VALÈNCIA. Postales, imanes, camisetas con mensajes y llaveros compiten en el pódium por convertirse en el souvenir ideal, en ese pequeño recuerdo en forma de objeto que busca atrapar un momento en el tiempo, una historia y un buen recuerdo. En las estanterías de cualquier tienda llamada “I love (inserte el nombre de la ciudad deseada)” compite una cursiosa miscelánea de objetos que buscan convertirse en el mejor aliado de la memoria, aunque hay uno de ellos que, sin duda, es de los que mejor captura el tiempo: la bola de nieve. Un pequeño espacio acristalado que captura la esencia del lugar visitado en una eterna estación invernal, logrando que el agua resguarde el recuerdo.
Para la artista extremeña Lola Zoido tal vez sea este el souvenir perfecto, es por ello que en su muestra It Makes an Even Face (Of Mountain, and of Plain) decide transformar la galería valenciana Tuesday to Friday en una enorme bola en la que parar el tiempo. Lo hace para celebrar los versos del poema que da nombre a la muestra, escrito por Emily Dickinson, en el que la autora habla de la melancolía y del intento de “capturar copos de nieve” antes de que se derritan, o que caigan en el olvido.
Buceando en el carrete de su iPhone, Zoido selecciona algunas de las imágenes que quiere que sobrevivan al tiempo y las introduce en una Inteligencia Artificial (IA). Con esta juega a generar su propio universo que ahora se lee entre colores rosados en una muestra en la que huye de la melancolía en la era digital, en la que el scroll infinito acaba con todo: “Contemplo una mirada de lo digital hacia el exterior hoy en día, comprendo los dispositivos como los elementos que median entre nosotros y lo que nos rodea tanto para consumir información como para capturar momentos. Hablo de captar toda esa amalgama de recuerdos y hacerla presente a través de las imágenes”.
Este deseo queda perfectamente encapsulado en el texto de sala, en el que la comisaria independiente Julia Castelló explica que Zoido materializa el tiempo perdido y lo presenta como algo “abierto y manipulable”: “Si la liviandad es un rasgo distintivo de lo digital y la fragilidad lo es de la memoria, la artista devuelve la solidez a esos recuerdos materializándolos sobre un soporte físico a modo de palimpsesto, superponiendo en diferentes capas todos los elementos que configuran nuestros recuerdos”.
En este texto Castelló habla de como Zoido construye la muestra como un “palimpsesto”, que es un manuscrito que muestra en su “esqueleto” huellas de una escritura anterior, algo que para Zoido sucede constantemente en las pantallas: “Me gusta el juego de capas que tiene lugar en los dispositivos, sobre la pantalla que tocamos. En ella vamos borrando lo que vemos y establecemos una coreografía con las manos en la que vamos pasando de una idea a otra, mientras que intentamos guardar aquello que no se pueden atrapar”.
Fotos: JESÚS AMABLE GIL
Con motivo de encapsular este universo digital, Zoido le pide a la IA que genere un vídeo que se muestra al final de la sala, en el que las imágenes de su móvil se convierten en una especie de “tráiler” en el que expone su propia bola de nieve, su souvenir más personal del tiempo. En estos vídeos se ven sus manos, paisajes, fotografías suyas, de sus amigos y puede que hasta algún animal. A su vez estos fragmentos del vídeo se exponen como pequeñas "postales" a la entrada de Tuesday to Friday, en cuadrados de metacrilato que encapsulan algunos fragentos de la memoria de la artista.
Estos "cuadros" respesentan lo que, en algún momento, Zoido vio en su móvil: “Intento hacer una escultura viva de todos estos recuerdos, es una mancha del pensamiento -renderizada- que genera una bola heterogénea de lo que me rodea, de lo que veo. Lo que intento atrapar y se me escapa de las manos”, apunta la artista, quien divide el vídeo también en varias esculturas que dan la bienvenida al visitante.
Estas, en parte extraídas de la proyección, sirven como “llavero” o postal de su historia, y componen la coreografía entre los humanos, las pantallas y el paso del tiempo. Zoido cambia el cristal por el metacrilato -empleado en todos los souvenirs de “bien”- para construir un universo en el que lo digital se vuelve tangible y visitable, y en el que la artista demuestra que nada se le resiste, ni el mismísimo paso del tiempo.
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