Ya no es territorio para recordar los welcomes ni ajustar cuentas, es todo un pelo más grave...

5/02/2016 - 

VALENCIA. Parafrasear a uno mismo es de un cutrerío mayúsculo y no está nada bien. Pero qué remedio… Acabado de llegar Neville, el 4 de diciembre, escribí: "esta vez lo que creo es que el fichaje de Gary Neville es una mala noticia. No por quién es el elegido (un riesgo abismal que incluso podría salir bien; escucharlo es todo un gusto), sino por cómo ha sido elegido". El diagnóstico era algo equivocado: escuchar a Neville acabó convirtiéndose en una tortura. Pero el riesgo de contratarle, visto entonces, visto ahora, era abismal. Un entrenador disléxico que dejará el equipo igual que lo cogió, dormido, pero un poco más lejos de despertarse. Neville, tan adánico como quien lo contrató, creyó que venía a prepararse para el futuro, como si el Valencia se acabara de caer del guindo. Qué culpa, en cambio, tendrá Neville más allá de su inadaptación y su impotencia prematura.

La responsabilidad, hola obviedad, es de Peter Lim. Ya no es territorio para recordar los welcomes ni ajustar cuentas, es todo un pelo más grave. Es el momento de cuestionarse por qué él decidió tirar la temporada cuando estaba a tiempo de corregirla. Por qué decidió abocar al club de su propiedad a la suerte del máximo riesgo. Imprudencia, ignorancia, osadía, conveniencia… No lo sé. O sí. 

El daño que le ha hecho a ‘su’ sociedad anónima es mayúsculo, rebajando el honor deportivo del VCF a la mínima expresión. Su mano caprichosa es tóxica. Podrá enjuagarlo Layhoon con dulces intenciones. Nos lo volveremos a creer, pero de nada valdrá. Lim se ha mimetizado en algunos de los peores gestores que ha tenido la SAD recientemente. Lo ha hecho por su desdén para con lo deportivo. Como si lo que le importara fuera otra cosa. 

El problema era Nuno y es Neville. El problema era la alianza de casino con Jorge Mendes y es el erasmus pagado al durmiente inglés. Pero son solo anecdóticos tras el verdadero macroproblema, tener un propietario ejecutivo con: a) la creencia de que cualquiera vale, cualquiera puede dirigir un equipo, b) el ansia de querer hacer del Valencia un agencia de colocación de sus contactos. Cuando A y B se juntan, un equipo se vuelve un cenicero.

Me lo vuelvo a preguntar: por qué decidió echar por la borda, poner en severo peligro toda la temporada dejando un gabinete de crisis en manos de un perfecto novato. Y me respondo trazando hipótesis: porque infravaloró la importancia del profesionalismo en el fútbol, creyó, cree, que todo vale si te llamas Peter. Él no es un cacique de puro en boca y modos bruscos que hace y deshace manoseando, pero sus efectos adversos son los mismos. No grita, pero hiere. 

No se trata de hacer revivals y acusar a los que permitieron (o permitimos) caminar a Lim sobre una falda de pétalos. Estaríamos perdiendo el tiempo. Se trata de ojear el futuro. Tras tener la confianza unánime de una grada, Lim la ha tirado por la borda. Por mucho que se empeñe en ponerse escuditos cosméticos, el objetivo de las miradas ya es él. El Valencia tiene un propietario ejecutivo que ha sido irresponsable con su propia inversión. 

Como consecuencia el equipo está en una situación peligrosa en Liga, atrapado por la propia ínercia. Si quiere continuar con su exotismo acabará teniendo un club en primera línea del precipicio. Si quiere salvarlo, salvarse, ya puede empezar. De lo contrario su poder omnímodo se oxidará aceleradamente y quienes lo recibieron exultantes le pedirán que se marche cuanto antes. Más que un Karlsruhe para el Valencia (el deshonor es igual de sonoro, el contexto otro) es un Karlsruhe para Peter Lim. 

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