Leyendo mi último regalo de Navidad…, Europa y el Imperio. Reflexiones sobre un proceso constituyente, de Antonio Negri. En mi familia tenemos la costumbre de regalarnos cultura y belleza, libros y flores. Mi sobrino de 22 años me ha redescubierto a este histórico comunista italiano -de quien sólo conocía su pasado en las Brigadas Rojas- reconvertido en profesor universitario en Francia con la ayuda de Mitterrand, que lo acogió cuando huyó acusado de atentar contra el presidente asesinado Aldo Moro. Volvió a Italia para cumplir su condena.
“La Constitución de Europa es capaz de hablar al mundo”, decía en su prefacio de 2003. Con la perspectiva de más de una década y de la no-nata Constitución Europea, intuyo que Negri analiza la confrontación entre dos modelos capitalistas que confluyeron en la crisis financiera: el Atlántico, liderado por Estados Unidos, y el continental germano. “Podemos” es la palabra clave con que comienza Negri el primer capítulo, ignorante de su vaticinio cuando se escandalizaba del “proceso imparable de la mundialización-globalización”. ¡Cuánta razón teníamos los que sospechábamos de que lo que se iba a globalizar eran el terror y la precariedad!
Reivindicando -vaticinando de nuevo- en su último capítulo el futuro de Europa dentro del marco federalista, Negri se pregunta: “¿Puede funcionar Europa como resistencia ideológica y política contra los golpistas neoliberales globales?”. Parecía ser que sí, con los instrumentos políticos y las herramientas jurídicas con los que la Unión Europea se ha estado armando para hacer frente a la crisis financiera. Pero los últimos atentados yihadistas han hecho tambalear el espíritu solidario y democrático de una Europa unida. “Los movimientos deben hacer una elección democrática y federalista que considere la construcción de la Europa política como un tránsito activo en la estrategia constituyente de un orden global democrático”, finalizaba Negri.
Este desideratum de “paz y amor” resuena estas trágicas navidades como el 'Stille Nacht, heilige Nacht' del compositor austríaco Franz Xaver Gruber de fondo. Y, sobre el escenario, con el atentado al mercadillo navideño de Berlín y el accidente sobre el mar de Sochi de un avión militar ruso que transportaba a Siria al coro de Navidad del Ejército Rojo.
Pero, como afirmaba en Valencia Plaza el catedrático de la Universitat de València Antonio Bar, analizando los primeros atentados en París del año pasado: “No podemos imponer una democracia a quien no la quiere”. Por tanto, volvamos a la crisis financiera mundial y a la última amenaza de la agencia de calificación Fitch. Esta agencia ha advertido de que la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TUE), que obliga a devolver los intereses cobrados de más por las cláusulas suelo no transparentes desde el origen de la hipoteca, “añadirá más presión a la ya debilitada rentabilidad de los bancos españoles”. Pero no sólo opinan de finanzas. A mediados de octubre, Fitch aventuraba que la “formación del gobierno de España indica menor riesgo político”, es decir, que el PP siguiera gobernando.
"¿Cómo es que tres empresas, con acciones e inversiones en múltiples sectores de la economía en Europa y en Norteamérica, pueden hacer tambalear los Estados y los gobiernos sólo dando su opinión?"
Pero, ¿quién es Fitch? En Europa, la capitanea su director y un analista senior desde su oficina en Londres. Del analista que firma el análisis, se sabe que estudió historia y que ha sido periodista en dos medios económicos. ¿Recuerdan los momentos de terror que vivimos hace unos años cuando las tres agencias de calificación de riesgos más influyentes nos quitaban el sueño con la subida de la prima de riesgo y la bajada de la triple AAA? Fitch, Moody’s y Standard & Poors son los tres jinetes del Apocalipsis que siguen cabalgando sobre nuestra maltrecha economía.
Primero, sigo sin comprender lo de la prima de riesgo… y eso que lo he buscado hasta en le diccionario de la Real Academia Española, pero ahí solo aparece la definición de “prima” respecto a las relaciones familiares. Segundo, vamos al misterio de la Santísima Trinidad: ¿Cómo es que tres empresas, con acciones e inversiones en múltiples sectores de la economía en Europa y en Norteamérica, pueden hacer tambalear los Estados y los gobiernos sólo dando su opinión? ¿Es que nadie puede sospechar que esa opinión está mediatizada por intereses particulares?
Con la hemeroteca en la mano, recordemos que estas mismas agencias/empresas dieron el visto bueno a las cuentas griegas, con la triple AAA durante los años inmediatamente anteriores a la crisis; a la Banca española, antes de necesitar un rescate de Europa con el aval del Estado español y de todos sus ciudadanos, y a ¡Lehman Brothers!, poco antes de hacer crack en el 2008… ¿Es que no tenían suficiente información?
Por supuesto que la tenían… Y la tienen. De ahí sus “vaticinios”. Porque saben a qué se han dedicado los mercados financieros desde su liberalización allá por los años ochenta, de la mano de Tatcher y Reagan como adalides del nuevo orden global. A especular con dinero, gobiernos y vidas. Y lo saben porque sus Consejos de Administración están formados por ex banqueros provenientes del Bank of America, Merrill Lynch, Goldman Sachs, HSBC, Lehman Brothers… ¿Les suenan estos nombres? Han estado unidos a la crisis en los últimos diez años con todo tipo de escándalos.
Vamos a tener que volver a Negri y a su reivindicación de la función mediadora de Europa a través de Mounier, un filósofo francés fundador de la corriente del personalismo cristiano: “Si Europa ha de nacer, ha se ser el banco de pruebas de las distintas experiencias sociales”. Y en ello estamos.