VALÈNCIA. Un mes después de que la Dana asolara más de 70 municipios del sur y oeste de la provincia de Valencia, cerca de una veintena de centros educativos siguen sin reabrir sus puertas, lo que supone que alrededor de 10.000 alumnos todavía no hayan regresado a las aulas. De ellos, un total de 13 centros no volverán a la actividad en el corto plazo al quedar en una situación que obliga a colocar aulas prefabricadas o incluso reconstruir los edificios.
El episodio afectó a un total de 115 colegios, de los cuales 97 ya han retomado la docencia, lo que supone que 38.186 estudiantes de la zona de la riada ya acudan a clase desde el pasado 11 de noviembre. Este mismo jueves se reabrían los centros de Benetússer CEIP Cristóbal Colón (382 estudiantes), Vicent Ricart i Bonillo (201) y Blasco Ibáñez (341), así como el CEIP San Carlos Borromeo de Albal, con 303 alumnos.
En el caso de Benetússer, el regreso a las aulas se produjo tras un informe de seguridad que facilitó el propio ayuntamiento "ante la negativa de la Conselleria de Educación de facilitar el suyo". No obstante, desde el departamento que dirige José Antonio Rovira aseguraron que únicamente pueden verificar la viabilidad de aquellos edificios de los que tengan su titularidad. Por tanto, en el caso de los colegios, "debería hacerlo el ayuntamiento en virtud del Reglamento de Disciplina Urbanística".
No obstante, en algunas localidades como Catarroja, Alfafar o Paiporta la situación sigue siendo compleja. De hecho, en el último municipio mencionado se han convocado varias concentraciones para exigir a la Conselleria de Educación una solución. "Nuestros hijos siguen sin clases y las soluciones no llegan", lamentaba una representante de personas afectadas en declaraciones a Valencia Plaza.
En centros como el IES Berenguer Dalmau de Catarroja o el CEIP Orba de Alfafar parece que la solución a corto plazo pasa por las aulas prefabricadas. Los conocidos popularmente como barracones ya fueron planteados por la Generalitat al inicio de la catástrofe como una forma de retomar la docencia. "A lo mejor hay un centro que tiene la parte de abajo dañada; Con dos prefabricadas en el patio, a lo mejor lo arreglas", explicaba José Antonio Rovira en declaraciones a los medios de comunicación.
Mientras que, en otros enclaves, la reubicación del alumnado ha sido clave para poder retomar la docencia. En una circular emitida por Educación el pasado 15 de noviembre se preveía que el alumnado de alrededor de 25 centros fuera reubicados. Entre ellos se encuentra el CEP Lluís Vives de Massanassa, cuyos alumnos han sido desplazados a la antigua Facultad de Magisterio de la Universitat de València. Cabe recordar que este colegio ha estado en el foco esta última semana por la caída de un muro que causó la muerte de un operario de Tragsa que se encontraba retirando lodo en el exterior del edificio.
Un suceso que supuso una nueva crisis para este departamento del Consell apenas un día después de una manifestación en el centro de València en la que se exigía la dimisión del titular de la cartera, así como del presidente de la Generalitat, Carlos Mazón. Esta protesta, convocada por la Plataforma per l'Ensenyament Públic, contó con la presencia de 5.000 personas. En ella, representantes de organizaciones como Fampa, UGT o CCOO denunciaron el "desastre" del Ejecutivo valenciano en dar la orden de apertura de centros, así como la "improvisación" a la hora de tomar medidas.
La misma tarde de la tragedia de Massanassa se convocó una reunión de urgencia para abordar la situación. Tras el encuentro, Rovira desveló que este centro se encontraba señalado en "rojo" dentro de un índice de "cuatro colores" que había elaborado la Conselleria de Educación para clasificar los edificios según su estado. El color rojo se refería a espacios en los que "a corto plazo no se podían volver a entrar", ya que "necesitaban obras mayores".
Este mismo jueves, el Sindicat de Treballadors i Treballadores de l'Ensenyament del País Valencià (STEPV) presentaba una denuncia ante la Inspección de Trabajo por este accidente al considerar que "no estaban garantizadas las medidas preventivas para asegurar la estabilidad estructural del recinto y del edifico donde se estaba llevando a cabo estas labores". Desde la organización consideraron "incomprensible" e "intolerable" que hubiera operarios sin "ninguna medida de seguridad preventiva" en un enclave que "estaba en condiciones de peligro".
Por otro lado, las universidades valencianas también han sufrido los estragos de la riada a pesar de no contar con campus en las zonas afectadas. Una parte del alumnado de estas instituciones reside en los municipios damnificados. Una situación que, sumada a los estragos del episodio en el transporte público, obligaron a tomar medidas extraordinarias para mantener la docencia tras una semana de suspensión de clases.
En este sentido, las universidades y la Generalitat acordaron mantener la docencia en línea hasta el 9 de diciembre, aunque la Universitat Politècnica de València ha empezado a impartir clases en formato presencial esta misma semana. En el caso de la Universitat de València, la idea es abandonar el modelo en línea a partir de la segunda semana de diciembre, aunque con medidas de "flexibilidad" para alumnos afectados por la Dana.
Lo cierto es que para esa fecha se espera que gran parte de la red de Metrovalencia esté operativa, lo que facilitaría el transporte de estudiantes. Además, cabe recordar que durante este mes se ha ido recuperando de forma progresiva parte de la red de Cercanías, así como la conexión por carretera del área metropolitana con el 'Cap i Casal'.
Además, cabe mencionar los estragos que han sufrido algunas cooperativas de enseñanza valencianas durante este mes. Entre ellas destacan organizaciones como Florida Universitaria o Escola La Gavina. Ambas firmas fueron recogidas en un informe elaborado por la Confederación de Cooperativas (Convocal) y Ciriec-España sobre el impacto del episodio en el sector cooperativo.
Desde La Gavina denunciaban en declaraciones a Valencia Plaza el abandono institucional tras la catástrofe y remarcaban la solidaridad ciudadana. "Todo lo perdimos en cuestión de horas", señalaba la presidenta de la organización, Sandra Cuevas. La cooperativa ha podido ya reabrir sus puertas tras las inundaciones, aunque espacios como el sótano y el pabellón deportivo aún no se pueden utilizar. Desde la entidad vaticinan que la recuperación completa de las instalaciones podría alargarse durante todo este curso escolar.