VALÈNCIA. Violenta, grosera, antipática, impulsiva… En su visita a Río de Janeiro, la actriz Ava Gardner fue puesta “de vuelta y media” por la prensa sudamericana, supuestamente por un incidente violento por el que acabó abandonando el hotel Copacabana de muy malas formas. La actriz, que había volado a Sudamérica para promocionar su película La condesa descalza, se tuvo que enfrentar a un espacio que no era el que esperaba, un recibimiento abrumador que le sacó de su estado de tranquilidad y a unos periodistas bastante increpantes.
Este incidente sucede también en un momento en el país vive el luto por el suicidio de su presidente, Getúlio Vargas, algo que mantiene a toda la población alborotada. Viajando a este momento histórico, gracias a la prensa y a la documentación de la época, el guionista Emilio Ruiz y la artista Ana Miralles descubren a Ava Gardner en su faceta más personal, con una serie de incidentes que le ponen contra las cuerdas.
Basándose en entrevistas de la época, en los perfiles elaborados sobre la actriz y en sus películas dibujan Ava junto a la editorial Astiberri, un cómic en el que hacen justicia con la figura de Ava Gardner y en el que descubren su lado más personal, más allá de las cámaras y de los periódicos. Imaginando su viaje de promoción retratan a una mujer divertida, soñadora, enamorada del amor y ante todo extremamente profesional.
El encargo, idea de Miralles y de Ruiz, nace precisamente de la curiosidad de ambos por descubrir un poco más de la actriz. Tal y como lo explica Ruiz, se centran en un episodio menos agradable de su carrera que les sirve para englobar momentos muy importantes de su biografía: “Ella pasaba siempre de puntillas por esta historia, en sus biografías nunca se extienden demasiado en este viaje, por lo que nos centramos en este para contra una parte de su vida no tan señalada e igual de relevante para conocerla”.
Entre la realidad y la ficción, Ruiz admite que se sirve de algunas anécdotas de la actriz que tienen lugar en otras ciudades -como Nueva York o Madrid, por ejemplo- para situar en Río de Janeiro todas esas historias que le componen como persona.
Comprendiendo el mismo contexto histórico y respetando la hemeroteca sobre la actriz, mezclan parte de su anecdotario y lo trasladan a esta ciudad para contar su historia. Eso sí, todo lo que Ava dice en las ruedas de prensa son citaciones literales suyas: “Usamos historias que se cuentan aquí y allí sobre su vida y las situamos en Río, pero cuando hablamos de Ava en las ruedas de prensa se refleja su propia voz. Solo sale de su boca lo que se ha escrito sobre ella”, explica Miralles.
Un buen ejemplo de la “ficción” que se cuela entre las páginas de Ava lo explica Ruiz contando que hay cosas que pasan en otras ciudades pero que si hubieran pasado en Río no cambiaría nada: “Ella de mayor cuenta que el empresario Howard Hughes la visita cuando está en Sevilla pero no cambia nuestra historia si imaginamos que la visita en Río de Janeiro”, apunta el guionista, quien se sirve de “buenas mentirijillas” en pos a contar la faceta más desconocida de Ava.
Gracias al trazo magistral de Miralles la mirada enigmática de Ava se vuelve, página a página, cada vez más sutil, más acogedora y menos evasiva. Sirviéndose de su filmografía y de las fotos de la época, Miralles crea a un personaje “muy complejo y laborioso” que logra mover a su gusto y según lo pide la historia, en la que al principio intentan tildarla de “violenta y borracha” por, supuestamente, destrozar una habitación de hotel.
“Hay mucha información sobre Ava que no se ha revisado ni actualizado a lo largo de los años. De ella mucha gente se ha quedado con una historia de su vida lisiada y entre tres o cuatro borracheras, es la leyenda que le persigue. Cuando empezamos a conocerla vemos que había una Ava oculta que tenía muchísimo más que contar -destaca Miralles- Trabajaba con un agente abiertamente homosexual, en una época en la que estaba considerado delito, era una persona muy abierta de pensamiento dentro de una sociedad muy puritana y opresiva. Se saltaba las cláusulas morales de los contratos y generaba conflictos por la manera en la que quería trabajar. Sin saberlo, era una feminista con piel de pantera, aunque ella no se identificaba tanto con esa idea de “mujer devoradora” en la que le querían encasillar”.
Analizando sus luchas internas, sus problemas personales y su pasión por el “amor perfecto” tanto Miralles como Ruiz se ponen en la piel de la actriz para imaginarse lo que fue para ella ese viaje de promoción, que se convierte en la “excusa” perfecta para mostrar todas sus artistas y, por fin, hacer justicia con su historia.
Lo hacen dentro del lenguaje del cómic que, tal y como lo ve Miralles, es perfecto para que el lector aporte su propia visión, algo que en el cine no sucede de forma tan habitual: “Yo propongo una Ava que yo he recreado partiendo de fotos, de sus historias y de sus películas, pero en el cómic es el lector quien redondea su historia. Yo aporto mi parte sobre la actriz y el lector aporta el recuerdo que tiene de ella”, explica Miralles, quien ve en el lenguaje del cómic una colaboración “muy interesante y bonita”.
Con toda esta historia, y entre viñetas, Miralles y Ruiz encuentran justicia poética para Ava, en un relato en el que la actriz, que parece una diva intocable, baja de la gran pantalla y se muestra como cualquiera de los mortales. Su cercanía, su sentido del humor y su amor por la vida y lo que le rodea tintan de color una historia única en la que Ava deja de verse como lo intenta la prensa. El cómic hace justicia con la memoria de una mujer que, lejos de ser una “borracha y engreída” luchaba por sus propios derechos en un mundo en el que “gozar de la misma libertad que un hombre suponía de una verdadera transgresión”, y en el que demuestra que para ir descalza por la vida no hay que vivir como una condesa.