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LOS RECUERDOS NO PUEDEN ESPERAR

Esa foto con Bowie que resume tanto

En octubre de 1999, David Bowie grabó un especial para TVE. Aquella jornada promocional me dio la oportunidad de volver a estar cerca de él y de compartir aquello con un buen amigo. Hoy, esa historia y la foto que nos hicimos es una historia en sí misma

3/01/2016 - 

VALENCIA. David Bowie ejerce una fuerza magnética que me mantiene unido a ciertas personas aunque esté lejos de ellas, aunque pase años sin verlas. A Remi Carreres, lo conocí por culpa de David Bowie, cuando los dos éramos adolescentes gravitando alrededor de nuestros ídolos, inalcanzables en la Valencia de los años setenta. Pasamos de coincidir en Harmony a quedar en Pyjamarama, cuando él ya formaba parte de Glamour. A lo largo de los años seguimos compartiendo noches en Brillante y Barracabar, conciertos de Comité Cisne, conciertos de otros grupos en Garage Arena, y tardes en Deplástico, la tienda de discos que dirigí a finales de los ochenta. 

Un día de septiembre de 1999, caminando por el Carmen con Esteban Leivas, y después de mucho tiempo sin verlo, nos encontramos con Remi. Fue como una broma del destino, ya que hacía poco más de un mes que había estado entrevistando a David Bowie en Nueva York. Achaqué nuestra falta de contacto al hecho de llevar más de seis años viviendo en Madrid; entonces descubrí que Remi llevaba más tiempo aún en la capital. Quedamos en vernos allí a la vuelta de las vacaciones, con Bowie como gran excusa. Reavivamos nuestra amistad a la vez que nacía una nueva con Line Franco, lingüista y profesional todoterreno en el campo del audiovisual, entonces  compañera de Remi.

Control de realización a David Bowie

Poco después de este reencuentro, supe que Bowie realizaría una breve visita promocional a Madrid para promocionar “hours….” El grueso de su tiempo en Madrid  se emplearía para grabar un especial para TVE que presentó Paco Pérez Bryan, artífice de Los conciertos de Radio 3, programa en el que colaboré durante sus 10 primeros años Paco solicitó mi ayuda para preparar la entrevista, y eso garantizó mi presencia en el plató durante la grabación. Así que, tras pedir las autorizaciones pertinentes, invité a Remi a que viniera conmigo a Prado del Rey. Todo esto sucedió un día de octubre, o eso me recordaba Remi unos días atrás en una terraza de Russafa. Un lunes lluvioso, según recuerda él. 

David Bowie llegó a TVE acompañado por su banda y Coco Schwab, la mujer que ha sido su secretaria, jefa de prensa, confidente y quién sabe qué más desde 1974. Grabaría un miniconcierto en el estudio, los músicos haciendo playback y la voz en directo, donde solo interpretó canciones de “hours…” Yann Padrón, responsable entonces de parte del catálogo internacional de Virgin y un gran amigo de mi periplo madrileño, puso todo de su parte para acercarnos al inexpugnable Bowie, que no quiso que nadie estuviera presente durante el ensayo. Gracias a él lo vimos probar sonido a través del monitor de televisión que había en uno de los camerinos, entusiasmados como dos niños.

The most terrible fan

No hubo problema alguno para estar presentes durante la grabación de las canciones, así que nos sentamos lo más cerca posible del artista. Prácticamente nadie sabía que Bowie estaba en Pozuelo, pero Paco Clavel, que se encontraba en el edificio de Radio 3 grabando su programa, se enteró y se acercó raudo al estudio de televisión. Logró entrar al camerino de Bowie y se presentó como uno de sus más grandes fans. La historia que nos contaron después es que, presa de los nervios, confundió el adjetivo y dijo terrible (terrible) en lugar de terrific (estupendo). Esto ocurrió mientras buscaba en su bolsa algún disco que Bowie pudiera autografiarle, y como lo único que encontró fue un single color rosa chicle de Barbie Superstar, Bowie le dijo mientras se lo firmaba, of course you are! (desde luego que lo eres).

Zapatillas en bolsas del equivalente neoyorquino de Mercadona o algo así

Cuando terminó la grabación Remi y yo nos plantamos en la puerta del camerino de Bowie como dos idiotas, con la única intención de verlo de cerca. Mientras montábamos guardia junto a otros pocos fans, presenciamos una de esas maniobras cotidianas que convierten a las estrellas en mortales como tú y como yo. En un momento dado, Coco se aproximó a la puerta y la golpeó con los nudillos. La puerta se entreabrió –era evidente que quien sujetaba el pomo era Bowie- y un brazo anónimo sacó una bolsa de plástico de supermercado que contenía un par de zapatillas de deporte. Coco la cogió y a cambio le dio otra con otro calzado. “Eso eran las zapatilla de actuar de Bowie”, dijo Remi asombrado. Y nos quedamos comentando ese detalle tan mundano hasta que el camerino se abrió y el músico salió de él a paso ligero escoltado por su guardaespaldas. Es asombrosa la maestría de las grandes estrellas para burlar a los fans, que están por todas partes siempre dispuestos a pedir algo. 

Ambos perseguimos a Bowie por los pasillos pero no había manera de alcanzarle de una manera discreta y, digámoslo así, poco agresiva, una que no alertara al armario que llevaba para protegerle de cualquier impertinencia. Cuando ya nos acercábamos a la puerta principal, estiré el brazo, puse la mano en su hombro  y le espeté un excuse me, David. Se detuvo en seco,  le pedí hacernos una foto con toda la educación posible y él, con absoluta profesionalidad, señaló al escolta para que le diera la cámara. Esa es la historia de la imagen que ilustra este artículo. Ahí estamos los dos, unidos por David Bowie.

¿Dónde estamos ahora? En El Perelló

Una tarde de enero de hace tres años, Remi y yo íbamos rumbo a la playa del Perelló. El día antes había sido el cumpleaños de Bowie, una efemérides que cogió al mundo por sorpresa debido a la publicación de una nueva canción suya. Remi comentó cuánto le habría divertido a Line aquel acto casi de ilusionismo, aquella jugada maestra. En el coche viajaban también los actores Chema Cardeña y Juan Carlos Garés, dos personas muy queridas por Line y dos artistas ejemplos de tenacidad  en una ciudad hasta hace poco sitiada por el desprecio a la cultura no oficial. Line también era así, resistente y brava, entusiasta y soñadora, como las obras de Chema. Durante el trayecto la recordamos con toda su fuerza y su bondad. Surgieron anécdotas como la de Dostoyevsky, el mote que le cayó a una amiga de Line –que con el tiempo se convertiría en una famosa y controvertida escritora- que se paseaba constantemente con un libro del citado ruso bajo el brazo con la única intención de que hacerles saber que lo leía. 

Antes de que se pusiera el sol llegamos a uno de los espigones de la playa y dejamos que las cenizas de nuestra amiga pasaran a ser parte del mar que tan feliz la había hecho. Si he de identificar ese momento con una canción, elegiría Where are we now, la que devolvió a Bowie a la actualidad cuando muchos le daban por retirado. Cuanto más la escucho, más identificado me siento con la vulnerabilidad que transmite, y pienso que llegó a nuestras vidas en el momento idóneo, uniendo a personas que necesitaban tenerse cerca.

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