Educación ha decidido dar un nuevo impulso a la jornada continua en los colegios. La pregunta es ¿a quién beneficia?
VALENCIA. La actual jornada escolar partida o la nueva continua convivirán el próximo curso en los colegios públicos de Infantil y Primaria de la Comunitat Valenciana, con hasta tres horarios de salida distintos. Un guirigay horario que provocará que unos niños se vayan a casa al concluir el tiempo lectivo al mediodía, otros lo hagan después de usar el comedor escolar y también los habrá que se marchen al finalizar la jornada escolar general, ya por la tarde tras realizar actividades.
El cambio para los colegios que lo demanden supondrá modificar el horario partido en vigor: dos turnos, de 9 a 13 horas y de 15 a 17 para los alumnos, a otro intensivo (continuo o único) cuya jornada lectiva concluirá a las 14 y que, por la tarde y como jornada escolar, se dedicaría a actividades extraescolares, en el caso de que las familias así lo deseen y haya acuerdo en el Consejo Escolar.
Sin embargo, «nadie está obligado a iniciar este proceso», explica el secretario autonómico de Educación, Miquel Soler. «No nos hemos planteado cambiar nada. Hemos regularizado un procedimiento para quienes quieran solicitarlo porque existe la petición pero no se impone. Hay una jornada (la partida) establecida con carácter general, que es de 9 a 17 horas, que el centro que cumpla unos requisitos podrá cambiar. Siempre se deberá mostrar que las propuestas son mejores que las actuales y las actividades son coherentes con el proyecto educativo del centro», asegura a Plaza.
La orden establece un amplio mecanismo para la aprobación del Plan específico de organización de la jornada escolar que en la red pública pasará por ayuntamiento, claustro docente y consejo escolar, con un 55% de los votos favorables del censo de padres, pese a su demostrada escasa participación. Mientras, en la concertada el titular del centro tomará la decisión.
La jornada continua en Primaria es una antigua reivindicación de los sindicatos docentes que querían un horario intensivo como sus colegas de Secundaria en los institutos. En la Federación de Enseñanza de Comisiones Obreras creen necesaria una «actualización de la regulación horaria que con el tiempo se ha quedado obsoleta y que tampoco responde a las necesidades actuales de conciliación laboral de muchas familias», según su lista de enmiendas al proyecto.
Ahora, el horario laboral de los maestros es de 25 horas lectivas y cinco complementarias, con la obligación de acudir dos tardes por semana al centro. En los colegios que se acojan a la jornada continua, tendrán que ir todos dos horas (la misma tarde) y las otras tres las distribuirá el colegio según sus necesidades.
Al respecto, el miembro como persona de prestigio del Consejo Escolar Valenciano Luis García Trapiello, especialista en Didáctica de la Filosofía, matiza que «se da una gran perversión en el proceso. El profesorado quería conseguir una jornada laboral continuada y la unió a la jornada lectiva o escolar del alumnado. No se debería haber modificado y ahora crea un problema organizativo. La Conselleria ha apostado por atender la reivindicación del profesorado en lugar de a la validez o no pedagógica. Además, se mejora el horario pero no las condiciones laborales docentes».
Lo cierto es que en países como Finlandia —modelo de éxito educativo— se aplica la jornada continua hace años con actividades lectivas por la mañana y sólo formativas extracurriculares (música o deporte) por la tarde. En España, en Canarias, Extremadura y Murcia está implantada desde mediados de los años 90 (llega al 100%) y en la actualidad está en 12 comunidades autónomas, con las únicas reticencias de Cataluña, Aragón, País Vasco y Navarra.
La Comunitat puso en marcha hace tres años un plan piloto y son 29 colegios los que han dispuesto de este nuevo horario. Sin embargo, la Conselleria que dirigía Mariá José Català optó por no ampliar la experiencia por su «impacto negativo», dijeron, ante los datos de un informe de la comisión encargada de evaluar el plan en los primeros nueve colegios con jornada continua. Con lo que los 130 que el curso pasado la solicitaron se quedaron sin aplicarla.
Según este análisis, no existen evidencias pedagógicas de los beneficios en el rendimiento académico porque, a tenor de la evaluación diagnóstica de 2013 (jornada partida) y 2014 (intensiva), las calificaciones bajaron en ocho centros y el número de repetidores, que en Primaria es muy bajo, aumentó.
Los resultados de los informes de los especialistas son variados. El de José Ramón Cáride, en Galicia, hace 25 años ya decía que en la jornada única había un 60% de suspendidos y en la partida, un 49%, o que al final del horario en ambos casos los niños muestran síntomas de cansancio pero más en los de la continua. Carmen Morán apuntaba que en este horario se registran más deberes. Mientras, Miguel Sola Fernández en Evaluación de la jornada escolar en Andalucía Oriental concluye que en los colegios «cambiar de una jornada a otra tiene consecuencias exclusivamente organizativas, y de forma liviana, pero poco o nada en la didáctica: los contenidos, los métodos, las formas de relación, las actividades y la tareas… permanecen generalmente invariables».
El catedrático de Teoría de la Educación de la Universitat de València Ramón López señala que el proyecto educativo del centro, en donde se fijará el tipo de jornada, debería «contemplar dónde está radicado el centro y atender la idiosincrasia propia del barrio. El contexto social es muy importante; debe tener relación con el entorno laboral o social. Además, ha de estimar cuántas horas se quiere que esté el niño en el colegio porque al final va a estar en él con jornada continua o partida».
Este contexto social y su relación con la jornada también es abordado por García Trapiello, quien añade que la clase media alta ocupada tiene recursos para establecer una jornada continua. «Dispone de espacios en casa y formas de organizarse, por lo que puede intervenir en el calendario de sus hijos. Pero existe una gran mayoría de nuestra sociedad con riesgo de exclusión a la que hay que atender porque no tiene ni espacio ni recursos culturales a mano y no puede organizar ese tiempo del hijo. Es un principio desde la perspectiva de clase, de conciencia sociopolítica», analiza.
Así, un portavoz de la Confederación de Centros Educativos (Ceceval) de Valencia se muestra favorable a la jornada partida, aunque comenta que «dependerá del entorno, la zona, el ambiente familiar, las circunstancias. Muchas familias trabajan por la tarde, la mujer se ha incorporado al mercado de trabajo. Han cambiado muchas cosas en España», añade. Y sobre la norma de la Conselleria dice estar satisfecho por la libertad que se da a los titulares de los centros concertados.
el fracaso escolar un 11% cuando con la jornada partida, según un informe de la conselleria de educación
La presidenta de la Federación de Asociaciones de Padres de Alumnos (FAPA) de Valencia, Eva Grimaltos, argumenta que aunque hace tiempo pidieron un reglamento que regulara la jornada escolar, «éste no es el mejor momento, no es prioritario para la educación pública, que tiene otros problemas. La escuela no es de los usuarios y ya está. Es de todos los ciudadanos, incluidos los no usuarios. Pertenece a la ciudad, a los vecinos». Y concluye: «A la orden no le damos un ‘no’ rotundo porque recoge muchas de nuestras reivindicaciones, pero es necesario un debate en profundidad».
El debate, en opinión del profesor Ramón López, no es tanto si apostar por una jornada y cuál es mejor: «Como tantos otros temas educativos se es taxativo y se vincula a criterios políticos mientras nos olvidamos del carácter técnico». Tras recordar que hay muchos pedagogos que aseguran que la jornada continua es mejor para el estudiante porque estresa menos, los padres pueden ir a recoger a los niños, tienen más actividades, matiza que «también dicen que no han encontrado diferencias entre la capacidad de aprendizaje de un niño o el agotamiento con una u otra jornada». Y añade: «Un niño aprende más en valores o en convivencia con actividades en el centro que sentado en un pupitre».
El planteamiento de la Asociación de Directores de Primaria gira en esa línea. Según su presidente, Vicent Ripoll, están de acuerdo con que la jornada se regule porque hay una demanda importante en Alicante pero afirma que hubieran preferido que «se estableciera por localidades y distritos, no por centro uno a uno. Será una paradoja que el colegio de enfrente no la tenga. Se ha dejado muchísima autonomía y se debería haber regularizado más».
Esa flexibilidad provocará que en un mismo barrio unos niños tengan una jornada u otra, unos programas formativos u otros. Y aún queda por ver cómo se resolverán las horas sueltas del profesorado, no reguladas; la responsabilidad de los monitores en los colegios, el coste para los ayuntamientos de las actividades extraescolares, la disminución de alumnos en el comedor escolar o que una orden de rango menor modifique a un decreto, el 138/2014, que contempla los cambios horarios en un colegio sólo de forma excepcional.
Pero eso no es todo. La orden que regula la posibilidad de introducir la jornada continua la vincula a la existencia de actividades extraescolares, lo que no aclara es quién tendrá que pagarlas. Una cosa está clara: la Conselleria no. Es decir, correrán a cargo de los ayuntamientos, los colegios (que no recibirán fondos adicionales) o los padres (de manera individual o a través de sus asociaciones). Otra fuente de conflicto.
El resultado en estos tres primeros años de los programas piloto de jornada continua en la Comunitat parece satisfactorio para algunos centros que los han puesto en marcha. En el curso 2013-14, la Conselleria de Educación autorizó la modificación horaria a nueve colegios y un año después la amplió a 31. El anterior Gobierno popular optó el año pasado por frenar la concesión, a pesar de que más de un centenar de centros la habían solicitado, ante un informe de sus técnicos que aseguraba que en el conjunto de ellos había disminuido el rendimiento escolar.
Conclusión que niega la responsable de uno de estos colegios donde los alumnos tienen el horario lectivo de 9 a 14 horas y, tras la comida, en horario de 15,30 a 16,30 horas, realizan actividades extraescolares.
Pilar Moreno, directora del colegio público de infantil y primaria Lope de Vega de Torrent, centro de compensación educativa, explica a la revista Plaza que el rendimiento curricular «no ha mejorado ni empeorado con el nuevo horario, pero sí que se ha incrementado el nivel de participación de los alumnos». Pilar Moreno asegura que «tanto profesores como padres están muy contentos» de haber aprobado que las clases sean en jornada intensiva, lo que les permite dedicar la tarde a actividades extraescolares muy diversas. «Suponen un enriquecimiento» para los alumnos, apunta.
La mitad de los 350 niños matriculados en su centro realiza alguna de estas tareas lúdicas que, en su mayoría, no podrían llevar a cabo de otra forma, pagadas por el colegio o quien colabore. Así, tienen programado coro, grupo de teatro, percusión, ajedrez y cuentan con un equipo de fútbol.
A la espera de la nueva orden de la Conselleria, esta directora confía en mantener la jornada intensiva en el centro. «Nos gustaría continuar y la escuela lo necesita. No sé si los padres se acostumbrarían a un nuevo horario. Nos romperían la organización y las muchas cosas que estamos haciendo. Los niños deben estar motivados y activos y ellos siguen con su actividad, independientemente del horario», finaliza.
(Este artículo se publicó originalmente en el número de julio de la revista Plaza)