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EL TINTERO / OPINIÓN

Un punto de sutura para un ‘Río de Cultura’

Hace unos años la campaña institucional, ‘Valencia, Un Río de Cultura’ nos recordaba los espacios culturales que acoge el cauce del Turia y su entorno: Bioparc, Palau de la Música, Ciudad de las Artes y las Ciencias o Museo de Bellas Artes San Pío V. Pero su tramo más céntrico sigue siendo tierra de nadie

17/04/2016 - 

El jardín del río Turia es, casi con total seguridad, la zona que concita mayor cantidad de elogios y parabienes de los valencianos y visitantes. Nos solemos referir a él con expresiones como el ‘pulmón verde’ o la ‘columna vertebral’ que que recorre Valencia y supone el orgullo de una ciudad. Su origen es la demostración de cómo sobreponerse a una catástrofe como la riada de 1957, y transformar un río en uno de los espacios verdes más grandes de Europa. Es importante recordar que se evitó el proyecto que pretendía convertirlo en una autopista, entre otros gracias a la acción del alcalde Miguel Ramón Izquierdo (1976-79), que plantó árboles para evitar otros usos que no fueran los de crear un espacio natural de ocio, cultura y deporte para todos los valencianos.

La evolución del cauce del Turia ha sido constante y ha ido llenándolo de espacios verdes con alto valor ecológico para nuestro medioambiente. La variedad y riqueza de la arboleda es muestra de ello, desde las palmeras enanas en el entorno de la Ciudad de las Artes y las Ciencias a las coloridas jacarandas junto al Puente de las Flores y el Puente del Mar, pasando por árboles tropicales como el palo borracho de original fisonomía. Por supuesto con una importantísima presencia de bosque mediterráneo, donde destaca el pino.

En paralelo a la urbanización de los casi un millón y medio de metros cuadrados que ocupa la superficie del jardín del Turia, se han desarrollado edificios emblemáticos como el Palau de la Música, referente de la cultura en nuestra ciudad, y también recintos deportivos como las pistas de atletismo, los campos de fútbol y espacios para la práctica de otros deportes como el rugby o el béisbol. En los últimos años la presencia de corredores ha ido en aumento, Valencia se ha convertido por derecho propio –condiciones climatológicas y orográficas, así como afición y promoción– en la capital mundial del running. Este deporte que gana adeptos por minutos (cuando acabe de leer este artículo alguien más habrá decidido salir a correr, no seré yo, por ahora) ha encontrado en el jardín del Turia un gran aliado, sobre todo gracias a la colaboración de la Fundación Trinidad Alfonso que ha impulsado la construcción del Circuit 5K para runners.

Ahora bien, en esta idílica y real descripción de la joya de la corona valenciana, encontramos un punto negro, un espacio desangelado, un tramo que sirve de cajón de sastre donde meter diferentes actividades a lo largo del año. Entre otras destacan los castillos de fuegos artificiales (5 noches al año) durante las Fallas; la Mostra de Vins, Caves i Licors i d´Aliments Tradicionals o la Feria de Abril ‘a la valenciana’ que se celebrará los próximos fines de semana. Todo ello en el denominado ‘tramo lúdico’ del cauce del río Turia, que como pueden comprobar en las imágenes presenta un aspecto de campo de fútbol de Regional y curiosamente este tramo se encuentra en el corazón de Valencia.

Giuseppe Grezzi, concejal de Movilidad se preocupa con especial detalle en aspectos como la rápida y poco planificada peatonalización del entorno de la Lonja, sin habilitar el aparcamiento de la plaza de Brujas; insiste en reducir la velocidad al extremo (señales que ya colocó el gobierno municipal del Partido Popular) mientras algunos ciclistas causan estragos circulando por las aceras. Crea aparcamientos para motos en vías con pocos carriles para el tráfico e incluso molestando las salidas de emergencia, como sucedió en la calle de las Barcas y el Teatro Principal. Y entre tanto, tenemos abandonado la gran parte del año, exceptuando las fechas en las que se utiliza, con resultados sonoros y estéticos de dudoso gusto, una de las zonas más emblemáticas del jardín del Turia en Valencia.

El tramo más feo, por su falta de urbanización y acondicionamiento del rio Turia está ubicado entre el Ensanche valenciano, donde destacan numerosas edificaciones modernistas de finales del s. XIX y principios del XX en una trama urbanística perfectamente ordenada y el Paso de la Alameda que conserva varios edificios que datan de la Exposición Regional de 1909 y que destacan por su elegancia y majestuosidad. El Palacio de la Exposición o la Industria Lanera Valenciana convertida en uno de los hoteles de lujo más conocidos de Valencia, convierten al entorno en una zona que debe recibir la protección y cuidado de nuestras autoridades municipales, decididas (se supone) a poner en valor la riqueza patrimonial y ecológica de nuestra ciudad.

Los eventos realizados en las últimas semanas donde miles de jóvenes universitarios se reúnen en botellódromos para festejar no se sabe bien qué, imagino que llevarán de cabeza a la Policía Local y a su máxima responsable, la concejal Sandra Gómez, que a su vez debe lidiar con su compañero de Movilidad, pues sus áreas son primas hermanas. En numerosas ocasiones, la propia concejal reconoció que “Valencia tiene un problema con el botellón porque no se ha hecho nada.” Si a ello le sumamos que somos el destino preferido por lo Erasmus, la realidad es que tenemos a una inmensa cantidad de jóvenes (nacionales y extranjeros) que toman para su diversión espacios como el ‘tramo lúdico’ y sus alrededores en el jardín del Turia; y causan molestias a los vecinos, ensucian la ciudad y de alguna forma degradan una zona que debería estar especialmente protegida.

Los nuevos políticos tan dados a mantener debates en Twitter y a reivindicar épocas que dejaron hambre y pobreza en España, deberían preocuparse de mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos, les hayan votado o no, y prestar atención a esa zona franca que bien requiere un buen punto de sutura que la repare y saque del aspecto desértico que presenta, haciendo justicia al lema ‘Un Río de Cultura’ y dignificando una zona que puede y debe ser el orgullo de Valencia por su valor histórico y urbanístico.

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