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FESTIVAL DE TORONTO 2018

Toronto se hace eco del nuevo boom de los documentales en la gran pantalla

El festival hace hueco a personalidades como Gorbachev, Trump y Quincy Jones y a análisis sociales y políticos como el genocidio de los jemeres rojos o el movimiento #TimesUp

12/09/2018 - 

VALÈNCIA. Hace años que los titulares que vaticinan la eclosión definitiva del género documental se reiteran. El excepcional resultado en taquilla de Fahrenheit 9/11, de Michael Moore, en 2004, y Una verdad incómoda, de Davis Guggenheim, en 2006, despertaron el interés de productores y distribuidores por la no ficción.

A este par de éxitos indiscutibles les han tomado el testigo en la segunda década de este siglo los rockumentales coronados con el Oscar. Searching for Sugar Man, de Malik Bendjelloul, en 2012, y Amy (La chica detrás del nombre), de Asif Kapadia, en 2015, fueron programados en salas, en jubiloso contraste con el espacio residual que habitualmente se les dedicaba en televisión.

Este verano se ha producido un tercer mini boom. En plena canícula, estación abonada a los súper héroes, tres documentales barrieron en la taquilla estadounidense. El retrato del presentador de televisión infantil Fred Rogers, Will not Be My Neighbor?, el tributo a la juez de la Corte Suprema Ruth Bader Ginsburg, RBG, y el inquietante experimento sociológico expuesto en Three Identical Strangers, sobre tres trillizos adoptados al nacer por diferentes padres y su reencuentro por azar en la vida adulta.

El fenómeno ha descolocado a los analistas cinematográficos y aumentado los vatios de atención en el Festival de Toronto hacia su sección TIFF Docs.

Conversaciones sobre Trump y con Gorbachev 

En esta edición la muestra canadiense ha programado 27 documentales de 19 países diferentes. La maratón empezó apostando a un caballo ganador. Michael Moore presentó su visión de Estados Unidos bajo la peróxida presidencia de Donald Trump en su nuevo proyecto Fahrenheit 9/11. El título es un guiño a su filme más aclamado, con la azarosa casualidad de que fue en esa fecha de 2016, cuando el empresario y celebridad televisiva ganó contra todo pronóstico las elecciones.

El carismático director alterna la chanza, señalando a Gwen Stefani como responsable de la elección del más polémico habitante de la Casa Blanca, con la profundidad de análisis, al detallar la crisis del agua potable en el país, que ha dejado a familias enteras sin acceso a un bien básico.

El documental Meeting Gorbachev podría ser calificado como el reverso luminoso de la película de Moore. Werner Herzog recoge sus cándidas conversaciones con uno de los políticos que marcó el siglo XX al poner punto final a la Guerra Fría. Como señala el programador de la sección de documentales del festival, Thom Powers, en esta película, se ve claramente la admiración que el veterano director alemán siente por “un tipo de líder mundial que actualmente escasea, conocido por su gracia, sabiduría y compromiso con la paz”.

El director camboyano Rithy Panh completa el trío de películas comprometidas políticamente con su nueva exploración sobre las consecuencias del genocidio en su país. Graves Without a Name acompaña a un chaval de 13 años en la búsqueda de las tumbas de sus seres queridos.

La propuesta, enfocada hacia la sanación en lugar de la venganza, alterna los testimonios de los supervivientes con imágenes de archivo y textos de los poetas franceses Paul Éluard y Jean Cayrol.

Dos sabios de la música

Ya era hora. Y tuvo que ser su propia hija. Rashida Jones suma fuerzas con Alan Hicks para dedicar un documental a la figura del productor, compositor y arreglista Quincy Jones, el legendario responsable de éxitos de ayer y del presente firmados por Michael Jackson, Count Basie, Herbie Hancock, Chick Corea, Frank Sinatra, Dizzy Gillespie...

A su tino, su talento y su ambición le debemos capítulos fundamentales de la cultura popular.

Modestamente influyente y totalmente desconocido, Rick Kelly también ha sido objeto de otro documental, Carmine Street Guitars. El sujeto de esta película ha estado fabricando guitarras personalizadas en su tienda de Greenwich Village durante décadas. Pero no cualquier instrumento: Kelly reutiliza madera de los edificios históricos de Nueva York para sus instrumentos.

Los números dan prueba: 29 premios Grammy, siete nominaciones a los Oscar, pero la película también repasa la vida familiar del icono cultural, padre de siete hijos de cinco mujeres distintas. Y si la música no es suficiente gancho para el espectador, atención al surtido de interlocutores durante el metraje. Kendrick Lamar, Lady Gaga, Jay-Z, Nelson Mandela y Oprah Winfrey, por no alargarnos.

La lista de clientes de su establecimiento es legendaria. Y en Toronto han presentado un documental sobre su leyenda. De hecho, la película reúne al cofundador del grupo de Patti Smith Lenny Kaye, a Eleanor Friedberger, Charlie Sexton y al director y guitarrista a tiempo parcial Jim Jarmusch para tocar, hablar y contar historias protagonizadas por ellos mismos y, entre otros, Jimi Hendrix y Bob Dylan.

El tiempo de las mujeres

El Festival de Toronto ha mojado su programación en la cuarta ola del feminismo. Naziha Arebi se sirve de un equipo de fútbol femenino para exponer en Freedom Fields los retos a los que se enfrenta la mujer hoy día en Libia; Maiden, de Alex Holmes, relata la historia del primer equipo exclusivamente femenino que compitió en la Ocean Volvo Race, capitaneado por la pionera Tracy Edwards; y This Changes Everything, dirigida por Tom Donahue y producida por la actriz y activista Geena Davis, examina la desigualdad de género en Hollywood.

En el filme, luminarias del cine actual como Meryl Streep, Jessica Chastain, Natalie Portman y Cate Blanchett hablan en primera persona de sus experiencias misóginas en la industria y de cómo a través de la representación en la pantalla se va conformando toda una cultura del heteropatriarcado. “La base de nuestros valores queda determinada por las primeras imágenes que ves”, plantea Reese Witherspoon, que en los últimos tiempos ha tomado las riendas para invertir la dinámica histórica en el mundo del audiovisual y puesto en marcha junto a Nicole Kidman la serie Big Little Lies.

Todavía no se sabe si estamos frente a un nuevo repunte de la no ficción o si el interés mostrado por los documentales ha sido un amor de verano. El tiempo dirá, pero la tesis que plantea la revista Time es que en un momento “en que la prensa está bajo constante ataque y muchos de nuestros líderes gubernamentales operan bajo una definición bastante elástica de la verdad, tal vez el público está buscando conectarse con historias en las que creer realmente”.


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