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opinión

Tengo una pregunta retórica

Haber construido un Valencia falto de personalidad, de carácter, de criterio, de elecciones racionales… lleva a esto, a un club en el que todo está bien salvo algunas cosas: que el club roza el descenso, que la masa social está tan desmovilizada como en los peores años de plomo...

9/12/2016 - 

VALENCIA .El miércoles, en una entrevista tremenda a este mismo medio, Suso destapaba la adicción del propietario del Valencia don Peter Lim por el lenguaje de mensajería corta. La distancia entre culturas también se hace evidente en esto: don Peter Lim no utiliza whatsapp, sino SMS, como el presidente del gobierno español. García Pitarch en la entrevista estaba especialmente acertado perfilando su propio personaje, el de un tipo flexible cuya maleabilidad no conoce todavía límite.

Venía a decir Pitarch que esto es lo que hay, que el valencianismo debe adaptarse a los condicionantes, que los entrenadores si saben inglés mucho mejor porque así se pueden entender con don Peter Lim y doña Layhoon Chan (Neville sabía tan bien inglés que no hubo más remedio que traerlo). Venía a decir Pitarch, tan crudo, que hay que moldear el día a día del club a las peculiaridades de sus amos… y si te gusta bien y si no también. Podría aspirar Pitarch a imponer su propio criterio (en caso de tenerlo) o incluso en renunciar a su cargo si contempla que el club procede negligentemente, pero mucho mejor ser como el agua y fluir por donde las canalizaciones exigen.

Luego está lo de los SMS. Si alguien, un programa humorístico a la valencianista (se llamaría Chechenia… o a este paso Chernóbil), tuviera que parodiar la relación de lejanía del amo con sus súbditos no encontraría una imagen mejor. Don Peter Lim enviando mensajitos a Suso comentando alineaciones, lesiones y cotilleos de vestuario. Lo magnífico del caso es que Suso blandía la anécdota queriendo demostrar el interés y cercanía del amo por el club. Es que envía SMS, oiga. Más bien parece una coña, una frivolidad, una prueba de que este club ha perdido el oremus y se gestiona a golpe de SMS desde la lejanía… y de vez en cuando con una interlocución protocolaria como cuando había que confesarse ante el señor cura a desgana.

Por mucho que el club -esto es, quienes lo dirigen- haya perdido la chaveta, García Pitarch considera que hay que ‘hacerse a’, moldear los propios principios ante las peticiones de los amos. Aquí una buena aproximación a la debacle: la falta de criterio y de principios ha sido reemplazada por la pura adaptación al medio. Si uno quiere sobrevivir, acepte lo que hay, nos viene a pedir con resignación profesoral el valencianista Suso.

Él, dicho todo esto, no es la causa de casi nada, es más bien el efecto. Quienes más bendencian su llegada son quienes ahora más lo golpean. Pero la causa de que uno llegue tarde a clase no es haber perdido el bus, sino dormirse. Perder el bus es el efecto. Suso es el efecto de una propiedad que busca cargos extremadamente dúctiles, que se revuelvan poco, que se acostumbren. Ejecutivos que rindan pleitesía al amo en lugar de aportar resultados. Nadie grita en este Valencia de muditos. García Pitarch lo definió bien: es lo que hay, acostúmbrense. Él, de importancia intrascendente para el bien o el mal del VCF, solo contribuye aportando combustible para el modelo del amo.

Haber construido un Valencia falto de personalidad, de carácter, de criterio, de elecciones racionales… lleva a esto, a un club en el que todo está bien salvo algunas cosas: que el club roza el descenso, que la masa social está tan desmovilizada como en los peores años de plomo. En cambio Lim envía muchos SMS. ¡Albricias! ¿Nos toman por imbéciles? Es una pregunta retórica.

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