VALENCIA. El orden es importante para una ciudad, y para su comunicación. Poder informar de la manera más clara posible es una de las obligaciones que todo ayuntamiento debería fijarse, y para que la comunicación sea efectiva, el proceso de hacer llegar un mensaje de emisor a receptor debe ser lo más sencillo posible, para lo cual se necesita poner orden en los elementos que intervienen.
Por eso el diseño, lejos de ser simplemente una disciplina decorativa, resuelve problemas de comunicación. Y esa debió ser la reflexión de Ricard Pérez Casado cuando a finales de su primera legislatura como alcalde de Valencia, allá por 1986, se puso a crear un Manual de Normas Gráficas del Ajuntament de València.
En efecto, existe un manual corporativo municipal de normas de uso, lo he visto con mis propios ojos, con una imagen gráfica unificada (escudo y logotipo) y toda una declaración de intenciones firmada por Pérez Casado en la que reivindicaba que una administración pública moderna requería de una imagen corporativa que la identificase en sus acciones, y por eso, planteado como necesidad prioritaria, su equipo de gobierno llevó a cabo esta normalización publicando en 1987 este manual que pretendía ordenar la imagen del ayuntamiento en todas sus comunicaciones.