VALENCIA. El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, se presentó este miércoles ante los valencianos para pronunciar el tradicional discurso de Fin de Año. El jefe del Consell, en su primer mensaje de estas características, elaboró una intervención centrada en las emociones y la proximidad, huyendo de las grandes promesas o compromisos concretos tan habituales en tiempos electorales como los que se han vivido en 2015.
Así, Puig trabajó desde el inicio del discurso la proximidad, eligiendo el Patio Gótico para la grabación: una estancia amplia y luminosa que, además, permitió el detalle de dejar la puerta de la calle abierta, por la que se veía el paso de los transeúntes. "Les hablo desde el Palau de la Generalitat, su casa (...) que ahora ha vuelto a abrir sus puertas para siempre".
Este recurso fue utilizado por el jefe del Consell en varias ocasiones: en ningún momento hizo una mención explícita a ejecutivos anteriores liderados por el PP ni a su acción de gobierno, pero sí dejó entrever situaciones a las que se enfrentan los inquilinos actuales de la Generalitat, el tándem PSPV y Compromís. De esta manera, hablando de un "nuevo tiempo", un tiempo "de reparación, de reconstrucción y de renacimiento", la crítica a la herencia recibida fue sutil y elegante, pero fue cayendo como un goteo constante a lo largo del discurso.
No obstante, y en ello se esforzó el presidente, priorizó un tono muy alejado de la crispación a la hora de citar determinados retos a los que se enfrenta el actual Consell para adoptar una postura constructiva y de gobierno. Un espacio en el que Puig suele sentirse cómodo.