RESTORÁN DE LA SEMANA

Lavoe

En solo cinco meses los arroces de Lavoe compiten (y superan) a las grandes arrocerías de la ciudad 

| 22/09/2017 | 2 min, 12 seg

¿Dónde voy a comerme un buen arroz en Valencia ciudad? Es la gran cuestión existencial que muchos valencianos tememos que nos planteen. Porque tenemos honrosas excepciones, por supuesto, pero uno tiene que pensarlo un rato antes de contestar. Lavoe se ha convertido en muy pocos meses en la respuesta a la incómoda pregunta. Una arrocería con una historia nada típica. La de Toni Boix, un fanático en el sentido más extremo de la palabra, del arroz. Toni aprendió a hacer arroces mirando como su padre cocinaba los domingos. Hasta aquí, nada que no pase en muchos hogares valencianos, pero su fervor llegaba a tal punto que en cuanto algún amigo le hablaba de alguna de esas paellas supremas que había probado en cualquier punto de la Comunidad Valenciana, automáticamente cogía el coche y se iba a probarla. Y a analizarla. "Ahora puedo saber los procedimientos que se han utilizado al cocinar una paella solo con verla", afirma Toni.



Fue la insistencia de sus amigos la que impulsó a Toni Boix a dar por fin el paso y montar una arrocería, después de pasarse tres años haciendo paellas en yates y villas de Ibiza para mucho VIP. Toni tienen un don con el arroz. La presencia, en esa paella con una capa de arroz de un milímetro de grosor en las que se ve el fondo, no engaña. El sabor y el punto del arroz son perfectos. ¿El secreto? Sus caldos, preparados diariamente solo con productos frescos, sin acelerantes ni trampas. Cada día prepara 50 litros "En mi caldo no hay bromas", señala.  La carta de Lavoe es breve, seis o siete entrantes y otros tantos tipos de arroz, la mayoría marineros, que pueden cambiar cada día, según el producto que haya recibido. No quiere meterse en cosas que no sabe. Y de arroz y de fideos sabe un rato largo.


El local es una delicia. Diseñado por el interiorista valenciano Ramón Bandrés, responsable también de restaurantes como Comer, beber, amar, Imperdible o el antiguo 39 grados, es sobrio, elegante y acogedor. Cuenta con dos zonas, una sala principal muy luminosa y la barra desde donde contemplar el trabajo magistral de Toni y su equipo. "Lavoe no es un restaurante, es otra cosa, es una especie de sociedad gastronómica porque el amor por el arroz y el producto son absolutos", explica Boix.

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