VALÈNCIA. El cambio ha sido abismal. Si el protagonismo de la financiación autonómica en el discurso de Ximo Puig en el Debate de Política General ha menguado de un año a otro, también lo ha hecho la dureza de Podemos en esta cita respecto al debate anterior.
Pocos tirones de orejas se pudieron ver este martes por parte del síndic de la formación morada, Antonio Estañ, al Consell que forman PSPV y Compromís. Y los que hubo, se dieron en tono constructivo porque la intención no era exigir "imposibles" al Ejecutivo valenciano para estos últimos meses de legislatura.
Aunque el también secretario general de Podemos sí demandó "responsabilidad, visión de futuro y prioridades claras" para "ir más allá" de lo que en el grupo morado denominaron "ximoanuncios", el estilo fue significativamente diferente a su debut como portavoz de su formación en el parlamento valenciano en 2017, cita en la que llegó a acusar a Puig de hacer un discurso plagado de "triunfalismos". Meses después, de hecho, culminaron esa dureza avanzada en el debate con la abstención a la ley de Acompañamiento de 2018.
Este martes, sin embargo, para ejercer a veces de yin y otras de yang, Estañ deslizó que a veces al Ejecutivo del Botànic "le gusta hacer más publicidad que política", y recuperó debates -indeseados por algunos- como el retraso en sacar adelante leyes como la de Función Pública, que lleva atascada más de dos años por la discrepancia que existe entre socialistas y valencianistas respecto al requisito lingüístico, cuestión que se ha convertido muro infranqueable entre ambas formaciones.
A este tema espinoso, se sumó otro más. El portavoz de Podemos avanzó que su grupo registrará una ley urgente sobre las diputaciones -con la intención de que sea aprobada antes de que termine la legislatura- que permita incorporar los presupuestos de las corporaciones provinciales a la Generalitat, establezca competencias claras y "faculte, por fin, acabar con la asignación de obras a dedo sustituyéndolas por criterios objetivos y claros".
Un proyecto complejo de llevar a cabo no sólo por la falta de tiempo, sino también por las dificultades que existen para sortear los varapalos judiciales que terminaron de enterrar los decretos de coordinación que empezó a desarrollar el Ejecutivo presidido por Ximo Puig al inicio de la legislatura.
Ahora bien, en una intervención de media hora fueron de los pocos callos que pisó el líder morado -además de los barracones que todavía quedan por eliminar del mapa escolar-. No en vano, y como acostumbra a hacer Compromís en las sesiones de control pero no Podemos, Estañ subrayó que el cambio que ha vivido la Comunitat Valenciana con el Gobierno del Botànic respecto a los anteriores gestores populares hacen que el balance de la legislatura sea positivo, si bien invitó a que continúen "avanzando hacia el cambio que pidió la ciudadanía en 2015"; camino en el encontrarán al partido que él dirige.
Como ya intentó en su reunión con el jefe del Consell en el Palau de la Generalitat la semana pasada o en la reunión de la comisión de seguimiento del Botànic, Estañ quiso convencer a Puig de que abandone su intención -si la tiene- de adelantar elecciones.
La formación morada, que según las encuestas no se encuentra en su mejor momento y que todavía mantiene dudas sobre quién será su candidato a presidir la Generalitat en las elecciones de 2019 -por lo que no desea que se produzca un cambio de calendario-, quiere que socialistas y valencianistas se reconcilien, que abandonen "la calculadora electoral y trabajen a conciencia para que una próxima legislatura y un nuevo Botànic tenga el horizonte despejado y avance sin contradicciones".
El estilo de Estañ avanza la actitud con la que probablemente los morados se enfrenten en los próximos meses a la negociación de los Presupuestos del próximo año. Aquellos que deberán ejecutarse después de las elecciones en las que, de reeditarse los resultados más o menos en los términos de 2015, Podemos entraría a formar parte del Ejecutivo valenciano.