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Vinos navideños

Ya es oficial, lo anuncian hace unos días en la radio, la televisión y las redes sociales: llega la Navidad, esa época del año que algunos odian y que a los hedonistas nos sigue pareciendo una excusa estupenda para disfrutar comiendo y bebiendo

| 18/11/2016 | 5 min, 15 seg

Jornadas de abundantes excesos o, aún mejor, de placeres en su justa medida. Momentos de grandes familias (o no tanto). Y porque escribimos para todos, los muchos y los pocos, hoy vamos a dar ideas de vinos perfectos para las fiestas que podremos encontrar en dos formatos: el mágnum, que con su litro y medio nos servirá incluso para atizar al cuñado e impedir que llegue a abrir su riberita del que antes hubiese pontificado sin reparar en detalles, y la botella habitual de tres cuartos de litro para los que lo celebren en petit comité. Una serie de etiquetas que, aunque saliéndose de lo más convencional, tienen precios razonables y cuyas características permiten ser del gusto de la mayoría.

Para estas fechas, como casi siempre, recomendamos encarecidamente los espumosos por ser muy versátiles, lo que nos permitiría incluso acompañar un menú completo. Así que empezamos con un par de cavas, el primero de ellos un Balma Brut Nature Reserva (Bodega Mas Bertrán) cítrico, ligero y fino que podemos tomar simplemente de aperitivo y que ganará con un poco de laterío de calidad, unas navajas por ejemplo. El otro cava peculiar elegido es el Alta Alella Privat Laietà Brut Nature (Bodega Alta Alella), que está elaborado con las uvas propias del champagne, la chardonnay y la pinot noir, un vino elegante y cremoso que nos gusta con un plato tan tradicional en la Nochebuena madrileña como la lombarda con piñones y pasas.

Viajamos por un momento a Francia, porque si hablamos de burbujas la región de Champagne no puede faltar. Tomamos un Geoffroy Expression Brut Premier Cru (René Geoffroy) estupendo dentro de su sencillez que con su entrada afilada pide un punto picante como el de las ya poco habituales angulas con su ajo y su guindilla. Nada de eso llamado gulas, por favor, si no encontramos algunas que nos satisfagan mejor pasemos a unas ricas y humeantes gambas al ajillo. Y con el champagne Cazals Claude Carte D’Or Grand Cru (Claude Cazals) tomaremos un plato de lujoso nombre y humilde producto que está bien bueno, el caviar de berenjenas, esa especie de hummus de esta hortaliza ideal para empezar una comida.

Los hedonistas que nos siguen saben bien que los vinos generosos nos pierden. De acuerdo, son un poco más complicados para paladares poco experimentados, pero son tan gastronómicos que no podemos dejar de recomendarlos. La Manzanilla Pasada Barbiana (Delgado Zuleta) es redonda, larga y lo suficientemente accesible como para abrir la puerta a muchos al mundo del jerez. Una copa de esta delicia con unas buenas salazones es una combinación irresistible. Otro vino del Marco que encontramos en magnum es La Bota 70 de Manzanilla Pasada (Equipo Navazos). Compleja, intensa y con tantos matices que aguantará toda la potencia del mejor steak tartar (“esteik” para los hedonistas y “estik” para los cuñados).

La Navidad es tiempo de pescado y, ya se sabe, sobre todo de marisco. De nuevo los espumosos serían perfectos, pero vamos a hablar ahora de vinos blancos tranquilos, es decir, sin burbuja. Louro 2015 (Bodegas Rafael Palacios) es un gallego de Valdeorras elaborado con la uva godello y de estupenda acidez que pide a gritos la naturalidad de unas ostras o unos erizosde mar, así sin más (y sin menos). Volamos a Tenerife donde nace el magnífico Vidonia Listán 2014 (Bodega Suertes del Marqués), un blanco con una personalidad única que nos hace soñar con volcánicas cenizas y que pide un pescado a la brasa. Una vieja, una sama o un cherne si tenemos la suerte de estar en las Canarias, cualquier otro buen pescado salvaje si andamos por otros lares. Y para cerrar el capítulo de blancos vamos hasta La Rioja con Jequitibá 2015 (Oliviére Rivière). Un vino serio, refinado y de gran potencial con el que pasamos a las carnes blancas, a un ave como la pularda rellena, tan propia de estas fechas.

Antes de saltar a los vinos tintos hacemos una parada con un rosado, o mejor dicho, con un clarete, El Pícaro del Águila Clarete 2012 (Dominio del Águila). Vinoso, sobrio y campestre, perfecto con un arroz de verduras y algún pajarillo del estilo de la perdiz.

Nos trasladamos a Madrid con 30.000 Maravedíes 2015 (Bodega Marañones), un tinto de garnacha y la menos conocida morenillo, de fresco eucalipto y fruta fresca que se bebe solo pero que nos gusta con un guiso de potencia media o con esos canelones que se comen estos días en algunas zonas de España. Directos al sur volvemos a Cádiz para tomar un vino de tintilla de Rota, una variedad que unos cuantos soñadores se empeñan en recuperar. Mahara 2014 (Vinifícate) resulta pura seda mineral de admirada sencillez y quedará bien con cualquier receta de setas. Un salteado con huevo frito será compañero perfecto. Y antes de llegar a los postres una parada en la provincia de Toledo, en su límite con Cuenca, en la parcela Pico del Pañuelo, donde nos enamora el Recuero Guarda Familiar 2010 (Jesús Recuero) de uva tinta Madrid. Un señor vino en el que nada sobra y nada falta. Redondo, largo y distinguido. Un reflejo del terruño que tomamos con el rey de las fiestas navideñas, un buen asado, por ejemplo de cabrito.

El cierre lo vamos a poner con el estupendo Don PX Gran Reserva 1982 (Toro Albalá) que por su intenso dulzor beberíamos solo o acompañado de quesos o frutos secos. Llegados a este punto daremos permiso para que los cuñados golosos se den un atracón de azúcar combinándolo con los turrones, mazapanes y polvorones propios de la temporada.

Navidad, época de brindis a la que confiamos haber ayudado con estas sugerencias.

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