VALÈNCIA. El anunciado cierre del servicio de cirugía cardíaca en el Hospital de La Ribera, ubicado en Alzira, ha generado una fuerte oposición en la comarca. Este hospital, que actúa como centro de referencia para cerca de un millón de personas, afronta la posible pérdida de un departamento que presta atención a pacientes de la Ribera Alta, la Safor, la Costera y la Vall d'Albaida. Según datos proporcionados por los sindicatos médicos, la población potencial beneficiaria de este servicio asciende a 939.870 personas. Sin embargo, la Conselleria de Sanidad argumenta que el volumen de cirugías realizadas es "insuficiente" para justificar su continuidad, lo que ha supuesto la derivación de pacientes a otros hospitales, incluyendo centros privados como el de Vinalopó, en Elche.
Para el responsable del sindicato médico de UGT Serveis Públics PV, Víctor Girbes, la supresión de este servicio representa un grave error. "Lo que ha aducido la Conselleria es que la cantidad de cirugías realizadas no es suficiente, pero este servicio está en el centro de la Ribera Alta y atiende a pacientes de múltiples comarcas. Si lo cierran, las personas pasarán de estar a 20 o 30 minutos de una cirugía cardíaca a encontrarse a más de una hora o incluso hora y media", explica Girbes en declaraciones a Valencia Plaza.
Y, en ese sentido, si los pacientes experimentan casos críticos como una rotura de aorta, las distancias prolongadas para acceder a este servicio pueden agravar su situación y derivar en "un incremento del nivel de mortalidad en la comarca". Además, Girbes subraya que el problema no radica en la "baja demanda" del servicio, sino en la falta de una gestión adecuada. "Nosotros proponemos una redistribución de pacientes entre los hospitales de la Comunitat Valenciana para que todos los servicios alcancen el volumen necesario de intervenciones. Es una solución viable y mucho menos lesiva que el cierre", añade.
Desde el Ayuntamiento de Alzira, el alcalde, Alfons Domínguez, ha asegurado que no escatimará en esfuerzos para evitar la pérdida de este servicio. "El cierre es inaceptable. No solo supondrá un retroceso en nuestra capacidad sanitaria, sino también un golpe al modelo público y de proximidad que tanto nos ha costado construir", declara Domínguez a este diario. En ese sentido, el alcalde de Alzira no solo denuncia el impacto sanitario del cierre, sino también su repercusión en la cohesión territorial y social de la Ribera Alta.
La pérdida de un servicio de referencia como la cirugía cardíaca debilitará al hospital, afectando a otras especialidades que dependen de este soporte, como la cirugía vascular o torácica. Por ese motivo, el Ayuntamiento de Alzira aspira a convertirse en el epicentro de la resistencia del hospital. Así pues, Domínguez ya ha iniciado contactos con otros municipios afectados, por lo que destaca la necesidad de un pacto comarcal para defender la sanidad pública.
"No vamos a quedarnos de brazos cruzados. Nuestra estrategia pasa por la colaboración y la presión política directa. Esto no es negociable", afirma Domínguez. De hecho, el consistorio ha anunciado una serie de medidas para presionar a la Conselleria de Sanidad, incluyendo reuniones con la Mancomunidad de la Ribera Alta y otras localidades vecinas. El objetivo es presentar un frente común y defender la continuidad del servicio como un elemento estratégico para la comarca.
Domínguez también planea solicitar una reunión urgente con responsables de la Conselleria para plantear soluciones que garanticen el mantenimiento del servicio. Por su parte, Girbes insiste en que "la solución pasa por gestionar mejor los recursos existentes, no por desmantelar servicios que funcionan y son necesarios. Necesitamos una redistribución justa que garantice la proximidad y la calidad asistencial para todos".
El cierre del servicio de cirugía cardíaca en el Hospital de La Ribera tendrá repercusiones más allá de la atención directa a los pacientes con este tipo de dolencias. Según explican desde el sindicato UGT, la unidad actúa como un eje fundamental en la red de especialidades del hospital. Su eliminación afectará a otros servicios (como cirugía torácica, vascular y urológica) que dependen de un soporte cardiológico inmediato.
Por ejemplo, operaciones que requieren coordinación entre cirujanos cardíacos y torácicos ahora deberán derivarse a otros centros. Esto no solo incrementará los tiempos de espera, sino que también dificultará el acceso a tratamientos integrales y especializados para los pacientes. El traslado de pacientes a hospitales más lejanos, como el General de Valencia o el privado de Vinalopó, también impactará en la equidad del sistema.
"Una persona que necesita una cirugía torácica compleja tendrá que recorrer más de 90 kilómetros para recibir atención, lo que supone no solo un riesgo sanitario, sino también un coste emocional y económico para los pacientes y sus familias", explica Girbes. Además, los tiempos de respuesta en emergencias graves, como infartos o roturas de aorta, se alargarán considerablemente.
Según Girbes, "en estas situaciones, cada minuto cuenta. Obligar a los pacientes a desplazarse más lejos puede ser la diferencia entre la vida y la muerte". El alcalde de Alzira, también destaca el impacto de esta medida en la percepción de la calidad del sistema público de salud. "Si la cirugía cardíaca desaparece, la Ribera Alta perderá un servicio de referencia. Los ciudadanos tendrán menos confianza en el sistema sanitario, y eso genera un daño difícil de reparar. Nuestra estrategia se basa en la proximidad y en garantizar que los recursos estén donde más se necesitan", concluye Domínguez.