VALENCIA. La CV-500 fue en su día conocida por ser la carretera que conducía a las discotecas más en boga de la Valencia de los años 80 y 90. En puridad, es la famosa ruta del bakalao. Ahora, 20 años después de la muerte del fenómeno, la carretera ha vuelto a estar en el centro de la polémica pero, signo de los tiempos, lo es por una cuestión vial. Una remodelación que ha realizado la Conselleria de Infraestructuras, a petición del Ayuntamiento de Valencia, ha reducido el ancho de cada sentido de la vía para ganar arcén para el carril bici, ha dispuesto una línea continua, ha reducido la velocidad máxima permitida a 60 y ha incluido elementos que ralentizan el tráfico. Unos cambios que están suscitando polémica en el sentido estricto de la palabra. Incluso cabría añadir que enconada, por acudir a un lugar común que en este caso es certero.
Por el momento los cambios en la vía ya han provocado una manifestación, se ha anunciado una tractorada para el 26 de enero y, por si fuera poco, los vecinos de la zona han demandado al Consell por prevaricación. La bronca tiene especial relevancia cuando se constata que quienes están detrás de la protesta son personas vinculadas o próximas a los partidos que componen el Govern de la Nau. Los miembros del tripartito no salen de su asombro, ya que su intención ha sido pacificar el tránsito en la zona y proteger el Medio Ambiente, pero los vecinos no apoyan su tesis, no comparten su análisis y reclaman, según explicaba este miércoles el presidente de la asociación de vecinos de El Perellonet, Luis Zorrilla, “la completa reversión”, el regreso al pasado más inmediato. “Es una carretera por la que circulan más de 9.000 vehículos diarios y no tiene ningún punto negro… No tiene sentido cambiar lo que funcionaba”, añadía.
La demanda por prevaricación, que se formalizó el pasado día 30 de diciembre ante la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat, supone una vuelta de tuerca que ha dejado descolocados a los responsables del Consell encargados de la obra. El director general de Obras Públicas, Transporte y Movilidad, Carlos Domingo, horas después de conocer la demanda vaticinaba que no tendría mucho recorrido. El motivo, que en ella se reclama una petición de los vecinos que, aseguró, iban a cumplir. “Nosotros adoptamos una medida que según los técnicos era ‘impecable’, pero a nivel político hemos entendido sus reclamaciones y vamos a retirar los cojines berlineses”, comentaba en su despacho del complejo Octubre. Una promesa que parece no haber sido suficiente para apaciguar los ánimos.