Desalar una pequeña porción del mar parece una buena solución cuando falta agua, pero la realidad dice otras cosas. De las ocho principales desalinizadoras existentes en la Comunitat Valenciana, tres no se usan y las otras están infrautilizadas
VALENCIA.Cualquier tema relacionado con el agua levanta pasiones más allá de las certezas científicas frente a una necesidad real que precisa respuestas. Vamos a buscarlas en el fondo del mar, donde empieza la captación de agua de una desalinizadora, en concreto de la planta de Mutxamel, en Alicante, una instalación de Acuamed que empezó a funcionar en julio de 2015. Descendemos a una especie de búnker subterráneo camuflado bajo la vegetación que oculta la entrada submarina de un ‘inmisario’ que, después de un primer filtrado,traslada por canalización una pequeña parte del Mediterráneo hasta la planta de tratamiento, situada pocos kilómetros tierra adentro.
Toda la maquinaria está recién estrenada, llama la atención la escasa presencia de personal en un proceso plenamente automatizado. El ciclo incluye varias fases de filtrado que acaba con la técnica de ósmosis inversa, que consiste en lanzar el agua a alta presión a través de unas membranas que retienen cualquier resto salino. El resultado es un 45% de agua ‘osmotizada’ y un 55% de salmuera, líquido con alta concentración salina que puede dañar el ecosistema marino si no se gestiona adecuadamente.
«Aproximadamente, de cada dos litros de agua de mar desalas uno y devuelves otro que contiene el doble de sal», explica Mariola Durá, coordinadora de Obras de la planta. La salmuera se vierte en el mar a una cadencia que garantiza su rápida disolución, asegura la técnica de Acuamed, en zonas alejadas de la Posidonia oceánica, una planta muy sensible a cualquier alteración que en todo el mundo sólo vive en el Mediterráneo, donde resulta vital para el equilibrio ecológico. Una red de medidores vigila cualquier cambio en el mar a tiempo real. Carlos Arribas, de Ecologistas en Acción, reconoce que en las últimas desalinizadoras «el impacto de la salmuera se ha reducido mucho, siempre que no se vierta sobre praderas de Posidonia».
El producto final es como agua destilada, de alta calidad, explica Mariola Durá, que luego hay que remineralizar para su consumo. Sólo la planta de Mutxamel puede abastecer a200.000 personas a una producción máxima de 18,5 hm3/año. En la actualidad sirve agua a poblaciones de la Marina Baixa, entre ellas Benidorm,cuya demanda crece evidentemente en verano. Las instalaciones permiten dar un servicio a la carta: «llenamos los depósitos de agua más rápido que la gente la demanda», explica Durá.
En total, las principales desalinizadoras de la Comunitat Valenciana pueden producir, a pleno rendimiento, unos 200 hm3 anuales, según la Dirección General de Agua de la Conselleria de Agricultura. Entre ellas están las cinco de Acuamed (Torrevieja, Mutxamel, Sagunt, Moncofa y Orpesa), las dos de Alicante de la Mancomunidad de los Canales del Taibilla y la del ayuntamiento de Xàbia. En 2015, las que funcionaban lo han hecho en torno a una media del 30% de su capacidad, según la Generalitat. De los 511 hm3destinados a abastecimiento urbano en la Comunitat en 2013, sólo un 7,5%procedían de agua desalada, según datos del INE.
Hay tres de esas desalinizadoras que ni se utilizan, las de Sagunt, Orpesa y Moncofa, en lo que es otro ejemplo de las negativas consecuencias del estallido de la burbuja inmobiliaria. «Se han construido bajo un horizonte de demandas muy altas por el tema de la presión urbanística, y ahora esas presiones no existen. Se han suspendido planes que suponían decenas de miles de viviendas», evidencia Carlos Arribas.
La primera gran desalinizadora que empezó a funcionar en la Comunitat fue la de Alicante I, inaugurada en 2003. Otras poblaciones, como Calp y Oliva, disponen de sus propias plantas, al igual que algunas explotaciones agrícolas e industriales. A partir de 2007 se construyeron la planta Alicante II y las cinco de Acuamed dentro del Plan Agua, con un coste de unos 500 millones de euros. El portavoz de Ecologistas en Acción explica que «se construyeron con préstamos del BEI (Banco Europeo de Inversiones) que exige un rápida devolución. Se han construido desalinizadoras que ahora mismo no son necesarias». Por ello los ayuntamientos quieren renegociar sus convenios. Por su parte, la Unión Europea ha instado a España a que use sus plantas financiadas con fondos europeos. Acuamed asegura que está trabajando para que funcionen, un primer paso es la conexión de la planta de Sagunt a la red del área metropolitana de Valencia. También está previsto que las plantas deCastellón abastezcan a la Plana Baixa.
El mayor impacto económico y medioambiental de las desalinizadoras proviene de la elevada factura energética. «El 70% del coste del agua viene de la energía que se consume», explica Durá.
Cada planta emplea una media de3,5 kWh para producir un metro cúbico de agua. «Es uno de los principales impactos, por ejemplo, en las emisiones de CO2. El uso de placas solares es un porcentaje mínimo», asegura Carlos Arribas. Este consumo sitúa el precio del agua de la planta de Mutxamel a 69 céntimos/m3, incluyendo el traslado a su destino. La cifra puede variar considerablemente en cada planta en función de la producción, el traslado y los costes, según fuentes de la Conselleria de Agricultura. Frente a ello la tarifa del agua del trasvase Tajo-Segura está en unos 9 céntimos/m3.
El gobierno valenciano hace una decidida defensa del agua desalinizada como alternativa a la sobre explotación de los acuíferos. El Secretario Autonómico de Medio Ambiente y Cambio Climático, Julià Álvaro, considera una prioridad aprovechar el mar para evitar las ‘guerras del agua’. En referencia a los usos agrícolas asegura que «en el precio estamos hablando de unas magnitudes que son reales pero que son compensables. Es necesario buscar la fórmula. Sabemos que no se puede subvencionar directamente el agua desalinizada porque la legislación europea no lo permite y además nos parece bien, porque el agua tiene un coste que ha de repercutir en el usuario. De alguna manera este escalón que se está planteando entre el agua desalinizada y el agua de trasvase no es real».
Álvaro aclara que se pueden introducir ayudas compensatorias dentro de medidas excepcionales por la sequía; considera necesario aumentar el uso de energías renovables y añade que «el agua de trasvase es teóricamente la más barata si llega, pero el agua más cara es la que no llega». Después del consumo humano, el aprovechamiento agrícola es el destino más importante del agua desalinizada.
Torrevieja alberga la desalinizadora más grande de Europa, que costó 300 millones de euros y tiene una capacidad de 80 hm3 ampliable a 120. La planta ha sido investigada por sobrecostes dentro de la operación Frontino, que supuso la detención de varios miembros de la cúpula de Acuamed. La instalación ha funcionado como máximo al 30% de su capacidad por falta de suministro eléctrico. Es la única de estas plantas que sirve agua a los regantes que lo solicitan. El gobierno central aprobó, en 2015, ayudas para paliar la sequía que incluyen cerca de siete millones de euros que permiten a la planta de Torrevieja suministrar agua a 30 céntimos el metro cúbico.
El precio del agua desalinizada es considerado prohibitivo por los agricultores. Eladio Aniorte, presidente de Asaja Alicante, asegura que «la desalación no es la solución de la agricultura, porque necesita agua de calidad a buen precio para su uso. Es buena para casos puntuales para que la economía no se resienta, para beber, ducharse... pero no se puede pagar para riego».
Aniorte prefiere los trasvases. Ernest Blasco, de la Unió de Llauradors i Ramaders, explica que «es muy cara porque no tienen ganas de aplicar tecnologías razonables como la energía solar, que debería ir siempre asociada a cualquier desalinizadora en el país con más sol de Europa». Blasco explica que el agua desalinizada beneficia indirectamente a la agricultura «porque se liberan otros recursos. Si un acuífero está suministrando a una ciudad y empezamos a abastecer esa ciudad con desalinización, los recursos del acuífero se recuperan».
El representante agrícola advierte que «la tecnología avanza mucho en desalinización y va abaratándose, mientras que el agua de trasvases va a subir de precio», pero sobre todo lamenta la infrautilización del agua depurada. Julià Álvaro coincide en la necesidad de aprovechar mejor el agua de las depuradoras: «Están tratando alrededor de 400 hm3 al año, de los cuales la mitad está en perfectas condiciones porque tienen el tratamiento terciario para aprovecharla en riego, pero como mucho se están utilizando 100».
Las primeras referencias sobre la desalinización proceden de la Grecia de Tales de Mileto, donde se hablaba de la filtración de mar a través de la tierra. Más de 2.500 años después hay más de 18.400 plantas en todo el mundo con una capacidad para producir 86,8 millones m³/día, según la Agencia Internacional de la Desalinización, y la tendencia es al alza.
Hasta la Unión Europea llevó el expresidente de la Generalitat Francisco Camps su oposición a las desaladoras para intentar un pronunciamiento en contra de su uso en la costa mediterránea. Fue sólo un episodio más de la llamada «Guerra del Agua» que enfrentó al gobierno central,en manos de los socialistas entre 2004 y 2011, y el Consell. Más allá de los argumentos científicos sobre trasvases frente a desaladoras, ambos bandos utilizaron el tema del 'agua para todos' como una arma política contra el contrario. Aún sufrimos las consecuencias.
(Este artículo se publicó originalmente en el número de julio de la revista Plaza)