Diseños eternos

VALENCIA. El diseño de marca nació en las primeras acciones comerciales, en la cartelería pero sobre todo en los envases. Productos de farmacia y marcas de cosméticos y perfumes, compañías pioneras en apostar por el diseño de sus envases (packaging), desde la icónica botella de Coca-Cola a elementos tan cotidianos que los encontramos en la despensa o al abrir la nevera.

Son diseños eternos, carne de plagio precisamente por haber calado tanto en nuestro imaginario y motivo de disputas legales con empresas que pretenden sacar ventaja copiando elementos que recuerden

al producto original. Envases que no han cambiado en más de cien años a los que ahora se les bautiza como vintage, en un momento en el que las campañas publicitarias que evocan a la nostalgia están más de moda que nunca y son también tendencia la vuelta y el relanzamiento de versiones clásicas de envases.

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Es precisamente el uso cotidiano de los primeros productos comercializados para uso habitual lo que consiguió transmitir mediante el diseño de packaging una familiaridad que durante décadas fue haciendo mella en nuestros hogares, algo que debido a la saturación de productos actuales les resulta prácticamente imposible a las empresas hoy.

La marca norteamericana de levaduras Royal, fundada en 1873, fue una de las precursoras en el etiquetado comercial. Su diseño original no ha sido alterado desde entonces, con una caja que recuerda a las etiquetas de las sopas Campbell, inmortalizadas por Andy Warhol en los años 60.

En 1902, inspirada en los frascos de perfumes franceses, nace en Badalona la botella de Anís del Mono, otro caso de diseño intacto desde su creación, etiqueta incluida. En 1935 Luis Pérez Solero diseñaría la botella de Tío Pepe, y quince años después fue La Casera quien, mediante su novedosa botella, removió el panorama creativo del momento.

La compañía de cosméticos Myrurgia es fundada en Barcelona en 1916. Eduard Jener se convierte en el diseñador de cabecera de la marca creando carteles y componiendo etiquetas con los valores de la empresa. El eslogan actual de la marca es: «Maquillaron a nuestras abuelas, a nuestras madres y hoy también maquillan a la mujer del nuevo milenio», lo cual explica que en un siglo no hayan variado nada sus envases; es el mismo producto, y esa invariabilidad es el valor que pretenden ensalzar es el mismo caso que los jabones y colonias madrileños Álvarez Gómez con sus etiquetas amarillas con motivos

florales nouveau, que junto a otros productos míticos como las lociones octogenarias Floïd para el afeitado o las centenarias gomas de borrar Milan pueden encontrarse en la tienda Simple de Valencia, un romántico negocio que apuesta por estas legendarias marcas de tradición familiar.

La provincia de Castellón ha sido cuna de marcas con diseños tan familiares como los de la pomada Dermo-Suavina (Vila-real) o las Sodas Barrachina (Almassora) y su soda en polvo La Bandera Nacional. Y en Alcoi nace en 1941 la marca de aceitunas rellenas de anchoa La Española, que recurrió al pintor José Balaguer Bienzobás para el diseño de su primer envase.

En 1954 la barcelonesa Gallina Blanca lanza su producto estrella, Avecrem. Desde entonces, aunque la tipografía y el estilo de ilustración han evolucionado con los años (y no necesariamente para bien), algunos elementos comunes como sus colores siguen recordando aquellas primeras cajitas que hicieron de sus caldos un icono para artistas pop como Antonio de Felipe. Ya en los años 60, Henry Legrain saca al mercado en Barcelona el primer jabón aromático de ducha líquido, Moussel, en un revolucionario envase de plástico fucsia octogonal muy imitado medio siglo después por infinidad de marcas blancas. Otro formato histórico, diferente al resto y mantenido hasta hoy en día, es el de los polvos de talco de la catalana Ausonia y su inconfundible cilindro beige.

Con el transcurso de los años, muchas de estas marcas han pasado a pertenecer a terceras empresas o a grupos internacionales. Cambian de manos, pero sus señas de identidad serán eternas gracias a sus diseños.