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¿Qué coño pasa en Valencia? De Jamaica al Círculo de Bellas Artes

El fin de la Navidad, la subasta del Círculo, la Biblioteca Pública o el Old Jamaica en el Jimmy Glass

9/01/2016 - 

VALENCIA. El estadista francés Talleyrand, recién casado con la viuda Grant, invitó a comer al famoso arqueólogo Donon, que había animado a Bonaparte a conquistar  Egipto. Talleyrand pidió a su hermosísima esposa que echara un vistazo al libro de Donon que contenía el relato de la expedición para quedar -y hacerle quedar- bien durante la conversación. “Lo he leído entero” -dijo ella- y, después de los entrantes, se lanzó al barro pidiendo al ilustre invitado detalles sobre la isla desierta y el naufragio, cómo había sobrevivido y cómo se encontraba su amigo Viernes.

Se había equivocado de libro: había leído a Daniel de Foe, y confundía al director del Museo del Louvre con Robinson Crusoe.

Que la Navidad nunca se acabe

Con la misma buena intención informativa que la Princesa de Talleyrand, el cantante alcoyano Francisco dedicó la semana pasada en las redes sociales una colección de homenajes a Mónica Oltra y a Joan Ribó en la que no escatimó epítetos sonoros motivados por un hipotético cambio en el desfile de Reyes. Le siguió en esta confusa conjura, el artista gallego Moncho Borrajo, añadiendo -ambos- algunas inconexas alusiones de índole sexual que nadie supo comprender. Una vez se dio cuenta de su error, Francisco borró los mensaje y escribió la siguiente disculpa: 

“Mis queridos amigos. Con estas letras quiero pedir disculpas si, en mi forma de expresar lo que siento, no he sido lo sutil que debería pero, me puede el sentimiento valenciano y español. Se están cometiendo barbaridades, a todos los niveles, en Valencia, sobre todo, en la cultura o tradiciones, aunque, más bien, parecen “traiciones”. A pesar de no estar, en absoluto, de acuerdo, con la forma de proceder de quienes gobiernan en nuestra ciudad, es el pueblo quien, los juzgará y, dictaminará, si tienen que seguir o no. Señora Oltrá y señores Ribó y Puig, mis calificativos hacia ustedes, no han sido muy considerados. Son conscientes de que, miles de personas, piensan y, sienten, como yo, aunque, la repercusión, no es la misma. Lamento haberme dejado llevar por el corazón, en lugar de por la cabeza. Atentamente, un valenciano” (sic).

Lo más importante en las meteduras de pata es no intentar arreglarlas. Hay que dejarlas caminar hacia su destino. La historia de las meteduras de pata está plagada de otras meteduras superpuestas para reparar el error inicial, pero los casos de reparaciones elegantes son escasos. “Ya no dejo más el móvil a nadie” -empezó escribiendo el genial Borrajo el cinco de enero- “Esta noche alguien usó mi móvil durante una hora para escribir en mi nombre” -continuó- “Ya no saben cómo hacerme daño”, “Un móvil en manos de un envidioso puede ser muy peligroso. No lo dejes nunca”. 

Bueno, esperemos que todo esto no acabe en someter cada año a referéndum la decisión de cómo tienen que vestir los Reyes Magos y que los artistas, a los que envío un fraternal abrazo, hayan podido disfrutar con inocentes ojos de niño de la auténtica cabalgata de Valencia que fue de las más bonitas, a juzgar por las fotos.

Subasta en el Círculo de Bellas Artes

Digo “a juzgar por las fotos”, porque a diferencia de Francisco y Borrajo yo no estaba tan obsesivamente interesado en cabalgatas. En cambio asistí esa noche, en la calle Cadirers del Barrio del Carmen, a la subasta especial de Reyes del Círculo de Bellas Artes de Valencia, una actividad programada por el anterior equipo que peleó contra las graves dificultades de financiación. El Círculo ha cambiado recientemente su ejecutiva, en la que están ahora Gerardo Stübig, Nassio Bayarri, Vicente Navarro, Lupe Tomás o Carla Alabau.

Las salas de subastas son un lugar de oportunidades. Pero en esta ocasión también se remataban los afectos: se ofrecían más de sesenta y seis tesoros de nuestro pasado artístico esperando a ser comprados para paliar en lo posible las carencias económicas por las que pasa el Círculo. Una preciosa acuarela de Portolés por cien euros, por la que nadie pujó. Una obra al pastel de Alegre Cremades por su precio de salida. Un óleo de la escuela valenciana atribuido a Emilio Sala que alcanzó el precio de 210 euros y que había salido por 150. 

Muchas otras obras donadas, a pesar de salir a un precio inferior al de mercado, pasaron el trago de volver a su lugar a la espera de que alguien las quiera adquirir más adelante: excelentes cuadros de José Gassent, Anzo, Bronchú, Lupe Tomás, Tarrasó, Abel Puche, Pedro de Valencia, Vicente Alonso o Adolfo Francés; un cartel de la Feria de Julio de 1907, de Ortega; una terracota de Peyró. La escultura de una pescadora en bronce de Juan de Ávalos, el escultor del Valle de los Caídos, fue recomprada en la sala. 

Pueden observar todas las obras cómodamente en la página, la gran mayoría siguen a la venta por su precio de salida, más un cinco por ciento. Tómense, por favor, la molestia de hacer unos cliks en esta página: yo creo que el más conmovedor homenaje que recibe un artista no son esos laureles depositados sobre su tumba, sino las miradas que han teñido con comprensión una pincelada y consagrado un golpe de cincel en su estatua. 

De paso, vean en la misma web una pequeña parte de los fascinantes fondos de nuestro vergonzosamente olvidado Circulo de Bellas Artes, creado hace 123 años bajo la labor propulsora del periodista Luis Domenech, el pintor Joaquín Agrasot y la colaboración de Joaquín Sorolla junto a los artistas del momento, que se pondrían a llorar en coro si levantaran la cabeza y vieran cómo ha ido evolucionando el patrimonio artístico en nuestra Comunidad.  Preguntémonos de paso por qué Muñoz Degrain, Ignacio Pinazo o Antoni Cortina no han alcanzado la jerarquía de númenes tutelares en una ciudad que presumía de poder ser la capital cultural del mundo (lo será San Sebastián este año, por cierto). 

Para que el Círculo de Bellas artes no regrese al Empíreo de la nada, su nuevo director debe hacer frente al problema financiero y a la proyección del centro como ente social para la cultura de Valencia. Gerardo Stübing quiere hacer del círculo un lugar nuevo, donde puedan llegar los interesados por el arte y entrar en contacto con otros creadores. Ofrecerá para ello conferencias, performances, conciertos, video-arte, diseño de video-juegos, teatro, presentaciones, talleres de escritores y poetas o se acercará al artístico mundo de las fallas.  Planteará actividades diarias sin limitaciones de admisión y estará abierto a todas las propuestas. En febrero estaría encantado de poder celebrar unos carnavales como los que tienen lugar en el Círculo de Madrid o como aquellos que hacían los estudiantes de Bellas Artes en la Academia de San Carlos. Con el espacio y la terraza que dispone el edificio puede ser una fiesta de carnaval mítica.

Stübing sabe que hay que duplicar los socios antes del verano -sólo hay 185 y se paga una cuota de 15 euros-, buscar la refinanciación o encontrar una solución que garantice la supervivencia de nuestra historia artística, solución que podría ser su reubicación en uno de los muchos espacios de los que dispone la ciudad. 

Esperemos que encuentre una respuesta positiva del Ayuntamiento o la Generalitat, porque la solución de vender patrimonio para pagar las deudas surgidas de su mantenimiento sería una moderna modalidad de expolio cultural. Dentro de unos meses sabremos los resultados, esperamos que esperanzadores, porque el Círculo no ha perdido la ilusión de ser el nuevo nexo de unión entre todos los artistas y la sociedad valenciana pese a las dificultades. Al menos los artistas están dando su solidaridad, sólo falta que la sociedad se dé cuenta de todo lo que estamos perdiendo por no abrirnos a la Cultura.

¿Quién coño es?

Después de la subasta pasé por el hall de la Biblioteca Pública de Valencia, seguramente una de las más ruidosas del mundo, para la presentación del fancine de arte, o artcine, “¿Quién coño es?”. Bajo este atractivo título hay una iniciativa para hacer visibles a las mujeres artistas colocando carteles en el espacio urbano, la Universidad, las bibliotecas y las calles aledañas a museos y otros centros culturales. Ahí en nuestra Biblioteca siguen expuestos. La primera vez que se hizo, en Zaragoza, los carteles fueron arrancados, no sé si con odio o pura inconsciencia. Pero no se preocupen porque las plantillas de quién coño es o quién coño fue se pueden descargar por Facebook o en la web.

La creadora de esta propuesta, la historiadora aragonesa María Bastarós, nos invitó a reflexionar sobre el ostracismo en el que ha vivido la mujer en el arte y en el que sigue a través de la histografía, las universidades, y los manuales. Y eso que casi no podía hablar por una infección de anginas. La presentación, a cargo de Manuel Garrido -crítico de arte, ilustrador y gerente de la Associació Professional d'Il·lustradors de València, empezó con un: “Gracias a todos por…” a lo que respondimos inmediatamente a coro “¡Y a todas!”, y el ambiente se relajó mucho. 

Intervino Nacho Moreno (alias Palomitas en los ojos), periodista y crítico que llevaba un bonito jersey violeta, refiriéndose al hecho de que apenas un 10% de mujeres participa en ARCO, en contraposición con el elevado número de mujeres estudiantes de Bellas Artes; también la profesora de Historia del Arte de Valencia, Aurea Ortiz, habló de la época en las que las mujeres no podían asistir a clases de dibujo porque había desnudos, de modo que sólo podían especializarse en ser modelos.

Entre los numerosos asistentes estuvieron Maite Ibáñez, crítica de arte y Secretaria de Cultura del PSOE en Valencia; Irene Cubells y Álvaro Yebra, distribuidores de audiovisual de la empresa “Some like it short”. Néstor Mir, músico y escritor. Águeda Forés, gestora cultural. María José Mora, representante de artistas de danza y artes escénicas. Carlos Garsán, periodista y sin embargo compañero. Y numerosas alumnas del grado de Historia del Arte de la UV, que serán las responsables en el futuro reescribir la historia oficial. Por cierto que esto me recordó la paradoja de aquella pedagoga que me contó, desconsolada, que mientras sus compañeras habían acabado la tesis, ella no podía; cuando le pregunté qué motivo se lo impedía, me respondió: “Porque tengo hijos, y no me da tiempo.” 

Old Jamaican Quartet en el Jimmy Glass

Terminé en el Jimmy Glass jazz bar del Carmen, que se llenó hasta las cachas para el concierto de los Old Jamaican Quartet. Ambiente de refugio clandestino, luces bajas, calor de vino mezclado con ser humano y porciones de pizza. Xevi, el encargado del Jimmy, pendiente de todo como siempre. Entrada libre. Pilar Estrela. Everytime I hear the sound.

La música de Jamaica tiene algo de elegante buen rollo: permite llevar estampados a cuadros y gorras, y mezclada con jazz se puede compaginar con los maravillosos mundos del alcohol y la marihuana. El público era sociable, amable y hasta alguien me dedicó un admirativo “¡Hombre, frecuentas estos sitios!”.

Los componentes del grupo Old Jamaican Quartet tiene lo que los profesionales laman nivelón: se les nota el tiempo que han dedicado a avanzar en sus respectivos campos. Además, son incontestablemente atractivos porque no había manera de las mujeres quitaran sus ojos del escenario mientras sonreían. Ellos son el contrabajista italiano y líder espiritual Ales Cesarini; el vocalista de vozarrón nacido en el barrio de Barona, Payoh SoulRevel, vestido como leñador de Fargo y aspecto tímido que esconde una personalidad intensa; el ingeniero de telecomunicaciones Amadeo Moscardó al piano y teclados; y el genial Pere Munuera tocando la batería como si estuviera poseído por un espíritu del Caribe; fueron acompañados por el ruso-cubano de la Berklee, el genial Alexei León y la voz de Pablo Muñoz, del grupo Los Olfashioned. Muy recomendables.

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