LA CIUDAD EN AGOSTO

Un verano gastronómico en València: 25 pistas imprescindibles


València en agosto es un placer y una condena: juntos y revueltos. Todo a la vez

| 04/08/2017 | 3 min, 52 seg

Un placer porque pocos momentos como este para pasar el estío en la ciudad (¿por qué no?), nunca (o pocas veces) ha podido presumir el cap i casal de una oferta gastronómica tan apabullante y tan heterogénea: desde el gastronómico más excelso (esa bomba llamada Ricard Camarena) hasta el chino más “cutre”. Desde el templo de los vinos naturales a la mejor paella posible —a leña, por supuesto— pasando por la verdura ecológica de nuestra huerta de Alboraya, los pescados de la lonja o tantas terrazas donde dejar pasar el tiempo frente a un libro y un par de copas de vino blanco. València es ese atardecer. Esos atardeceres en los que “El cielo parecía una flor carnívora”; bendito Bolaño y bendito Sabina, que hace no tanto encendió el cielo de la Plaza de Toros al son de “esa hora maldita en que los bares a punto están de cerrar, cuando el alma necesita un cuerpo que acariciar“ .

València en agosto también es una condena: plagada de turismo de crucero (Mordor, o sea) y guiris calcinados como cangrejos. Menús ‘perreros’ y cerveza barata para tantos cientos de miles de bastardos ingleses (concretamente: 550.834 visitantes procedentes de la Pérfida Albión); y digo bastardos con cariño pero es que no hace tanto de las bonitas declaraciones del comandante de la Royal Navy Christopher John Parry en cuanto a un posible conflicto en torno a Gibraltar y el brexit: “España debe aprender de la Historia que no merece la pena enfrentarse a nosotros y que todavía podemos chamuscar la barba del rey de España”. Pero eso sí: comer paella congelada como descerebrados y tomar nuestras calles con vuestras chanclas con calcetines —para eso: sí. En fin, que me enciendo.

No todo son malas noticias en cuanto al recreo: y es que el turismo “de calidad” ha crecido en toda la Comunidad Valenciana. Según la encuesta de ocupación hotelera de la Agència Valenciana del Turisme del verano del 2016, las visitas de holandeses y países nórdicos han aumentado considerablemente (un 22% y 25% respectivamente) como también lo ha hecho la rentabilidad de cada turista (13,6%) basado tanto en el incremento de la tarifa media diaria y el gasto aproximado. En fin, que València en agosto es hoy más que nunca un destino maravilloso para el extranjero, para el madrileño y desde luego para el valenciano —así que aquí va un recorrido personal e intransferible sobre las cocinas de Valéncia.


Tenemos (y debemos) empezar con un recorrido por sus terrazas: nuestras favoritas son La Marítima en Veles e Vents y su magníficos arroces, Vinícolas de Raúl Aleixandre, el chiringuito de La Más bonita, el patio interior de Komori y las fantástica noche en Ruzafa en cualquier mesa de Doña Petrona.

Nos gusta la cocina fusión y nos gusta (mucho) el ceviche y la causa escabechada de Álex y Anita en el Ancón. También, claro, nuestra apuesta de hace tanto tiempo: el Bouet de Tono Pastor y César Lupo que suma y sigue en su nueva casa diseñada por Ramón Esteve. Nos gusta también la excelencia de Ameyal, los yakitoris de Hikari y las locuras de Junior en Paraiso Travel.

Si la cosa va de pescado salvaje, no hay un mejor momento: La casita de Sabino recupera lo mejor de Kailuze y lo eleva a la estratosfera del mejor producto posible procedente (cada día) de Bilbao. Pescados portentosos también en Milán, en Gran Azul de Abraham Brández, en nuestro amado Rausell y por supuesto en el templo del producto por excelencia: Askua.



¿Bueno y barato? No creo yo especialmente en el ‘bueno y barato’ (suele ser o lo uno o lo otro) pero siempre hay excepciones: en València yo apostaría por Gula en Blasco Ibáñez, Fumiferro en el Cabanyal, Tora en Ruzafa, El Aprendiz en Benimaclet y Deskarat en esa zona de nadie que es el nuevo Mestalla.

Terminamos donde debe empezar cualquier cocina que ame su territorio: en la huerta... ¿entenderemos alguna vez el tesoro que tenemos a tres pasos? Restaurantes donde se cuida con amor y respeto la verdura: Habitual, Ca Pepico, Dos Estaciones, Napicol y La Forastera.

Con una oferta gastronómica así, la pregunta es obvia: ¿por qué no quedarse en València?

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