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Dibujos, cerámicas y pintura

La Casa Museo Benlliure inicia la restauración de sus fondos artísticos más deteriorados

10/08/2018 - 

VALÈNCIA. Ubicada en el número 23 de la calle Blanqueries, la Casa Museo Benlliure alberga en su interior un amplio fondo patrimonial compuesto, en su mayoría, por obras de la saga de artistas valencianos. Pinturas, bocetos, esculturas...Sin embargo, los implacables vaivenes del tiempo y el tratamiento inadecuado de las piezas han provocado que varias de estas creaciones se encuentren en un preocupante estado de deterioro. Por ello, la Regidoria de Patrimoni i Recursos Culturals ha decidido poner en marcha a partir de septiembre un proceso de restauración gradual y selectiva de algunos de sus elementos.

Además, según indica a Cultur Plaza la concejala Glòria Tello, esta iniciativa “conforma la primera parte de un proyecto más amplio de restauraciones que abarcará más obras y más museos de la ciudad. Es una forma más de dignificar nuestro patrimonio y de darlo a conocer”. “Para nosotros es importante no solo apostar por nuevos espacios culturales sino también mantener y dignificar los existentes”, añade la responsable de Cultura.

Antigua vivienda familiar de los Benlliure, el edificio fue donado en 1957 al Ayuntamiento de València con todos los objetos artísticos y personales que contenía para crear un museo en memoria de este linaje. El plan actual se suma a otras acciones de mejora emprendidas en la casa en 2017, como el acondicionamiento del estudio de pintura, la renovación de la cartelería y la consolidación y protección de dos esculturas de Mariano Benlliure. De igual modo, las restauraciones anunciadas continúan la senda que se inició el pasado julio con la recuperación del Retablo de los siete gozos de la Virgen María, una pieza del siglo XV que volvió al inmueble de Ciutat Vella tras una intervención a manos de especialistas. 

115 dibujos en riesgo

Una de las iniciativas que forman parte de este plan es la reparación de 115 dibujos integrados en la colección de la Casa Museo Benlliure. Estas piezas constituyen uno de los puntos fuertes del material albergado por la entidad cultural. En concreto, se trata de una colección formada por diseños realizados por la saga de pintores, ya sean obras definitivas, trabajos preparatorios, o estudios para el desarrollo de otras creaciones. La mayoría de estas producciones fueron realizadas por José y Peppino Benlliure (padre e hijo), aunque también se encuentran algunos realizados por Mariano (hermano y tío, respectivamente, de los anteriores), cuya trayectoria se centró mayoritariamente en la escultura. En este último caso, los archivos llegaron al centro como parte de la donación del marqués de Saltillo. 

Considerados de gran relevancia artística y documental, estos dibujos se han enfrentado durante las últimas décadas a distintas adversidades. Así, en 1957, la riada de València anegó la planta baja del hogar Benlliure, hecho que provocó importantes desperfectos  en los archivos. Más adelante, una selección de las piezas más representativas fue objeto de un montaje sobre cartulina para el que se usaron adhesivos que, con el tiempo, demostraron ser “altamente perjudiciales para la conservación de este tipo de material” señalan a Cultur Plaza los responsables de la restauración. El proceso de restauración se centrará en “desprender los dibujos de su actual soporte, repararlos, desadificarlos y realizar camisas o carpetas, según el caso, adecuadas para su conservación”, añaden.  

  

Recuperar la Huerta de Rocafort

Entre los fondos que alberga esta institución destaca el cuadro de Peppino Benlliure Huerta de Rocafort, una pieza realizada en torno a 1904 y que se encuentra seccionada por su lado inferior. Esta pintura representa una amplia panorámica de la huerta tomada desde la localidad valenciana donde los Benlliure solían pasar la época estival. “Al parecer, el pintor debió quedar muy satisfecho con el trabajo realizado, pues este cuadro fue una de las tres obras que seleccionó para concurrir a la Exposición Nacional de Bellas Artes de ese año”, apuntan desde la Regidoria.

En 1917, tras el fallecimiento del pintor, el cuadro formó parte de la exposición póstuma que le organizó la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos. Con la donación de la vivienda al consistorio, los especialistas descubrieron que la obra había sido seccionada y mostraba un tamaño muy inferior al inicial. Al parecer, “el lienzo había sido cortado en todo su lado inferior en una banda de unos 25 centímetros, circunstancia que afectaba no sólo a sus dimensiones sino también a efectos compositivos y estéticos”, resaltan desde Cultura. 

Sin embargo, el fragmento descartado todavía se conserva en los almacenes del museo y n estudio previo ha confirmado la viabilidad de su restauración. El proceso de reintegración permitirá, además, reincorporar al cuadro una inscripción con dedicatoria e incluso la firma que había quedado en la franja seccionada.

 

El costumbrismo hecho azulejo

Los trabajos que se realizarán incluyen también la intervención de cinco paneles cerámicos realizados por José Mateu para la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929: Personajes de la procesión del Corpus- Moisés; Huerta valenciana; Personajes de la procesión del Corpus- La Moma; así como dos paneles con alegorías y escudos de ciudades valencianas. Dichas piezas se encuentran actualmente ubicados en el jardín de la vivienda, un espacio que cuenta con varias muestras de azulejería valenciana fechada entre el siglo XVI y el XX. Según apuntan desde la Regidoria de Patrimoni i Recursos Culturals el paso del tiempo y las inclemencias meteorológicas “han afectado gravemente a la conservación de estos paneles, cuyo estado es muy delicado. Las faltas graves de adherencia, craqueladuras y abundancia de sales ponen en peligro su propia existencia y evidencian la necesidad urgente de su restauración”.

Sin embargo, el proceso de recuperación se pondrá en marcha de forma paulatina, pues, como señalan en el área de Cultura “considerando el gran número de paneles a restaurar y su elevado coste económico, se estimó oportuno establecer prioridades de intervención, según el estado de conservación de cada uno de los paneles, y abordar estos trabajos en fases sucesivas dependiendo de la disponibilidad presupuestaria”.

Estas cerámicas fueron realizadas originalmente para decorar el interior del pabellón  Regional encargado de representara la ‘Región levantina’ en la Exposición de 1929. El edificio, que se completaba con otro dedicado a la producción, debía exhibir los usos y características de la zona mediterránea. Para ello, José Mateu produjo una serie de paneles costumbristas con alegorías de las tres provincias valencianas. Más adelante, fueron donadas por el Ayuntamiento de  València al centro Benlliure.



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