Jonah Kipkemoi Chesun, la liebre con corazón de león

13/03/2017 - 

El guión de la Zurich Marató de Bacelona había reservado a Jonah Chesum un papel secundario. La agencia que lo representa, Run-Fast, le había conseguido un contrato como liebre. 3.000 € por ponerse en cabeza, marcar el ritmo al grupo de élite y quemar las piernas hasta el kilómetro 35. A partir de ahí, el gregario se retiraría y los favoritos competirían por la gloria. 

Chesun se marcharía de Barcelona con 3.000 €, once veces el salario medio en Kenia y podría comprar una vaca. Ese era su objetivo: cumplir los planes, alcanzar el kilómetro 35 e ingresar el dinero suficiente para alimentar a su hijo de 6 meses. 

El atletismo es, para los habitantes de Iten en el centro del Valle del Rift, como el fútbol para los niños de las favelas de Río. Cada mañana, cientos de zapatillas golpean el polvoriento camino en una carrera infinita hacia una vida mejor. 

La vida, esa vida, no le puso las cosas fáciles a Jonah. De niño, un incendio le sorprendió en su choza y le dejó secuelas en la parte derecha del cuerpo. La más visible, una deformidad en la mano, por la que sería considerado paralímpico. 

El esfuerzo, los entrenamientos y las prodigiosas piernas características de los kalenjin, la tribu a la que pertenece, lo llevaron como paralímpico a Londres 2012. Encuadrado en la categoría T46, fue sexto en 800m y séptimo en 1.500m. Nada para ocupar portadas, pero algo que le permitió seguir compitiendo en el Reino Unido y acumular algunas victorias en medios maratones y en carreras de 10 kilómetros.

Pero lo de Barcelona era otra cosa. Un gran maratón con más de 20.000 participantes. Por primera vez Jonah Chesun se enfrentaba a la distancia. El gran favorito se perdía la carrera a última hora, pero aún quedaban corredores de élite a los que marcar el ritmo. Jonah lo hizo desde el principio sin pestañear.

Otro keniano, Kipchumba, parecía el elegido para la victoria. Jonah marcaba los tiempos a ritmo de récord y el nuevo favorito lo seguía con dificultad a la espera de su momento. 

La carrera se rompió poco antes de llegar al kilómetro 30. Kipchumba no puede seguir el ritmo de cabeza y Jonah continúa adelante. Para cumplir el trámite y cobrar los 3.000 € había que superar el kilómetro 35. Y las piernas seguían respondiendo.

Es prodigiosa la imagen de Jonah Chesun al llegar al punto kilométrico que determina que ha cumplido con su contrato. Baja el ritmo, mira el crono, chequea su cuerpo y vuelve a levantar la frente para seguir adelante en solitario. 7 kilómetros y 195 metros lo separaban de inscribir su nombre como vencedor.

No es menos llamativa otra imagen. A punto de encarar la meta, en la penúltima curva, vuelve a mirar el crono. Marca 2 horas y 8 minutos. Es entonces cuando Jonah estira el tronco y acelera de forma inesperada. Un sprint sorprendente para un maratoniano que corre en solitario. La explicación la conoceríamos después: El premio para el vencedor se incrementaba en 10.000 euros si llegaba en menos de 2 horas y 9 minutos.  

2 horas, 8 minutos y 57 segundos. Jonah cruza la meta del Zurich Maratón de Barcelona en solitario.

“Estoy Feliz de hacer historia en Barcelona. Soy el primer sorprendido por mi victoria. Venía como liebre y no tenía previsto terminar, pero he visto que iba sin rivales y me he encontrado con fuerzas. Es el primer maratón que acabo en mi vida”, diría después.

Jonah Kipkemoi Chesun, se marchaba de Catalunya con 13.000 euros en metálico y con su nombre escrito en la historia de la carrera, aunque en su dorsal sólo se pudiera leer “pacer” junto al número 69 desde la primera zancada en Barcelona. 

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