El presidente de la Generalitat busca la proximidad y huye de los anuncios grandilocuentes para tratar de conectar con los ciudadanos
VALENCIA. El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, se presentó este miércoles ante los valencianos para pronunciar el tradicional discurso de Fin de Año. El jefe del Consell, en su primer mensaje de estas características, elaboró una intervención centrada en las emociones y la proximidad, huyendo de las grandes promesas o compromisos concretos tan habituales en tiempos electorales como los que se han vivido en 2015.
Así, Puig trabajó desde el inicio del discurso la proximidad, eligiendo el Patio Gótico para la grabación: una estancia amplia y luminosa que, además, permitió el detalle de dejar la puerta de la calle abierta, por la que se veía el paso de los transeúntes. "Les hablo desde el Palau de la Generalitat, su casa (...) que ahora ha vuelto a abrir sus puertas para siempre".
Este recurso fue utilizado por el jefe del Consell en varias ocasiones: en ningún momento hizo una mención explícita a ejecutivos anteriores liderados por el PP ni a su acción de gobierno, pero sí dejó entrever situaciones a las que se enfrentan los inquilinos actuales de la Generalitat, el tándem PSPV y Compromís. De esta manera, hablando de un "nuevo tiempo", un tiempo "de reparación, de reconstrucción y de renacimiento", la crítica a la herencia recibida fue sutil y elegante, pero fue cayendo como un goteo constante a lo largo del discurso.
No obstante, y en ello se esforzó el presidente, priorizó un tono muy alejado de la crispación a la hora de citar determinados retos a los que se enfrenta el actual Consell para adoptar una postura constructiva y de gobierno. Un espacio en el que Puig suele sentirse cómodo.
Bajo este manto de cercanía, el presidente de la Generalitat se decantó por un discurso con mensajes sencillos y emocionales, conceptos básicos alejados de grandes explicaciones. Así, y contrariamente a lo que suele ser más habitual, no buscó dejar un titular en su intervención: "La prioridad del nuestro gobierno son las personas", afirmó, casi al principio del discurso, una idea que fue recurrente en buena parte del mismo.
En este sentido, el primer asunto que abordó fue el de la violencia de género. "Once mujeres asesinadas en la Comunitat Valenciana, solo este año, es insoportable", subrayó, siendo esta la única cifra que mencionó en todo el discurso.
A partir de este momento, Puig sobrevoló por diversos temas de forma superficial con el objetivo de que, sin profundizar, todos los colectivos se sintieran nombrados en su discurso. Una manera para, sin grandilocuencia, alcanzar la conexión con la ciudadanía. Así, dependientes, pensionistas, empresarios, trabajadores, autónomos... todos tuvieron un hueco en los poco más de seis minutos que duró la intervención del presidente de la Generalitat.
En el primer bloque, y al hablar de las personas como "prioridad", el jefe del Consell puso el acento en los que "más han sufrido la crisis, los que no tienen trabajo, los dependientes y aquellas familias que no han recibido las ayudas que merecen; las niñas y los niños condenados a estudiar en barracones y sus familias que no podían pagar los libros de texto o los pensionistas que dejaban los tratamientos por no poder pagar los medicamentos".
De nuevo aquí la crítica velada al anterior Ejecutivo, que además contrasta en algunas de las primeras acciones del Consell de Puig, que ha puesto en marcha un plan para la gratuidad de los libros de texto, ha paralizado el copago farmacéutico o se ha puesto al día en el pago a los dependientes además de incrementar las partidas en el presupuesto de 2016.
Tras esto, Puig alcanzó uno de los hitos emotivos de su discurso al remarcar como otra prioridad la "dignidad" de la institución, "rescatar a las víctimas del metro y a todas aquellas personas olvidadas durante demasiados años", para a continuación citar a Vicent Andrés Estellés. "Hi haurà un dia que no podrem més i llavors ho podrem tot".
A través de esta cita, enlazó con la idea de reconstrucción, volcando una serie de conceptos ligeros sobre empleo y reindustrialización ("crear riqueza", "hacer crecer el tamaño de nuestras empresas", "facilitar el acceso al crédito"), para desembocar en que la Comunitat es una tierra de "gente honrada", pista de lanzamiento perfecta para el siguiente mensaje: "Voy a seguir luchando con todas mis fuerzas para impedir que nadie se aproveche de lo que es de todos. Y la transparencia es el antídoto de la corrupción", afirmó, contraponiendo así la idea de gente trabajadora frente a los que utilizan el gobierno para enriquecerse.
A partir de ahí, el jefe del Consell, tras haber intentado generar un clima de confianza, abordó la parte más reivindicativa del discurso, reclamando "una financiación justa (...) todos juntos", una manera de situarse en el centro y nexo de la unión, y posteriormente, adentrándose en la política nacional: "La Comunitat Valenciana es una parte muy importante de nuestro proyecto común de España. Y exigimos igualdad entre todos los ciudadanos de nuestro país, vivan donde vivan", afirmó, para añadir: "Y el reconocimiento de la diversidad no puede ser excusa, ni para privilegios, ni para discriminaciones".
Un mensaje claro por parte de Puig en una de sus exigencias más contundentes: poner fin a las diferencias entre comunidades autónomas merced al sistema de financiación desigual y a los regímenes fiscales especiales como el concierto vasco y navarro.
Sin mentar a Cataluña, y llegado a este punto, Puig recalcó: "En estos momentos de incertidumbre, la Comunitat Valenciana actuará siempre con lealtad y firmeza. Impulsando el cambio y la estabilidad en España", para, a continuación, reafirmarse sobre una de los puntos más importantes del programa del PSOE y que el jefe del Consell ha defendido fervientemente: "Reformar la Constitución es el mejor camino para defender sus principios".
Así, tras la parte posiblemente más árida del discurso para el ciudadano de a pie, apeló de nuevo a la proximidad citando a Max Aub y, en el único pequeño alarde que se permitió el presidente, aseguró: "Y en 2106 las valencianas y los valencianos escribiremos nuestra propia historia". Una frase que encierra una buena dosis de deseo de autogobierno que, y esto ha sido una crítica muy dura de los socialistas valencianos en la pasada legislatura, a su juicio se ha perdido en los últimos años de dominio del PP.
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