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DISEÑO PARA EL PENSAMIENTO

Los diez mandamientos del diseñador ético

La Red Española de Asociaciones de Diseño ha elaborado un decálogo ético para la práctica del diseño

17/10/2016 - 

VALENCIA. Como sociedad, no vamos muy finos de ética. Menos de lo que nos gustaría. Toleramos en menor o mayor medida la corrupción, la de gran escala y la del amigo, con un Lazarillo de Tormes escrito hace casi cinco siglos para justificar la picaresca española, aberraciones televisivas en horario infantil y una falta manifiesta de líderes morales (al menos en el Top 10 de youtubers).

El diseño, como proceso clave en la comunicación gráfica, necesita de comportamientos éticos para ser útil a la sociedad. Más allá de haber caído en cierta banalización del término (una profesión joven que paga el pato de ser considerada, por desconocimiento, superficial y frívola), los diseñadores reivindicamos el valor de nuestra profesión, ya no sólo en el terreno más empresarial, sino desde un ámbito cultural.

La relación entre la estética y la ética data de la Grecia clásica. Desde ahí a la forma y función, principio clave del diseño funcionalista del siglo pasado han llovido más de dos mil años, durante los cuales el arte ha buscado representar la belleza mientras que el buen diseño persigue la honestidad. Y así hemos llegado a la publicidad pretendiendo el make it look nice o a cómo el marketing rompe con todo pensamiento filosófico anterior consiguiendo que lo bello pueda no ser ético, al igual que el diseño en según qué manos consigue que lo que es realmente ético pueda no ser bello. Fuera la responsabilidad moral. Dentro el dinero. ¡Viva el mal, viva el capital!

Volviendo a las dos ramas de la filosofía antigua, fue Kant quien rompió la idea de la perfección interna de la belleza y con ello hizo una aproximación al diseño moderno refiriéndose a la paradoja de la estética como la conceptualidad sin concepto (la finalidad sin fin, como el diseño sin función y sin concepto). 

Los diseñadores reivindicamos un diseño honesto. Y necesitamos transmitir éste y otros valores positivos que nos definen a la sociedad que consume lo que hacemos para que respeten nuestra profesión. Pero para reclamar este respeto antes tenemos que hacer el ejercicio de mirarnos a nosotros mismos y reflexionar. ¿Diseñaría un diseñador ético la comunicación de un producto que dañase la salud? ¿Pondría un diseñador ético su creatividad al servicio de la guerra y la propaganda? Porque tenemos claro que copiar un trabajo de otro diseñador es una falta de ética profesional, pero, ¿qué pasa con participar en concursos que especulan con el trabajo de otros diseñadores o con tener licencias de todo el software, tipografías o ilustraciones que utilizamos? ¿Puede el diseño ser sostenible y medioambientalmente útil? ¿Vamos a comprometernos con unas buenas prácticas?

Hace pocas semanas, los días 22 y 23 de septiembre, tuvo lugar en Málaga el 4º Encuentro Nacional de Asociaciones de Diseño, organizado por la Red Española de Asociaciones de Diseño (READ) que contó no sólo con sus miembros sino con otras asociaciones y diseñadores invitados con el fin de facilitar un espacio común de análisis y propuestas. Se organizaron diferentes mesas de trabajo que involucraron no sólo a diseñadores sino también a empresas y a instituciones, y una de las líneas a tratar fue la elaboración de un código de ética para diseñadores.

El grupo de trabajo con el ambicioso propósito de definir un manual de buenas prácticas y código deontológico de la profesión del diseño está compuesto por Jesús Ángel Alonso, Abel de Benito, Santiago Blanc, Francisco del Campo, Kike Correcher, Mari Carmen Estevan, Rodolfo Fernández Álvarez, David Gopar, Toni Mañach, Carlos Martín Alonso, Esther Muñoz, Uqui Permui como coordinadora de la mesa y un servidor, Xavi Calvo, quienes en la actualidad seguimos en contacto y perfilando las conclusiones y asumiendo que el código resultante no es una herramienta inmutable y probablemente variará y se actualizará en el tiempo.

Este equipo de trabajo, con representantes de las principales asociaciones de diseño españolas, nos pusimos manos a la obra no unas normas de conducta, sino con un código de comportamiento moral. Tan necesario como tardío, y tal vez por esto último se decidió dar un paso más y no recurrir a fórmulas manidas y obsoletas sino interpretar desde cero un código deontológico desde el que el diseño ayudase a mejorar la sociedad. 

La coordinadora, Uqui Permui (Asociación Galega de Deseñadores, quienes ocupan en la actualidad el cargo de secretaría de la READ), retomaba así esta línea de trabajo de Encuentros Nacionales de Asociaciones de Diseño anteriores para elaborar un posicionamiento sobre la ética profesional en la disciplina del diseño en España. Hay que recalcar su trabajo al frente de este grupo, con una capacidad recopilatoria y de simplificación que favoreció la puesta en común y toma de decisiones en tiempo récord. De esta manera el grupo pudimos fijar unos principios generales para terminar desarrollando un código ético, en consenso, indispensable para hacer madurar a nuestra profesión.

A partir de palabras clave como honradez, legalidad, profesionalidad, compromiso, cultura, sostenibilidad, innovación, integridad, responsabilidad o competitividad, finalmente concebimos esta primera versión del Manual de buenas prácticas y código deontológico en forma de decálogo, un conjunto de normas y deberes dirigidos al colectivo de los diseñadores para ejercer la profesión desde una perspectiva ética. Un manual actualizado y actual, moderno y apoyado en valores consensuados por profesionales de distintos ámbitos pertenecientes a una decena de asociaciones de diseño españolas.

Decálogo ético para la práctica del diseño

Diseñar es un trabajo. Es nuestro trabajo. Sabemos hacerlo bien y queremos hacerlo cada vez mejor.El diseño está destinado a la sociedad y por tanto es capaz de generar y transmitir valores culturales y éticos.Trabajar o no de manera ética es una decisión que se toma cada día, que influye en las personas y que suma o resta en la cuenta de resultados, individuales de cada profesional, en la de cada cliente, y en la colectiva de cada profesión.

Es por ello que elaboramos este decálogo ético para la práctica del diseño: 

  1. 1. Respetaré la profesión del diseño y nunca realizaré acciones que puedan perjudicarla. Mantendré un comportamiento responsable y coherente con el papel que el diseño desempeña como generador y transmisor de valores éticos y culturales. Tratando de promover impactos positivos.
  2. 2. No trabajaré gratis, ni por debajo de nuestros costes, teniendo en cuenta con ello la legalidad laboral. Ni participaré en convocatorias de trabajos especulativos.
  3. 3. No practicaré la competencia desleal.
  4. 4. No perpetuaré estereotipos como la discriminación de las minorías, el machismo, la desigualdad social, ni discriminaré por motivos religiosos, de edad, ni por tener diferentes capacidades u orientaciones sexuales.
  5. 5. Aplicaré el diseño universal, inclusivo y accesible.
  6. 6. Respetaré el medio ambiente y el ecosistema. Promoveré y fomentaré la economía local trabajando con proveedores cercanos.
  7. 7. Velaré por los derechos de autor y de explotación. Y no permitiré que se desvalorice mi trabajo.
  8. 8. Velaré por los derechos del trabajo que utilice de terceros (software, tipografía, fotografía, ilustraciones...).
  9. 9. Procuraré los conocimientos adecuados, y mantendré en todo momento el interés por actualizarlos.
  10. 10. Transmitiré estos valores a los futuros profesionales, y a nuestros clientes, como parte de nuestro trabajo.

Ser diseñador implica un compromiso ético con una serie de valores, y este compromiso empieza por uno mismo. Acordar estas normas reforzará las relaciones con nuestros clientes, proveedores, colaboradores y futuros diseñadores, creando así un tejido colectivo que ayudará a difundir de manera correcta la cultura del diseño en nuestra sociedad.

Somos conscientes de que nuestro trabajo tiene consecuencias, y de que un cambio social es posible mediante el diseño. De ahí la necesidad de este decálogo ético.

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