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Argelia: Revolución, civismo y un mar de esperanzas

Los jóvenes argelinos han emprendido un movimiento al que poco a poco se están sumando todos los sectores de la sociedad. Se sienten encerrados y sin capacidad de  prosperar, por lo que reivindican urgentemente un cambio de régimen político en el país. Una petición que claman cada viernes en todas las plazas públicas

18/05/2019 - 

ALICANTE. A pesar del mal tiempo que amenazaba y los preparativos que requiere el mes de Ramadán, los argelinos, una vez más, no lo dudaron y volvieron a inundar las calles del país. A pesar de las reticencias y dudas de la comunidad internacional sobre la capacidad del pueblo argelino de proseguir hasta el final con su Revolución, todos los argelinos cumplieron con su promesa de llegar hasta el final, cueste lo que cueste. Y a pesar de los pesares, una vez más, el Hirak (el movimiento popular) confirma la decisión que los argelinos tomaron hace once viernes. El número once, un viernes distinto, hombres y mujeres de todas las edades se encontraban en otra fase de su movimiento popular que continúa su confrontación con el régimen. Esta confrontación, que empezó con la destitución de Bouteflika, sigue insistiendo en la caída de todos los símbolos y cabecillas que durante décadas representaron a un régimen desalmado que, sin miramientos, ignoró a la opinión pública, aplastó el sueño de millones de jóvenes y humilló, sin piedad, a la mayor parte del pueblo.

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Nada parece detener a los millones de manifestantes que disfrutan de sus encuentros en las plazas emblemáticas y lugares públicos reivindicando la caída de todo un sistema, culpable de la debacle nacional: «Wallah ma rana jaifin, kul yem’a jaryin», coreaban. O lo que es lo mismo: «ponemos a Dios por testigo de que no tenemos miedo y pensamos salir cada viernes». A juzgar por la participación masiva en vísperas del mes de Ramadán, se puede indicar que el alcance del movimiento se ha ampliado y que el techo de sus peticiones ha aumentado desde el pasado 22 de febrero. El quinto mandato ya no es el requisito básico. Afortunadamente, no preocupa a nadie. La exigencia de un cambio radical del régimen es la principal preocupación de la gente. Pero ahora el mayor desafío es convertir este rechazo en un proyecto político liderado por actores capaces de formar un dispositivo que negocie con el poder político desde una posición de fuerza.

* Lea el artículo completo en el número de mayo de la revista Plaza

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