VALÈNCIA. València quiere pelear por ser polo de atracción del sector del cómic, una batalla que libran los autores y eventos como Splash! Sagunt, el festival de autoedición Tenderete, las Jornadas de Cómic València o la València Héroes Comic Con, que se estrena hoy en la ciudad. Con este panorama, también los museos quieren formar parte de la ola y, a falta de un museo específico, el Museu Valencià de la Il·lustració i la Modernitat (MuVIM) quiere reivindicarse como el espacio natural de exhibición del cómic y la ilustración. Así, ayer presentó dos exposiciones –L’esclat dels clàssics y L’inici del còmic a la Península- con las que reconstruyen la historia del cómic internacional y español, tanto su nacimiento y esplendor en los Estados Unidos de los años 30 como su impacto en el nacimiento del cómic español, un formato con más influencia de la que muchos le reconocen. “En un mundo mayoritariamente analfabeto en el que no existía la televisión los cómics era un instrumento de comunicación y educación para las clases más desfavorecidas. Por eso Umberto Eco dijo que el cómic era el arte de los pobres y el paradigma de la cultura popular”, explicó Enrique Trilles, comisario de las muestras durante la presentación.
No hay que olvidar que de Roberto Alcázar se llegaban a tirar 50.000 ejemplares semanales, mientras que El Capitán Trueno despachaba unos 350.000. En el caso de L’inici del còmic a la Península, la exposición –que se sitúa en el vestíbulo del museo- sitúa un fenómeno que llegó a España “de rebote”, tras alcanzar Francia o Italia. Fue precisamente a través de la editorial italiana Vecchi que los personajes ‘made in America’ entraron en la península, a través principalmente de tres publicaciones: Yumbo (1934), Aventurero (1935) y Tim Tyler (1936). También el universo Disney entró con fuerza, esta vez a través de la revista Mickey, un aterrizaje que, cómo no, hubo de convivir con el mítico TBO y una tradición que en València tuvo como máximo referente a La Traca, en este caso dirigido a un público adulto, con un fuerte contenido político. La guerra civil, sin embargo, diluyó la presencia de héroes americanos, una incidencia que dio un vuelco con la visita a España de Eisenhower en 1959. Esto no quiere decir que el país no hubiera desarrollado ya su propio ‘star-system’ del cómic, con nombres como El Guerrero del Antifaz; Roberto Alcázar, de Eduardo Vañó; o El Capitán Trueno de Víctor Mora y Ambrós, que disfrutaron durante la posguerra de mayor popularidad que muchas estrellas de Hollywood.
Las dos exposiciones exhiben ejemplares únicos, algunos de ellos, como por ejemplo un cómic del Inspector Dan, incluso con tachones de la censura. “De algunos de ellos sólo se conservan una decena de ejemplares en todo el mundo”, aseguró Trilles, quien estuvo acompañado durante la presentación por el director del museo, Rafa Company, y el diputado de Cultura, Xavi Rius. De esta forma, el proyecto muestra primeras tiras de Yelow Kid, el personaje con el que comenzó el cómic moderno, según los especialistas, o de Little Nemo o Flash Gordon. “Estas dos exposiciones reafirman la vinculación y el compromiso del MuVIM con el cómic y la novela gráfica”, incidió el diputado. Este proyecto expositivo llega bajo el lema paraguas ‘Comic On’, con el que el museo se vincula directamente a la Héroes Comic Con, en la que estará presente con un stand propio. No es la primera vez que el museo dirigido por Company se reivindica como “hogar natural para el cómic”, frase que ayer pronunció el director, un espacio que quieren ocupar pese a que en este caso tienen como competencia el Institut Valencià d’Art Modern (IVAM), que hace un año inauguró su ‘fanzinoteca’.
Es a principios del siglo XX que, aunque había precedentes, se sitúa el nacimiento oficial del cómic tal y como lo conocemos, aunque fue a partir de los años 30 cuando adquirió plena autonomía: además de seguir apareciendo en forma de tiras, empezaron a proliferar publicaciones independientes que contenían tan sólo esas tiras llamadas ‘cómicas’ -porque en un principio se trataba de hacer reír al lector- con sus propios personajes. Estos personajes fueron ganando en entidad y acabaron protagonizando álbumes enteros, como es el caso de Superman, que apareció en 1938 en la portada de la revista Action Comic y alcanzó tal éxito que pronto protagonizó sus propias historias independientes. Con él nacía, además, la idea moderna de superhéroe, un personaje aparentemente semejante al resto de los humanos pero dotado de poderes extraordinarios que no dudaba en poner al servicio de la humanidad. No es casual, tampoco, la fecha en que nació Superman: en plena depresión americano, el superhéroe se erigía como representante de la clase más desfavorecida, la que más estaba pagando las consecuencias del crack del 29.
A Superman le siguieron otros personajes como Batman, en 1939, o Linterna y Flash, aparecidos en 1940, así como heroínas, como Wonder Woman. Todo ese período de auge, el que va desde los años 30 a mediados de los 50, es conocido ahora como la Edad de Oro del cómic y es el objeto central de la muestra La eclosión de los clásicos, que se podrá ver en la Sala Alfons Roig hasta el próximo 27 de mayo. Todos estos personajes llegaron poco a poco a España aunque, eso sí, adaptados. Así, Felix The Cat fue presentado como Periquito, un nombre tan común que el semanario catalán El disparo llamó a los seguidores del Espanyol, por ser “cuatro gatos”, los periquitos. Algo similar pasó con Dick Fulmine, personaje italiano que nació bajo la sombra del mítico Dick Tracy, un obra de Carlo Cossio y traducido en España como Juan Centella.
Las dos exposiciones se nutren de piezas únicas de coleccionista muy difíciles de conseguir, porque –como ha explicado Enrique Trilles– "se trataba de un arte industrial y serializado en que la mayoría de los fotolitos se destruían", un proyecto que sigue la estela de otras iniciativas del museo como la exposición València en vinyetes, en las que recorrían distintos escenarios de la ciudad interpretados por autores como Cristina Durán o Sento, o Pioneros de la animación valenciana (1939-1959), en la que el museo recupera la producción y legado de los pocos expertos en animación de la Comunitat. "Las muestras no dejan fuera a ninguno de los grandes creadores ni personajes que han hecho grande al cómic", recalca Trilles. Por partida doble, las estrellas del cómic toman el MuVIM.