Los últimos datos económicos así como los acontecimientos internacionales van a poner a prueba a todos nuestros gobernantes
La realidad actual es electrificante en todos los sentidos, desde el literal hasta en el metafórico de la política. Estamos aún de resaca electoral alemana, en un resultado que parecía ir camino del empate técnico de los dos grandes partidos que integraban el gobierno de coalición, la grand coalition partido democratacristiano y partido socialdemócrata, que terminó en una victoria de los socialdemócratas. Aunque más bien podríamos decir que han perdido los conservadores por la mínima, 1,5 puntos, después del desgaste que supone dirigir el país durante 16 años, con importantes crisis internacionales que terminaban siendo nacionales, como la subprime del 2008 y la de la pandemia Covid-19, y que la ya pasada estadista Angela Merkel supo sortear.
Aunque no crean que los alemanes están nerviosos por ese resultado, fíjense si se lo van a tomar con tranquilidad que ya han dicho que formarán gobierno antes de Navidad. Los germanos, ya saben, son muy meticulosos y ahora mismo se estarán produciendo, o más bien preparando, reuniones de comisiones para llegar a acuerdos programáticos, y parece que en un principio el partido que va a liderar el gobierno va a ser el socialdemócrata, SPD, aunque no se puede descartar la sorpresa de que lo puedan liderar los conservadores.
Por qué esta posibilidad, pues porque los que tienen, en un principio, la situación bajo control, son los partidos que han quedado en tercer y cuarto lugar, el partido verde y el partido liberal. Éstos dos partidos tienen serias posibilidades de llegar a acuerdo con cualquiera de los dos grandes, y por eso parece que van a llegar a acuerdos primero entre ellos, para forzar después a los grandes a seguir sus políticas, que aunque antaño eran muy dispares hoy en día, sobre todo por la moderación, o diríamos aburguesamiento del partido verde están más cerca. Parece que los verdes estarían por obtener la cartera de exteriores así como de impulsar sus políticas ecológicas y energéticas sostenibles, según su punto de vista, mientras que los liberales estarían predispuestos a hacerse con la cartera de finanzas para mantener una economía lo más abierta y flexible posible.
Es así como las combinaciones de las coaliciones se han descrito por los comentaristas como un juego o combinación de colores, ya saben que el partido socialdemócrata tiene como color el rojo, el partido demócratacristiano o conservador es el negro, los verdes como no el verde, los liberales el amarillo, porque a Alternativa por Alemania y a la Izquierda, antiguos comunistas, no entran en el juego, por diferentes considerandos. La primera coalición posible es la coalición semáforo que estaría conformada por el partido socialdemócrata, los liberales y los verdes (rojo, amarillo y verde), otra, que estaría en segundo lugar de las posibilidades, sería la coalición Jamaica, por los colores de la bandera de ese país, con los colores negro, verde y amarillo, formada por los centristas y democratacristianos de la CDU/CSU, los ecologistas y liberales (que ya se intentó en 2017), y más lejanas tienen como posibilidad la coalición Alemania, negro, rojo y amarillo de centristas, socialdemócratas y liberales, o la ácrata, rojo y negro, socialdemócratas y centristas, que sería reeditar la gran coalición.
Este análisis anterior sería desde una perspectiva doméstica el otro análisis, la perspectiva internacional es la más preocupante, porque mientras los alemanes, o mejor dicho sus políticos se ponen de acuerdo, el planeta tierra sigue girando y los riesgos y desafíos globales no amainan. Ya les he comentado muchas veces que en este mundo globalizado todo está conectado, el liderazgo de Alemania en Europa de cara al resto del mundo es fundamental, aunque sea sólo económicamente hablando, pese a la competencia de un siempre hiperactivo presidente francés Emmanuel Macron, y no obstante la actuación del presidente americano de Joe Biden que ha seguido el camino trazado por Donald Trump, y no se ha transformado en un furibundo europeísta a pesar de lo que algunos ingenuos, a priori, pensaban, mientras el desafío chino de Xi Jinping y la próxima y encadenada crisis energética tras la pandemia, se alzan en el panorama internacional.
Y si esas informaciones no eran negativas ya de por sí, tenemos las informaciones suministradas por el Instituto nacional de estadística, con toda la controversia política que ha sufrido estos días, pues no sólo nos hemos enterado de que la economía española ha crecido dos puntos menos de lo esperado en el segundo trimestre de este año, creciendo solo un 1,1 %, sino que además esta semana nos ha informado el INE que la inflación, el incremento del IPC, se ha disparado hasta un 4 % interanual en septiembre, el dato más alto desde 2008 (mal referente pues fue el inicio de la crisis de la Subprime) y por motivos parecidos, el incremento de las materias primas, Gas y Petróleo, que hacen subir la electricidad, por lo que nuestra recuperación económica post-pandémica está en entredicho, por esa mezcla de imprevisión a medio/largo plazo dado ese excesivamente rápido cambio de modelo energético, y unido a las tensiones internacionales que han hecho subir el precio del gas, hasta un 360 % en el precio de referencia europeo desde el inicio del año.
Aunque ahora, lo que más nos debería preocupar es el norte de África, y desde luego el gobierno español se ha ocupado enviando este jueves pasado a su ministro de Asuntos Exteriores José Manuel Albares a Argelia, donde ha sido recibido por su homólogo argelino Ramtane Lamamra, y por el presidente argelino, Abdelamadjid Tebboune, por la tensión internacional, en nuestro patio trasero, entre Marruecos y Argelia y que a nosotros nos está afectando. Entre muchos aspectos, y relacionado con el energético, hemos de tener en cuenta que Argelia es nuestro principal proveedor gasístico con casi un 50 % de nuestros suministros en sus manos, por lo tanto tenemos una dependencia energética ciertamente importante con el país norteafricano, y recordemos que rompió en agosto sus relaciones diplomáticas con nuestro conflictivo vecino del sur, Marruecos, al que el jefe del Estado Mayor del Ejército Nacional de Argelia, el teniente general Said Chanegriha, acaba de acusar de subversión y apoyo a los terroristas separatistas de la Kabila (región del norte) por lo que la escalada está servida, aderezada con el caso de Brahim Ghali, el líder del Frente Polisario, que está siendo usado para comprometer la posición española frente a sus dos vecinos del sur, que como saben, uno le genera problemas fronterizos como son las avalanchas humanas, sin importarle que sean niños, y el otro tiene el interruptor de nuestra electricidad-gas en sus manos.
Lo malo de todo ello, además, es que llega la fecha del 31 de octubre, en la que finaliza la concesión de Naturgy del gaseoducto que viene a España de Argelia, pasando por Marruecos, y ya ha dicho ese país que dejará sin gas a su vecino alauita, por lo que serios problemas habemus; aunque las autoridades argelinas han asegurado al ministro español de Exteriores. en la visita anteriormente citada, que nuestro suministro estará garantizado por el otro gasoducto, que va directamente desde Argelia hasta Almería, y por todos los buques gasísticos que hagan falta … menudo otoño político caliente nos espera.