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Las dramaturgas dan voz a las mujeres silenciadas durante el franquismo

Guadalupe Sáez, Mafalda Bellido, Carme Portaceli y Lola López se hallan entre las autoras de teatro que rastrean la resistencia femenina durante la posguerra

21/12/2016 - 

VALENCIA. Este pasado 8 de diciembre, el New York Times publicaba un artículo titulado Los fantasmas que España trata de ignorar, en el que cifraba en 114.000 las víctimas del fascismo que todavía continúan desaparecidas o sin identificar desde la victoria de Franco en la Guerra Civil en 1939. El periódico estadounidense reproducía las palabras de Mariano Rajoy en una entrevista del 9 de febrero de 2008 en 20 minutos, donde el entonces candidato a la Presidencia del Gobierno instaba a los españoles a mirar al futuro y a no generar “tensión ni división”. Aquellas declaraciones fueron el prólogo de la supresión de la Oficina de Víctimas de la Guerra Civil y la Dictadura a su llegada al poder.

La madre de la dramaturga alicantina Guadalupe Sáez también apremia a su hija a mirar hacia delante. En su opinión, “cuando uno tiene que remontarse al pasado para saber quién es, es porque no tiene ningún lugar al que volver”. Eso le repite al tiempo que la anima a estudiar una oposición. Y así lo replica su hija en el texto A mí no me cortaron la cabeza, que el próximo 22 de diciembre se representa en el Teatre El Musical, dentro del ciclo Memoria Histórica programado por el Centro Teatral Escalante.

“No es la única de esa generación a la que le enseñaron a dejar atrás el ayer y a obviar la historia. A las mujeres nos faltan referentes por todas partes, nunca somos tema de estudio en los planes educativos, no salimos en las noticias, ni ocupamos portadas de periódicos. En ese sentido, a partir de recuperar la memoria de mi madre, busco recuperar la memoria de las mujeres, conseguir entender por qué funciona así esa generación y cómo funciona la mía”, explica Sáez, quien junto a Sandra Sasera y Pau Gregori, integra la compañía Lupa Teatre.

Es un latido que bombea con fuerza estos últimos años en el teatro español, la necesidad de devolver la voz a las víctimas femeninas de la represión política del régimen. Y la autoría de esa reivindicación del recuerdo que nos es negado es de las hijas y de las nietas de sus protagonistas.

“Formo parte de una etapa en la sociedad española en la que cuando en el instituto se llegaba a la Guerra Civil en la asignatura de Historia Contemporánea, los profesores se saltaban este episodio porque no quedaba tiempo –lamenta Sáez—. Siempre me ha obsesionado la idea de no tener memoria, de que haya una parte de mi pasado que no me han explicado y de la que no tengo datos. De ahí que siempre haya intentado recuperar el ayer a partir de cosas que tengo cerca. Y la memoria familiar me sirve como punto de partida para entender lo ocurrido y continuar”. 

Ascuas mal apagadas

Mafalda Bellido también filtra en su obra esa cuenta pendiente. Su último texto, la pieza contemporánea Como si el fuego no fuera contigo, I Premio Autoría Sala Ultramar-Fundación SGAE, consta de un personaje, el del teniente, un anciano senil que recuerda la lucha de su padre contra los franquistas. Pasado y presente se solapan en este montaje en un espacio quemado que no es otro que la Línea XYZ, un sistema de fortificaciones construido en 1938 para uso de tropas republicanas en defensa contra los ataques de los nacionales.

“Nunca nos han contado bien la guerra y la posguerra. Siempre se ha pasado de puntillas. Mi abuelo estuvo en el frente del Ebro y jamás quiso decir nada. No hemos vivido con naturalidad lo que pasó. Y desde el teatro es importante contar. No sólo lo que fue, sino lo que pudo ser, escribir ficción. Es relevante narrar lo que nos hubiera gustado que pasara, porque siempre tenemos la historia como algo hecho y revisado, pero en muchas ocasiones, nos llega sesgada”, advierte Bellido.

El programa del 22 de diciembre en El Musical se completa, precisamente, con su obra corta Yo maté a Carmencita Polo, la quimera del asesinato de la mujer del dictador.

La protagonista de la pieza, Teresita, es una antigua miliciana que tras el conflicto armado trabaja en una joyería. Sus compañeros preparan un atentado contra el Generalísimo aprovechando un viaje a Valencia y ella aguarda a Carmen Polo en su establecimiento, lista para completar el magnicidio.

La primera dama de Meirás era conocida por el pueblo llano como “la collares”, por su afición a las alhajas. En su trabajo de documentación para preparar el texto, Mafalda dio con leyendas urbanas que contaban cómo las joyerías cerraban cuando la señora de El Pardo llegaba a una ciudad, y también que el gremio de joyeros de Madrid tenía un fondo común para compensar las pérdidas que provocaban sus ilustres visitas, porque expoliaba los negocios y no pagaba nunca.

“A través de la vida de Teresita he querido plasmar lo que cambió la vida de las mujeres en la posguerra. Durante la República consiguieron el derecho al voto y muchos avances en la igualdad de género, pero todo fue aniquilado durante 40 años de represión. Después de irse al frente a luchar con los hombres y de haber conocido la paridad, fueron acusadas, estigmatizadas, las volvieron a meter en misa y a encerrar en casa para vivir una vida que no tenía nada que ver con ellas”, lamenta la autora y actriz.

María, Tomasa, Matilde, Amparo…

El monólogo de Mafalda Bellido está dirigido por Lola López, quien ya trabajó la memoria histórica con su compañía Hongaresa Teatre en otro espectáculo unipersonal, María 'La Jabalina'. La obra relata, de manera fragmentada, la vida de última mujer fusilada por el franquismo. La joven libertaria, nacida en Puerto de Sagunto, fue una de tantos implicados en el ideal truncado de cambiar el mundo. López indagó en su historia y dio forma a su relato a partir de delaciones, sentencias y cartas.

La actriz y dramaturga da vida a la miliciana anarquista asesinada en 1942, a los 25 años de edad, y se desdobla en varios personajes, su madre y su hija, que le fue arrebatada en prisión al poco de parirla, entre ellos. Para contar quién fue María, Lola se sirve de vídeo, pintura, música, texto, títeres y poesía, la de los autores Rafael Alberti, Paca Aguirre y César Vallejo.

He querido trasladar al teatro su figura rescatando toda la verdad sobre María y darle voz a una soldado desconocida, ignorada por los grandes libros de historia”, explicaba la autora en una entrevista publicada en La Gaceta de Tucumán durante su gira por Argentina.

Carme Portaceli también ha querido poner nombres y apellidos a las mujeres víctimas de la contienda. El sufrimiento de miles de presas en las cárceles españolas durante la Guerra Civil se hizo verbo, danza y música en el Teatro Romano de Sagunto este pasado mes de septiembre en Només són dones. La propuesta rendía tributo a militantes, sindicalistas, guerrilleras y luchadoras que acabaron entre rejas por su pelea denodada por la democracia. Portaceli dirigió un texto de Carmen Domingo protagonizado por la bailarina y coreógrafa Sol Picó, la actriz Míriam Iscla y la cantante Maika Makovski donde se trenzaban cinco historias de presas políticas, encarceladas por su compromiso durante la República.

Una de las mujeres estaba basada en Tomasa Cuevas, que ingresó en las Juventudes Comunistas de España a los 14 años. Cumplió una condena de 30 años de prisión y a su salida en 1946, consciente de que no había testimonio de los crímenes de lesa humanidad contra sus pares, se recorrió España con un magnetófono para recoger las palabras de las presas. Aquellas vidas rotas dieron para tres volúmenes recogidos en el libro Testimonios de mujeres en las cárceles franquistas. En 2004 recibió la Creu de Sant Jordi por parte de la Generalitat de Catalunya, y en 2007 La Medalla al Mérito, a cargo del Gobierno de España. En ambas ocasiones reivindicó la memoria de las mujeres represaliadas.

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