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Las cajas de ahorros en la encrucijada: el tiempo es oro

Por JOAQUÍN MAUDOS (*). 25/12/2010 "Bancos y cajas deben hacer frente a una pesada digestión del ladrillo, al aumento de la morosidad y de los activos problemáticos, a importantes necesidades de refinanciación, a las nuevas exigencias sobre  capital de Basilea III, etc. En el caso concreto de las cajas, algunos de estos retos adquieren más importancia como consecuencia de su mayor exposición al ladrillo, el exceso de capacidad instalada y a las limitaciones que hasta ahora tenían para captar capital..."

VALENCIA. El pasado 17 de diciembre, Caja Granada organizó una interesante y fructífera Jornada sobre la "Reestructuración de las Cajas de Ahorros y los Sistemas Institucionales de Protección (SIP)" donde tuve la suerte de poder intervenir y ofrecer mi punto de vista sobre tan importante cuestión. Quiero en estas líneas resumir mi intervención y visión del proceso de reestructuración de las cajas de ahorros.

No es ninguna novedad decir que el sector bancario español tiene ante sí unos retos de suma importancia que le hace ser el centro de atención de los mercados y medios de comunicación. Retos tan importantes como hacer frente a una pesada digestión del ladrillo, a aumentos de la morosidad y de los activos problemáticos, a importantes necesidades de refinanciación en mercados mayoristas internacionales que se han cerrado por completo a las entidades españolas (llevamos semanas sin ninguna emisión de una entidad española), a las nuevas exigencias de más capital y de más calidad de los nuevos acuerdos de Basilea III, etc.

En el caso concreto de las cajas de ahorros, algunos de estos retos adquieren mayor importancia como consecuencia de su mayor exposición al ladrillo, al exceso de capacidad instalada (tienen oficinas con un tamaño que es menos de la mitad del correspondiente a la media de los bancos) y a las limitaciones que hasta ahora tenían para captar capital.

El mayor peso relativo de estos retos en las cajas de ahorros ha obligado a adoptar medidas de gran calado como la aprobación del FROB, que hasta ahora es monopolio exclusivo de las cajas de ahorros (con ocho procesos de reestructuración entre cajas financiados por dicho fondo), y la reforma de la ley de cajas. Esta última medida es de gran importancia por cuanto va dirigida a dotar a las cajas de nuevas vías de acceso al capital (acciones ordinarias a través de los bancos nuevos creados y cuotas participativas con derechos políticos), a profesionalizar su gestión, y a someterlas a la disciplina del mercado.

No obstante, y a pesar de las importantes medidas adoptadas, las cajas de ahorros españolas siguen sin despertar confianza en los mercados, siendo desde hace tiempo el centro de atención de los medios de comunicación, incluidos los internacionales como Wall Street Journal o el Financial Times (este último con 148 noticas publicadas sobre las cajas españolas en lo que va de año).

En mi opinión, los motivos que explican por qué las cajas tienen una mala imagen a pesar de las medidas implementadas es que hay algunas dudas sobre la verdadera salud del sector y sobre el proceso de integración en curso. En concreto, quiero señalar cinco: tener un 69% de sus créditos en el "ladrillo" (promoción inmobiliaria, construcción y compra de vivienda); poseer en sus balances un elevado volumen de activos adjudicados (39.000 millones de euros a fecha 31/12/2009 que a buen seguro ha aumentado en 2010); las dos únicas entidades hasta ahora intervenidas en España son cajas de ahorros con una morosidad declarada inicialmente muy por debajo de la comprobada posteriormente tras la intervención; por el elevado volumen de deuda que vence en el futuro próximo y que hay que refinanciar en mercados mayoristas que están cerrados; y por lo poco que ayuda a su imagen el entorno macroeconómico de la economía española (sobre todo por la mancha negra que supone tener una tasa de paro cercana al 20% en 2010 sin visos de caer en 2011). Y a ello hay que añadir algunas dudas que suscita el proceso de reestructuración en curso sobre el que quiero hablar a continuación.

Tanto el FROB como la reforma de la ley de cajas son de vital importancia para la viabilidad futura de las cajas. Pero se plantean algunas dudas: 1) las ayudas del FROB si bien son inicialmente capital en forma de adquisición de participaciones preferentes, en el fondo es un préstamo que hay que devolver en cinco año y a un tipo elevado (aunque de mercado) que se está destinado a financiar costes operativos (según algún medio de comunicación en un 70% se destinan a reducir personal, unos 12.000 empleos) y por tanto no a mejorar la solvencia; 2) la reestructuración empezó tarde, si bien se está realizando deprisa (soy de la opinión que no se puede ir mucho más rápido dada la dificultad natural de una fusión), pero estamos solo en los inicios; 3) me cuesta entender la racionalidad económica de algunas fusiones en las que hay involucradas entidades muy dispares y aparentemente con los mismos problemas; y 4) es preocupante que en algunos de los SIP ya constituidos, la presencia de los consejeros con perfil político sea más que mayoritaria, lo que choca con el espíritu de la nueva ley de cajas y con la petición de la propia CECA. En nada ayuda, sino todo lo contrario, esa presencia política para mejorar la imagen del sector, fundamental para pedir financiación tanto a los acreedores de las cajas que aportan liquidez como a los que tendrán que aportar en capital en el futuro próximo.

¿Qué habría que hacer para hacer frente a los retos tan importantes a los que se enfrentan las cajas? En primer lugar, dar la bienvenida a reciente decisión del supervisor de exigir en breve a las entidades españolas (no solo cajas) más transparencia informativa, sobre todo en lo que tiene que ver con la exposición al ladrillo y las coberturas existentes. Tengo la sensación de que si el Banco de España, que obviamente conocer la verdadera situación del sector, ha optado por "desnudar" a las entidades, será porque está convencido que con ello se mejorará la imagen del sector, lo que permitirá mejorar el acceso a la financiación en los mercados mayoristas. Y ello a pesar de que unas pocas entidades (esperemos que pocas) puedan salir mal paradas en este ejercicio de transparencia informativa. Pero es mejor exponer las vergüenzas de unas pocas si con ello mejoramos la imagen agregada del sector para que no paguen justos por pecadores.

La prueba del algodón del éxito del proceso de reestructuración del sector será doble. Por un lado, si vemos que se abre el grifo de la financiación bancaria. A este respecto, la última tasa de crecimiento interanual de septiembre 2009 a septiembre 2010 del crédito al sector privado residente es del 4,2% en los bancos pero negativa del 3,7% en las cajas. Y por otro, el sector gozará de confianza cuando los inversores estén dispuestos a comprar el capital que emitan las cajas. Y en ambos casos, sólo el tiempo nos dirá si se sanea el sector.

En cualquier caso, lo que tengo claro es que la reestructuración de las cajas no ha hecho más que empezar y que desgraciadamente la mayor integración de facto debe producirse en los próximos meses. Y desgraciadamente, este futuro que está a la vuelta de la esquina viene caracterizado por un contexto macroeconómico adverso en el que los mercados mayoristas, a no ser que se abran rápidamente, van a poner difícil la reestructuración. Y como dijo el subgobernador del Banco de España en las Jornadas de las que les he hablado, "el tiempo es oro".

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(*) Joaquín Maudos es catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia e Investigador del Ivie

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