VALENCIA. Hay un paraíso periodístico —dirigido a mujeres de alto poder adquisitivo— donde sí existen las fotografías espectaculares, la calidad de impresión, las altas tiradas y el abundante apoyo publicitario. El más veterano representante de este edén al que periodistas y lectores aspiramos se llama Telva, la primera revista que en 1963 capta el sentido entonces moderno de lo femenino. Y como en España sabemos entender la modernidad con una sutileza especial, los premios T (de Telva) a las Artes, las Ciencias y el Deporte se entregan desde desde el año 2011 en el legendario Palau de les Arts, amparados por la feliz coincidencia de su nombre con nuestro conjunto arquitectónico valenciano de referencia.
La gala de rigurosa etiqueta, smokings y sensuales trajes de noche, premió en su categoría de deporte a la Selección Femenina de Baloncesto que, ahí queda eso, ha obtenido medallas de bronce, plata y oro en las últimas competiciones europeas y mundiales.
Lo recogieron, altas y esbeltas, Marta Fernández, Elisa Aguilar —que fue capitana del equipo valenciano de Ros Casares—, la valenciana Anna Montañana Monty e Isa Sánchez, segunda entrenadora de esa nuestra Selección cuyos éxitos quedan muchas veces sepultados entre las noticias deportivas, es decir, las únicas: las del fútbol.
El premio a las Ciencias ha recaído en el doctor Rafael Matesanz, que iba vestido con un sencillo traje de color azul-Corte Inglés. El director de la organización nacional de Trasplantes, tras ser recibido con la canción de Queen You are my best friend, lanzó un encendido discurso sobre la importancia de la Sanidad Pública, universal y sin diferencias, alabó la solidaridad del modelo de nuestro Sistema de Salud Español y recordó -causando profundos pensamientos y algún remordimiento entre alguno de los asistentes- que en nuestro país hay cuatro veces más donantes que en la poderosa Alemania.
Como el universo de los toros está causando sensación últimamente en la sociedad y el listón que puso Raphael estaba muy alto, el galardón al Arte lo recibió el diestro de Chiva Enrique Ponce que subió al escenario con chaqueta de terciopelo, pajarita, pañuelo en el bolsillo superior y pantalón gris. Con su humildad habitual, agradeció el premio por esos 25 años de carrera taurina a su mujer, Paloma Cuevas, que tras unos meses muy duros por el fallecimiento de su hermano, acudió vestida con una sonrisa y un traje de hada de Chaikovski, brillante, blanco y con transparencias.
Coincidí con rostros conocidos, como la fundadora de Telva, Covadonga O´Shea, siempre con sus pantalones, entre el feminismo y lo más tradicional. Se rió cuando le recordé aquella entrevista del Caiga Quien Caiga, cuando al día siguiente salió la noticia de que el BBV se fusionaba con Argentaría y donde concluimos que a su cuñado, Emilio Botín, sólo le faltaba casar a su hija con el Príncipe Felipe. Me preguntó si aún teníamos el colmillo afilado, y le respondí que vive Dios que sí, si me dejan, claro.