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LOS RECUERDOS NO PUEDEN ESPERAR

Una transgresora llamada Ana Curra

18/10/2015 - 

VALENCIA. Calculo que en un día como hoy, en un otoño como este, hace aproximadamente 32 años, cuando Rock-Ola vivía su apogeo y conceptos como sello independiente y modernidad eran la semilla para otros más actuales como indie y cool, yo debía estar persiguiendo a Ana Curra por las calles de Madrid. Esto suena a acoso de fan loco o algo peor, pero no, no es ese el caso. Hace 32 años publicaba un fanzine llamado Estricnina, una revistilla casera y obstinadamente juvenil que marcó mi inició como autor de artículos y entrevistas. Solo aparecieron tres números, y casualmente los tres tuvieron mujeres poderosas en sus portadas: Siouxsie, Lydia Lunch y Alaska. La portada del tercer número estaba originalmente destinada a Curra, pero la trágica muerte de su pareja, Eduardo Benavente, líder de Parálisis Permanente, hizo que esta opción resultara inapropiada. Optamos por usar una foto de Alaska a pesar de que el plato fuerte del número era la entrevista con Ana, ilustrada por una sesión fotográfica exclusiva hecha en su casa.

Recuperando el pasado

El año pasado, el compañero de fatigas Juan Puchades, fundador de Efe Eme, me propuso rescatar los fanzines convirtiéndolos en un libro. La oferta me pareció un halago más allá de lo imaginable, y a pesar del pudor que me produce enfrentarme a mis primeros pasos como periodista musical (intenté leerme sin éxito aquellas revistas fotocopiadas llenas de una pasión adolescente que me sigue dando mucho apuro), decidí que si alguien con una visión global y crítica como la de Juan pensaba que aquello tenía interés,yo no era quién para negarme a la operación rescate. Nos pusimos a trabajar en ello y cuando sobrevino la pregunta inevitable –“¿cómo hacemos con la portada?”-, la respuesta fue también inevitable, además de lógica. Si Ana estaba conforme, ella sería la portada.

Curra es uno de los primeros ejemplos de empoderamiento femenino en la música pop española 

Una de las cosas que nadie podrá negarle nunca a Estricnina fue el valor de aquellas fotos con Ana Curra. Aunque de un modo tan amateur como la publicación donde salieron, aquellas fotos cumplieron –a un nivel minoritario, eso sí, porque la tirada era de risa- la función de mostrar a una artista que había sido pionera diseñando su propia imagen y lo hacía lejos de cualquier recato o convencionalismo. Si el mundo de la música hubiese estado normalizado entonces –tampoco estoy muy seguro de que lo esté ahora-, esta mima idea estoy seguro de que la habría llevado a cabo un revista profesional. Pero entonces todo era precario y las revistas musicales no arriesgaban cuando se trataba de artistas españoles, así que eran los fanzines quienes se encargaban de cubrir ese terreno. Curra es uno de los primeros ejemplos de empoderamiento femenino en la música pop española. Ya entonces era una mujer con pleno control de su imagen, una imagen fuerte y sexy. Su magnetismo cautivó a todo aquel que la siguiera tanto en su condición de miembro de Alaska y los Pegamoides como de Parálisis Permanente o de líder de Seres Vacíos. Parafraseando en estilo libre a Cortázar, todos queríamos y queremos tanto a Ana.

La sesión interminable

Así pues, llegado este punto, no voy a decir lo que no fue. En lo que a mí respecta aquellas fotos fueron producto de una obsesión cuyo objetivo no era colaborar con la emancipación de la mujer. Lo que yo quería era entrevistar y fotografiar a una de las presencias más deslumbrantes de la música de entonces; y tal como se ha visto ya en otros artículos de esta sección, cuando me empeño en algo puedo ser muy constante. Con la excusa de hacer el fanzine, hablé tanto con los Pegamoides como con los miembros de Parálisis cada vez que los tuve tiro. Lo pienso ahora y no puedo ni imaginar la paciencia que tuvieron todos ellos. Además, Curra y Eduardo cultivaron vínculos musicales con Adolfo Barberá, de Glamour –hubo conversaciones para que Eduardo produjera a Ceremonia, su grupo paralelo- y eso también propiciaba mis vínculos con ambos. No tenían escapatoria porque con la excusa de hacer Estricnina me escapaba a Madrid en cuanto podía –ya veis que lo de hacer un fanzine cundía mucho- y allí continuaba la persecución no solo de Ana, Eduardo, Nacho Canut o Alaska, también la de miembros de otros grupos, como Gabinete Caligari, Derribos Arias o Glutamato Yeyé. Pero el caso de Ana era aparte: pasé como año y medio intentando fotografiarla para ilustrar una entrevista que, ya no lo recuerdo bien, tenía hecha o pensaba hacerle.

Quedamos una tarde de otoño en Madrid, en el Hollywood de Quevedo para darle ejemplares del primer número de Estricnina y de paso hacerle las dichosas fotos con mi cámara de aficionado. Era de noche y yo era un inepto, así que las fotos no salieron muy bien que digamos. Decidí que había que repetirlas y las repetimos unos cuatro meses después, durante otro viaje mío a Madrid. Esta vez quedamos en su casa una tarde. Ana posó usando el dormitorio principal y el cuarto de baño como escenario, mientras Eduardo andaba por la habitación contigua haciendo como que no existía. Siendo fotogénica como es por naturaleza, era muy difícil sacar mal a Ana incluso si quien disparaba era un simple aficionado. Antes de irme la fotografié también viendo la televisión con Eduardo. Si la memoria no me falla, esto fue a finales de marzo de 1983. Dos meses más tarde tuvo lugar el accidente fatal.

Punk + feminismo = Ana Curra

A principios de 2015, Curra estuvo presente en la presentación madrileña del libro Estricnina, donde también nos acompañaron Alejo Alberdi y Jesús Ordovás, en una noche muy especial. Aunque hayan pasado tres décadas desde que comenzó esta aventura y haya hecho de mi afición mi profesión, Curra,Alejo y Ordovás –y muchos otros nombres que podría citar- siempre estarán en otro plano porque son parte de una historia de la cual no soy más que un simple cronista, pero que a la vez también parte de mi historia.

En unos días volveré a vivir una situación parecida, y ya me resulta extraño hablar en futuro cuando habitualmente lo que hago aquí es conjurar el pasado. Estaré charlando con Curra sobre la relación entre el punk y el feminismo en La Nau de Valencia. Ejerceré como interlocutor para que hable de su papel como mujer que rompió esquemas en un momento en el que este país adolecía de muchos traumas. Estar con Curra será como siempre un privilegio pero esta vez será también un privilegio consciente y buscado, un encuentro provocado para poder sublimar su experiencia y sus palabras como pionera que fue y como la transgresora que sigue siendo. Una fuente de aprendizaje e inspiración para combatir el grave e injusto problema, la lacra social que supone la desigualdad de género.

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