Desde los primeros smileys y pictogramas para móviles a la historia tras el diseño del recién aprobado Paella Emoji
VALENCIA. En los últimos cinco años, esos dibujitos que nos alegran los mensajes escritos desde el móvil se han posicionado como un elemento indispensable en la comunicación digital. Los emojis, de procedencia nipona, nos han traído caritas sonrientes, tristes, lloronas, asustadas, a la flamenca del Whatsapp o a la caca con ojos, y entre las nuevas incorporaciones anunciadas para 2016 está el icono de la paella, que será el primer emoji con denominación de origen valenciana.
La aplicación de teclado SwiftKey ha publicado un estudio en el que analizaron a millones de usuarios según idioma y nacionalidad concluyeron que España es el país del mundo que más utiliza emojis de la categoría Party. Los emojis no engañan, somos festeros, qué le vamos a hacer. Aunque para llegar a estos emojis primero hay que retroceder más de treinta años, hasta 1982. Mientras España albergaba el mundial de fútbol, el físico norteamericano Scott Fahlman se sacaba de la manga dos puntos, un guión y un paréntesis para añadir un toque distendido en forma de sonrisa a un cruce de correos con sus compañeros, y así nacía el primer emoticono (antesala de los emojis): :-)
Los smileys ya existían desde los años 70 (esa cara amarilla sonriente es un diseño original de Harvey Ball para elevar la moral de los trabajadores de una aseguradora), pero hasta la década de 1980 no saltaron a los teclados de ordenador. Y aunque no todos los emoticonos son smileys (sólo los sonrientes), todos los smileys sí son emoticonos por el hecho de simbolizar una emoción.
Estos emoticonos iniciales eran secuencias de caracteres ASCII, es decir, símbolos, letras o números que puestos uno detrás de otro formaban caras o expresiones de forma muy rudimentaria. A finales de los 90, el empresario Nicolas Loufrani (propietario de la marca comercial Smiley y los derechos de autor sobre el logotipo y el nombre comercial de la cara sonriente) registró una colección de representaciones gráficas (dibujos) de estos emoticonos y comenzó a distribuirlos como gifs, siendo los primeros emoticonos gráficos usados a nivel global en tecnología. Casi en paralelo, en 1995 en Japón, nacen los emojis, también representaciones gráficas pero siendo en realidad caracteres que se perciben como dibujos. La diferencia es que al funcionar como caracteres y no como archivos de imagen, podían enviarse entre teléfonos móviles pese a las limitaciones técnicas de la época. El padre de estos primeros emojis fue Shigetaka Kurita, quien se basó en símbolos ya existentes en la cultura japonesa y en el manga.
El sistema nativo de los emojis funcionaba bien en Japón, pero necesitaba una nueva codificación para su uso universal, y aquí es donde entró en escena Unicode, el estándar de codificación de caracteres diseñado para visualizar textos de múltiples idiomas. Se encarga de velar por este estándar el Consorcio Unicode, una organización sin ánimo de lucro de la que forman parte empresas como Adobe, Apple, Google, Microsoft, Google o Yahoo, compañías que pagan cerca de 20.000 dólares anuales por participar, una tasa que cuando es individual baja hasta los 80 dólares.
El auténtico boom de los emojis llegó a partir de 2010 cuando se hicieron multiplatforma, el teclado de los iPhone pasó a incorporarlos a partir de iOS 5 en 2011 y whatsapp los hizo correr como la pólvora.
El Consorcio Unicode se encarga de decidir qué nuevos emojis lanzar, les asigna un código y llega a proponer borradores para que cada fabricante implemente sus propios emojis lo más unificados posible, un sistema multiplataforma que alguna vez ha dado lugar a confusiones al no ser exactamente iguales las interpretaciones gráficas de un emoji que hacen, por ejemplo, un iPhone y un terminal Android. Unicode describe en una frase el emoji a diseñar, y la Emojipedia tiene fama de adelantarse con sus propuestas antes que el resto de empresas del sector, sirviendo de boceto para las vendors.
Desde el punto de vista del diseño, los emojis no son precisamente una obra de arte. Se les puede coger cariño, pero son como la Comic Sans de los pictogramas. Pero los necesitamos, ya que vienen de maravilla para matizar, y son un importante reto para ilustradores o diseñadores a la hora de representar descripciones.
Una vez incorporados al estándar Unicode, dejaron de ser exclusivos para Japón, aunque la mayoría de su contenido proviene de allí, con mucha influencia kawaii, los ilustradores valencianos Squid & Pig se encontrarían como pez en el agua y de hecho entre su portfolio encontramos sets de stickers de inspiración japonesa para diferentes plataformas digitales.
Destaca el trabajo de IconFactory desarrollando los packs de emojis para Twitter (se caracterizan por ser más limpios, sin detalles, sin volúmenes ni sombras que en lugar de ayudar confunden). Y Susan Kare, diseñadora de los iconos para el primer Apple Macintosh de 1984, quien también ha diseñado stickers para Facebook.
A día de hoy los emojis forman parte del lenguaje, y ya no para un sector reducido de franja de edad baja. Al igual que en su día alguien necesitó pintar en las paredes de una cueva, en un momento dado los emojis comenzaron a resolvernos aspectos de la comunicación (aunque por suerte el diseño de la era emoji no pasará a los anales de la historia). La ‘palabra del año’ del The Oxford Dictionaries en 2015 fue el emoji (cara con lágrimas de alegría), y estos pictogramas protagonizan ya desde titulares de prensa a campañas de comunicación institucionales como la de Estudio Menta para el IVAJ.
Lejos de ser una moda pasajera, el propio uso de los emojis los ha acabado por definir. En comunicación muchas veces los significados se acuerdan por los usuarios, en este caso ajenos a las descripciones que aprueba el Consorcio Unicode, así que el propio uso define los emojis, como en cualquier lenguaje.
La nueva versión de Unicode (y van nueve) de la biblioteca emoji que aparecerá este 2016 incorporará el icono de la paella, el primer emoji con denominación de origen valenciana. Todo empezó con un vídeo de Eugeni Alemany en el que pedía, allá por diciembre de 2014, un #paellaemoticon para el Whatsapp. Por entonces, el diseño del auténtico #PaellaEmoji ya se estaba cocinando en los cuarteles generales de la agencia valenciana de publicidad La Mujer del Presidente, y el verano siguiente la ‘Operación #PaellaEmoji’ estaría cruzando el charco para hacer presión desde Silicon Valley.
Bajo el nombre oficial de Shallow Pan of Food (sartén poco profunda de comida), el Consorcio Unicode daba luz verde a este icono gastronómico valenciano hace un par de semanas, finalizando así todo un periplo de validaciones, correcciones y sustos.
En todo el proceso de validación de un nuevo emoji, el diseño del candidato está presente desde el primer día. Guillermo Navarro, Director Estratégico y Socio Fundador de la agencia La Mujer del Presidente, recuerda todo este peregrinaje: “Unicode pide que inscribas diseños, aplicaciones y elementos ya diseñados. Una vez se va avanzando en el proceso, ellos preparan su propia versión en blanco y negro de tu emoji, que servirá de máster, junto a la descripción del icono, para que cada plataforma haga su diseño propio con al menos una referencia común. Esta versión en blanco y negro la hizo la gente de Adobe, y a partir de esa imagen fue cuando Emojipedia hizo su libre adaptación con gambas, guisantes y pimientos, que finalmente retiró”.
El diseño de este #PaellaEmoji original se realizó desde dentro de la agencia valenciana, con un minucioso trabajo que ha ayudado a hacer más grande la campaña. El Director Creativo de la misma, Diego Herrero, apunta a la obligación que ellos se imponían: “El nivel de exigencia era tal que el arroz tenía que verse con su socarrat. Me puse el listón bien alto, hasta que mirase el emoji y viese socarrat, y me pasé toda una tarde peleando con la textura del arroz”.
“La paella, un círculo amarillo con dos asas, estaba clara”, continúa Herrero. “El reto eran los ingredientes en la escala de un emoji, queríamos una paella que reivindicase los valores de la auténtica paella valenciana, así que era un desafío la escala, y que icónicamente quedasen representados los ingredientes clave como el conejo, el pollo, la bajoqueta y el garrofó”.
Al contrario que en muchos otros soportes, en el diseño de un emoji no siempre radica la capacidad de comunicar, porque a la vista está que al final el uso que se haga es lo que determinará su significado.
Primero fueron las pinturas en cuevas, miles de años después los jeroglíficos egipcios y ahora estos pictogramas en pantallas de móvil. El lenguaje cambia de forma, y una vez más la tecnología nos ha ayudado a dar un paso en el modo de comunicarnos con nuevos recursos visuales. Ahí queda ese millar y medio de emojis como testigo de nuestra civilización.