La investigadora de la UV lleva nueve años poniendo cifras a la invisibilidad de los logros femeninos en todos los campos de la cultura, la política y la ciencia
VALÈNCIA. Es una verdad incómoda; de las que pican. En los libros de texto que estudian los niños en educación obligatoria en España, las mujeres tienen una presencia tan residual que cualquiera diría que llevan siglos liofilizadas. Concretamente, solo un 7,6% de los referentes culturales y científicos que se inculcan en la ESO son mujeres. Ni rastro de la sacerdotisa Enheduanna –la primera persona considerada como escritora en el mundo- ni de Meri Ptah, la primera mujer médico conocida, hace 4.700 años. Ninguna mención tampoco a las perfumistas asirias que inventaron las primeras notaciones químicas. Y así, ausencia tras ausencia, hasta el siglo XXI. La igualdad de género en los mecanismos de transmisión cultural está regulada por ley, pero para subsanar este persistente “olvido” se necesitan algo más que buenas intenciones.
Así lo cree al menos la investigadora de la UV Ana López-Navajas, que desde hace nueva años trabaja en la creación de una base de datos exhaustiva que exponga la dimensión del problema y siente las bases para escribir una historia del conocimiento con base real; es decir, que contemple la aportación de hombres y mujeres. Para ello se han analizado cerca de 115 manuales de tres editoriales de ámbito estatal, en todas las asignaturas de los cuatro cursos de la ESO.
La investigación arrancó en 2009 con financiación del Instituto de la Mujer y el Ministerio de Ciencia e Innovación. Las ayudas se retiraron en 2012, antes de poder finalizar el proyecto. Con ayuda de investigadores y profesores voluntarios de todas las materias, la base de datos siguió tomando forma, aunque de forma irregular. Suficiente al menos para publicar en 2014 los primeros resultados en un demoledor informe denominado Las mujeres en los contenidos de la Educación Secundaria Obligatoria. Ana López-Navajas trabaja en estos momentos como asesora docente de coeduación e igualdad en la Conselleria de Educación. El pasado mes de enero obtuvo una subvención por parte del Gobierno valenciano con la que podrá finalizar una misión que no solo es académica, sino personal. De la boca de nuestra entrevistada brotan en cascada todo tipo de referencias femeninas en todos los campos del saber: estadistas, aventureras, filántropas, novelistas, pintoras, mujeres de ciencia. Se preocupa por que sus nombres aparezcan correctamente escritos en este artículo. Ya es hora de que nos los aprendamos con todas las letras.
“No tenemos asimilado, ni siquiera los propios profesores, que haya tanto que desconozcamos –nos comenta en esta entrevista-. No podemos hablar de la pintura flamenca si obviamos a artistas como Clara Peeters, Rachel Ruysch, Judith Leyster; o de la pintura barroca sin hablar de las barrocas italianas como Lavinia Fontana y Fede Galizia (pionera del género del bodegón); barrocas como Artemisia Gentileschi o representantes de la pintura veneciana como Marietta Robusti, hija de Tintoretto. O a las grandes retratistas como Angelica Kauffmann, Rosalba Carriera, Elisabeth Louis Vigée-Lebrun o Marie-Guillermine Benoist, autora de Retrato de una negra, un importantísimo emblema del abolicionismo. En la pintura española del siglo XX siempre se habla de Picasso, Dalí y Miró, pero nos olvidamos de primeras figuras como Maria Blanchard, Remedios Varo, Maruja Mallo o Ángeles Santos. Y luego están géneros como el de los bordados, que nunca se han considerado dentro del arte sino de la artesanía, por ser precisamente una actividad que han llevado a cabo las mujeres principalmente. Por otra parte, hay que decir que tampoco se reconoce la importancia del ámbito doméstico y el sistema reproductivo, que es la base de la sociedad”.
- ¿Cuándo se dio cuenta de que hacía falta revisar los libros de texto escolares?
- Cuando trabajaba de profesora de Lengua y Literatura empecé a darme cuenta de que yo conocía a muchas más escritoras de las que se incluían en los textos académicos. Después de comprobar que ocurría lo mismo en otras asignaturas, me planteé investigar más seriamente. También comprobé que había investigado mucho sobre lenguaje y estereotipos desde la perspectiva de género, pero poco sobre legado cultural.
- Una vez consigan publicar la base de datos completa, ¿cuál es el siguiente paso, el objetivo último de su estudio?
- Lo importante es recuperar el legado cultural que nos pertenece a todos, a hombres y mujeres. Ahora lo que tenemos es una historia canónica contada por hombres que nos hacen pasar por universales. Después de analizar con mucho rigor libros de texto de todo tipo de asignaturas de la ESO publicamos una base de datos que puede consultar cualquier persona en internet (Mujeres en la ESO). Ése es el estado de la cuestión, que nos ha permitido determinar las carencias que hay y sugerir qué habría que hacer para solventarlas. Pero en 2012 se acabó la financiación. El pasado mes de enero recibimos una subvención para solventar los problemas técnicos que no nos han permitido hasta ahora publicar la segunda y definitiva base de datos, pensada para que los profesores y las editoriales puedan incorporar nuevas referencias a los material académicos que se imparten en las aulas. Básicamente, para adecuarlos a ley, porque hoy en día los libros de texto no cumplen el principio de igualdad.
- ¿Es correcto al menos el tratamiento que se da en los libros de texto a corrientes como el sufragismo o el feminismo?
- Poco a poco se consigue que tengan un apartadito en los libros, pero hay que recordar que la historia del feminismo es muy reciente, tiene solo 200 años. Hay que explicarla, pero esa corriente nace en otra, que es la disputa de las mujeres, que nace con Christine de Pizan en siglo XIV y llega hasta el XVIII con los salones. Y ése a su vez se apoya en todo el movimiento de las grandes abadesas que crearon un mundo de autoridad femenina.
- A tenor de estos datos, ¿hasta qué punto podemos decir que conocemos la historia, a pesar de que pasemos por el colegio, el instituto y la universidad?
- Tenemos interiorizada la idea de que las mujeres han tenido la oportunidad de hacer poco o nada a lo largo de la historia porque han estado metidas en casa. Ésa es la gran falsedad. Lo bueno es que para combatirla tenemos sus producciones artísticas y sus escritos, que no necesitan de más discursos ideológicos ni de más palabras. Ningún episodio de la historia se puede explicar sin las mujeres. Así de claro y de rotundo. Ni la prehistoria, ni la Antigüedad, ni la Edad Media, ni el movimiento obrero del siglo XIX, ni el abolicionismo… Por ejemplo, si no se explica la caza de brujas no podemos entender verdaderamente lo que pasó en la Edad Moderna. Y como eso, todo. Primero hay que darlas a conocer, y luego ya decidiremos qué nos gusta y qué no.
- ¿Puede darme algún otro ejemplo concreto de un hecho histórico en el que el relato de las mujeres de la época sea complementario al de los hombres debido a las circunstancias en las que lo vivieron unos y otros?
- Sí, por ejemplo, la literatura medieval valenciana tiene les cròniques de Jaume I, Pere el Cerimoniós, Bernat Desclot y Ramon Muntaner. Pero habría que estudiar también las cartas que escribieron las reinas, porque son ellas las que gestionaron el poder. También podríamos hablar de la literatura del barroco. Conocer la obra de las mujeres de esa época es conocer la escritura de los márgenes, que no tiene nada que ver con la de los hombres, que era mucho más dramática y mediatizada por códigos de honor muy fuertes.
- ¿Se han aplicado diferentes criterios a la hora de valorar la calidad de la obra artística o científica de hombres y mujeres?
- Muchas de estas mujeres sí fueron reconocidas en su tiempo. El problema es que cincuenta años después ya habían desaparecido de los libros. El arte es democrático, pero el canon artístico no. El único criterio que tenemos que tener es el del mérito y la calidad, pero no son los que se aplican. Tanto hombres como mujeres han producido siempre, pero siempre se han seleccionado solo las referencias masculinas, y después es cuando se han aplicado los criterios de calidad. El primer filtro siempre es el género.
- ¿Por qué su investigación se ha centrado en los cuatro niveles de la ESO?
- Porque es la última etapa de la educación obligatoria; aquella que forma a la totalidad de la ciudadanía y proporciona los referentes básicos que todos y todas compartimos. Queríamos ampliar las bases para recoger también el bachillerato y la universidad, donde se perpetúa esta exclusión de las mujeres. Hay por ejemplo cursos de literatura española del siglo XX donde puede no aparecer ningún libro de una mujer, lo que es completamente inadecuado y falto de rigor. Debería llamarse “Literatura masculina española del siglo XX”. A principios del XVIII, en España y Portugal había centenares de escritoras, y los libros de texto no hablan de ninguna, ni siquiera de las más egregias, como Luisa Carvajal y Mendoza o Sor Marcela de San Félix, hija de Lope de Vega).
- ¿Cuáles son las consecuencias a largo plazo derivadas de este papel subsidiario de las mujeres en el devenir de la historia?
- Las consecuencias son de tres tipos. Sociales, porque la base profunda de las discriminaciones, y entre ellas la violencia de genero, se apoya en ese orden que las desautoriza socialmente. Si no se reconoce el protagonismo cultural y social de las mujeres, éstas pasan a ser elementos secundarios e irrelevantes. Mas fáciles de cosificar y susceptibles de ejercer sobre ellas todo tipo de discriminaciones que imposibiliten su desarrollo individual. Pero es que además las consecuencias culturales nos afectan a todos, porque nos empobrecen tanto a mujeres como a hombres Por último, están las consecuencias educativas, porque la invisibilización de las mujeres hace que el sistema educativo sea transmisor de desigualdades y transmite a las alumnas el mensaje de que ellas son menos. Es un despropósito que se asume con mucha normalidad.
- ¿Cómo afecta en su opinión la ausencia de referentes femeninos a la dificultad o la falta de aspiración de las mujeres para alcanzar puestos de poder en el mundo laboral?
- Una de las consecuencias de esta transmisión parcial del legado cultural es que se posiciona a las mujeres como advenedizas. Siempre que entran en el “terreno de los hombres” tienen que demostrar que son mejores. Las mujeres tienen un techo de cristal porque siempre van de prestado. Ocurre como con la crítica a las cuotas de mujeres en las instituciones. Se nos olvida que las cuotas preexistentes son las masculinas. Las cuotas de las mujeres fuerzan criterios de mérito. A lo largo de la historia han surgido modelos de mujeres en el poder hasta decir basta desde la Antigüedad, desde caudillas al frente de sus huestes hasta las grandes abadesas medievales. Si las alumnas las conociesen, se entroncarían en esa tradición y serían menos vulnerables.
- ¿Qué opina de aquello de que “Detrás de un gran hombre hay una gran mujer”?
- En realidad se puede decir que es un poco al revés. Han existido grandes mujeres que si han conseguido algún tipo de reconocimiento ha sido gracias al apoyo de sus maridos o padres. Por ejemplo, a principios del siglo XX, Pierre Curie, pionero en el estudio de la radioactividad, amenazó con no recoger el Nobel de Física si no se lo concedían también a su esposa, Marie Curie. También hay casos de hombres que, a pesar de su buena voluntad, no han podido evitar que la historia haya fagocitado la obra de las mujeres que tenían a su lado. Por ejemplo, las pinturas de Tintoretta están atribuida a su padre. De forma similar, todos los avances en el terreno de la química descubiertos por Marie Lavoisier se atribuyen a su marido Antoine.
El pasado martes se dio a conocer la lista de galardonados de los Premios Jaume I, en la que por primera vez había más mujeres (cuatro en total) que hombres. En las 28 ediciones anteriores, estos premios habían reconocido tan solo a ocho mujeres. La presencia femenina en el jurado, de menos del 10%, también ha sido siempre residual. ¿Cómo valora estos datos?
Este cambio repentino llama la atención, pero se agradece que hayan reaccionado a las críticas que han recibido en los últimos tiempos. Ahora lo que hace falta es que este gesto se mantenga cada año. Es decir, que demuestren que es un cambio de actitud, no solo una reacción. Sobre todo teniendo en cuenta que estos premios se financian con dinero público, y los dineros que pagamos hombres y mujeres tienen que invertirse en dar representación a ambos géneros.